/ miércoles 19 de junio de 2024

El performance del drama social a través de teatro etnográfico

Tinta para un Atabal


¿Cómo se construye una investigación interdisciplinaria que derive en un proceso creativo y colectivo desde el teatro etnográfico? En este artículo compartiré la ruta teórica y metodológica que se construyó a través de herramientas de la antropología y del teatro comunitario para que en su constante diálogo e interacción se pudieran observar, describir y analizar los dilemas culturales de un grupo de jóvenes en situación de calle en un espacio urbano de la ciudad de Querétaro, así como también sus identidades y sus contextos para edificar un trabajo escénico colectivo.

Las investigaciones y las prácticas sobre el Teatro Comunitario (TC) en Latinoamérica surgen en el sur, principalmente en Argentina en el siglo XX, como una respuesta ante años de dictadura militar (marzo de 1976 a diciembre de 1983) que a su término dejó una enorme estela de desmoralización y destrucción social. Fue a principios de la década de los ochentas del siglo pasado que el TC se presentó como una estrategia entre vecinos del Barrio de La Boca para reconstruirse socialmente pero, sobre todo, para curar las heridas que individual y colectivamente habían quedado marcadas en su existir. Este grupo adoptó el nombre Catalinas del Sur y con ayuda de un director uruguayo construyeron lo que sería el primer grupo formal de TC en América Latina.

El TC podría asemejarse a un movimiento social que nace por la obligación de respirar en un ambiente depresivo y de opresión y la necesidad de una búsqueda que dé sentido a la existencia, al ser y estar en este mundo. De ser así, los jóvenes de esta historia podrían entonces encontrar en él una posibilidad de reflexión para construir un diálogo entre ellos y su realidad.

La hipótesis que sostuvo la investigación propone al teatro como una herramienta que incide en un grupo como reconstructor social, pues al indagar y proyectar sus dilemas culturales y sus dramas sociales, produce un espacio de reflexión colectiva y una concientización individual del contexto en el que se vive. Esta posibilidad potencia la experiencia si se construye desde un enfoque interdisciplinario, donde el teatro y la antropología dialoguen complejizando la mirada, la problematización y el análisis.

La propuesta teórica se vinculó con los estudios del antropólogo Víctor Turner (1974) y sus dramas sociales, aplicando metáforas teatrales para explicar procesos sociales de un grupo determinado. El autor utiliza términos como puesta en escena, actores y rituales, donde se visibilizan las emociones, los valores, las creencias y actitudes en contextos sociales específicos. Además –y esto es de suma importancia–, da una propuesta de pasajes sobre los ritos, que se relaciona con las prácticas de los jóvenes que materializan estos ritos a través de sus cargas simbólicas.

El performance y el drama social fueron dos conceptos fundamentales para el análisis teórico de la investigación, ambos desarrollados con base en una categoría de análisis: identidades juveniles. Lo que compete a esta propuesta de investigación son aquellos elementos que permiten develar, a través del cuerpo de los personajes de esta historia, su identidad y su cultura. Las posibles narraciones que el cuerpo proyecta con ciertos elementos que develan el contexto de los jóvenes tales como su estilo de caminar y de expresarse, la diversas formas de relacionarse dentro y fuera de su grupo, la ropa que utilizan según sus prácticas, los accesorios que acompañan sus cuerpos y con los que realizan sus prácticas cotidianas.

El desarrollo de la presente investigación estuvo fuertemente vinculado con la hipótesis planteada; es por ello que la presencia del teatro en este espacio fue fundamental pues a través de él, y con todo lo que la antropología aportó en el proceso, es que el teatro pudo aplicarse como una herramienta que incidió en un grupo como reconstructor social. Además de las implicaciones teóricas mencionadas, respecto de la metodología de trabajo, las prácticas se construyeron principalmente con herramientas etnográficas, mismas que acompañadas de herramientas del teatro comunitario, fueron un camino para lograr los objetivos que se propusieron. Estas herramientas fueron: el trabajo diario de campo, entrevista semiestructurada, la observación participante y la observación directa. A pesar de que la propuesta metodológica fue principalmente antropológica, el teatro comunitario se presentó como otra posibilidad a través de un taller con los jóvenes con quienes se trabajó. El diálogo entre el teatro comunitario y la etnografía estuvo enfocado hacia el análisis del performance de estos jóvenes.

Con performatividad se hace referencia a los elementos estéticos y su proceso de simbolización. Los jóvenes proyectan su cultura y sus identidades a través de su cuerpo, de la ropa que usan, del lenguaje del que se apropian y de algunos otros elementos como tatuajes o perforaciones que les permiten crear sentido de pertenencia y resistencia: una pertenencia por ser y estar dentro de un grupo determinado y resistencia al diferenciarse de otros grupos y protegerse con el suyo. Los juegos escénicos que se fueron desarrollando durante el taller de teatro comunitario, estaban influenciados por la investigación etnográfica.

