Esta semana se llevó a cabo la Cumbre de los BRICS en Rusia, a la cual asistieron más de 20 líderes mundiales, como Narendra Modi de India, Cyril Ramaphosa de Sudáfrica, Xi Jinping de China, y su anfitrión Vladimir Putin.
Entre lo más destacado de esta Cumbre están las declaraciones del presidente chino, quien dio un fuerte mensaje a Occidente asegurando que el mundo podrá estar en caos, pero su amistad y alianza con Rusia está más fuerte que nunca, lo cual significa, en primera instancia, un gran cambio en el poder. Si se ve en el marco general de la guerra en Ucrania y los conflictos en Medio Oriente, podría representar una transformación mayor, en la cual los activos chinos militares y económicos serían un contrapeso importante para Estados Unidos.
Sin embargo, esto que pareciera aterrador, no se refleja en la realidad geopolítica. Los BRICS llevan más de 15 años de ser una alianza, por lo que habría que revisar sus resultados. Si bien no consiguieron, como suponían, un nuevo orden mundial, lograron la creación del Nuevo Banco de Desarrollo como contrapeso al FMI y al Banco Mundial, su expansión con 50 países candidatos para integrarse al bloque, y el uso de monedas locales para transacciones internacionales. Pero lejos de ser la panacea, China enfrenta retos económicos importantes, como no alcanzar sus metas de crecimiento, tener ciudades fantasmas por el colapso del sector inmobiliario, la reducción de salarios y una tasa de desempleo en los jóvenes que alcanza el 17%; mientras que la economía rusa ha tenido declives importantes por las sanciones de Occidente, además de la depreciación de su moneda a más del 20% en los últimos dos años.
México debe tener claridad sobre sus relaciones internacionales; el tema de fondo es que se tiene que hacer lo que más convenga, y esto nos lleva a dos puntos clave: no se puede soslayar que somos socios y vecinos de Estados Unidos, además de ser el país donde más exportamos y del que más importaciones recibimos de todo el mundo, pero tampoco podemos monopolizar la relación económica, política y comercial con un país que también enfrenta retos y decadencias, en el cual debemos tener una gran precisión entre cuándo actuar con prudencia, y cuándo y cómo ser audaces.
La política exterior de la presidenta Claudia Sheinbaum, y de los secretarios de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, y de Economía, Marcelo Ebrard plantea la ruta correcta: por una parte, mantiene la relación con Estados Unidos con diálogo, pero con respeto a nuestra soberanía. Recientemente, el secretario Ebrard también auguró que la cooperación entre ambos países, junto a Canadá, continuará siendo exitosa, y el bloque de Norteamérica seguirá como una de las regiones más prósperas, revisándola en el contexto con las elecciones en Estados Unidos.
Y por el otro lado, con China se tiene una buena relación, de acuerdo con una reciente declaración de la presidenta: “Hay muy buena relación con China. Digamos que lo que no hay es un tratado de libre comercio, entonces hay una relación comercial, pero hay muy buena relación con China”. Mientras que con Rusia también se tiene una relación de cercanía.
Lo más importante en este contexto es que México hoy por hoy ya no