Si el cuerpo es un espacio habitado, un territorio en donde los jóvenes viven y ocupan sus procesos identitarios, entonces se configura como un esquema que se construye a partir del contexto del sujeto joven.

Víctor Turner concibe el performance como una actividad separada de la vida cotidiana que ocurre en un espacio delimitado y tiene sus bases en rituales que buscan romper con las normas establecidas. Es un espacio umbral.

El cuerpo de estos jóvenes también representa una liminalidad, un umbral entre su construcción identitaria y el mundo que los rodea, un rito de pasaje que los hace cruzar los límites culturales impuestos por la sociedad para construir sus propias identidades.

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El teatro tiene características liminales, donde el cuerpo del intérprete es el umbral por donde los personajes atraviesan involucrando la energía del actor, su ser, sus experiencias y sus historias de vida, para lograr en ambos una transformación. De esta manera los jóvenes también atravesaban el umbral a través del teatro y de poner su cuerpo en escena, pues esto les permitía hacer conciencia de su presente, de su existencia, de sus dilemas y de sus posibilidades dentro de un sistema que los invisibiliza y los discrimina. Los ejercicios de expresión corporal y de improvisación que se desarrollaron estuvieron influenciados por el proceso de investigación etnográfica, esto permitió que las y los jóvenes a través del juego y la ficción, pero sobre todo a través de poner su cuerpo en el performance para hablar de sus dramas sociales y de sus dilemas culturales, pudieran desde la primera persona hacer consciente, de una manera amable, sus contextos y sus realidades.

Al final del proceso se logró realizar una representación basada en un sketch de comedia del arte, construido a partir de la improvisación y construido en dos sesiones del taller. La investigación con enfoque interdisciplinario permitió complejizar la mirada del análisis, la problematización, pero sobre todo la metodología para intervenir con este grupo de jóvenes, ir limpiando la mirada del racimo, de la discriminación y de la revictimización. El resultado creativo o escénico, se pudo lograr gracias a este diálogo entre el teatro y la etnografía, pues estuvo sostenido en todo momento por el proceso de investigación. Por ello compruebo y afirmo que si una creación escénica está construida por un proceso de investigación con enfoque interdisciplinario y además colectivamente, se puede potenciar la experiencia y por lo tanto los resultados de reflexión social y cultural, tanto en los intérpretes como en el público.



¿Cómo se construye una investigación interdisciplinaria que derive en un proceso creativo y colectivo desde el teatro etnográfico? En este artículo compartiré la ruta teórica y metodológica que se construyó a través de herramientas de la antropología y del teatro comunitario para que en su constante diálogo e interacción se pudieran observar, describir y analizar los dilemas culturales de un grupo de jóvenes en situación de calle en un espacio urbano de la ciudad de Querétaro, así como también sus identidades y sus contextos para edificar un trabajo escénico colectivo.

Las investigaciones y las prácticas sobre el Teatro Comunitario (TC) en Latinoamérica surgen en el sur, principalmente en Argentina en el siglo XX, como una respuesta ante años de dictadura militar (marzo de 1976 a diciembre de 1983) que a su término dejó una enorme estela de desmoralización y destrucción social. Fue a principios de la década de los ochentas del siglo pasado que el TC se presentó como una estrategia entre vecinos del Barrio de La Boca para reconstruirse socialmente pero, sobre todo, para curar las heridas que individual y colectivamente habían quedado marcadas en su existir. Este grupo adoptó el nombre Catalinas del Sur y con ayuda de un director uruguayo construyeron lo que sería el primer grupo formal de TC en América Latina.

El TC podría asemejarse a un movimiento social que nace por la obligación de respirar en un ambiente depresivo y de opresión y la necesidad de una búsqueda que dé sentido a la existencia, al ser y estar en este mundo. De ser así, los jóvenes de esta historia podrían entonces encontrar en él una posibilidad de reflexión para construir un diálogo entre ellos y su realidad.

La hipótesis que sostuvo la investigación propone al teatro como una herramienta que incide en un grupo como reconstructor social, pues al indagar y proyectar sus dilemas culturales y sus dramas sociales, produce un espacio de reflexión colectiva y una concientización individual del contexto en el que se vive. Esta posibilidad potencia la experiencia si se construye desde un enfoque interdisciplinario, donde el teatro y la antropología dialoguen complejizando la mirada, la problematización y el análisis.

La propuesta teórica se vinculó con los estudios del antropólogo Víctor Turner (1974) y sus dramas sociales, aplicando metáforas teatrales para explicar procesos sociales de un grupo determinado. El autor utiliza términos como puesta en escena, actores y rituales, donde se visibilizan las emociones, los valores, las creencias y actitudes en contextos sociales específicos. Además –y esto es de suma importancia–, da una propuesta de pasajes sobre los ritos, que se relaciona con las prácticas de los jóvenes que materializan estos ritos a través de sus cargas simbólicas.

El performance y el drama social fueron dos conceptos fundamentales para el análisis teórico de la investigación, ambos desarrollados con base en una categoría de análisis: identidades juveniles. Lo que compete a esta propuesta de investigación son aquellos elementos que permiten develar, a través del cuerpo de los personajes de esta historia, su identidad y su cultura. Las posibles narraciones que el cuerpo proyecta con ciertos elementos que develan el contexto de los jóvenes tales como su estilo de caminar y de expresarse, la diversas formas de relacionarse dentro y fuera de su grupo, la ropa que utilizan según sus prácticas, los accesorios que acompañan sus cuerpos y con los que realizan sus prácticas cotidianas.

El desarrollo de la presente investigación estuvo fuertemente vinculado con la hipótesis planteada; es por ello que la presencia del teatro en este espacio fue fundamental pues a través de él, y con todo lo que la antropología aportó en el proceso, es que el teatro pudo aplicarse como una herramienta que incidió en un grupo como reconstructor social. Además de las implicaciones teóricas mencionadas, respecto de la metodología de trabajo, las prácticas se construyeron principalmente con herramientas etnográficas, mismas que acompañadas de herramientas del teatro comunitario, fueron un camino para lograr los objetivos que se propusieron. Estas herramientas fueron: el trabajo diario de campo, entrevista semiestructurada, la observación participante y la observación directa. A pesar de que la propuesta metodológica fue principalmente antropológica, el teatro comunitario se presentó como otra posibilidad a través de un taller con los jóvenes con quienes se trabajó. El diálogo entre el teatro comunitario y la etnografía estuvo enfocado hacia el análisis del performance de estos jóvenes.

Con performatividad se hace referencia a los elementos estéticos y su proceso de simbolización. Los jóvenes proyectan su cultura y sus identidades a través de su cuerpo, de la ropa que usan, del lenguaje del que se apropian y de algunos otros elementos como tatuajes o perforaciones que les permiten crear sentido de pertenencia y resistencia: una pertenencia por ser y estar dentro de un grupo determinado y resistencia al diferenciarse de otros grupos y protegerse con el suyo. Los juegos escénicos que se fueron desarrollando durante el taller de teatro comunitario, estaban influenciados por la investigación etnográfica.

Si el cuerpo es un espacio habitado, un territorio en donde los jóvenes viven y ocupan sus procesos identitarios, entonces se configura como un esquema que se construye a partir del contexto del sujeto joven.

Víctor Turner concibe el performance como una actividad separada de la vida cotidiana que ocurre en un espacio delimitado y tiene sus bases en rituales que buscan romper con las normas establecidas. Es un espacio umbral.

El cuerpo de estos jóvenes también representa una liminalidad, un umbral entre su construcción identitaria y el mundo que los rodea, un rito de pasaje que los hace cruzar los límites culturales impuestos por la sociedad para construir sus propias identidades.

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El teatro tiene características liminales, donde el cuerpo del intérprete es el umbral por donde los personajes atraviesan involucrando la energía del actor, su ser, sus experiencias y sus historias de vida, para lograr en ambos una transformación. De esta manera los jóvenes también atravesaban el umbral a través del teatro y de poner su cuerpo en escena, pues esto les permitía hacer conciencia de su presente, de su existencia, de sus dilemas y de sus posibilidades dentro de un sistema que los invisibiliza y los discrimina. Los ejercicios de expresión corporal y de improvisación que se desarrollaron estuvieron influenciados por el proceso de investigación etnográfica, esto permitió que las y los jóvenes a través del juego y la ficción, pero sobre todo a través de poner su cuerpo en el performance para hablar de sus dramas sociales y de sus dilemas culturales, pudieran desde la primera persona hacer consciente, de una manera amable, sus contextos y sus realidades.

Al final del proceso se logró realizar una representación basada en un sketch de comedia del arte, construido a partir de la improvisación y construido en dos sesiones del taller. La investigación con enfoque interdisciplinario permitió complejizar la mirada del análisis, la problematización, pero sobre todo la metodología para intervenir con este grupo de jóvenes, ir limpiando la mirada del racimo, de la discriminación y de la revictimización. El resultado creativo o escénico, se pudo lograr gracias a este diálogo entre el teatro y la etnografía, pues estuvo sostenido en todo momento por el proceso de investigación. Por ello compruebo y afirmo que si una creación escénica está construida por un proceso de investigación con enfoque interdisciplinario y además colectivamente, se puede potenciar la experiencia y por lo tanto los resultados de reflexión social y cultural, tanto en los intérpretes como en el público.


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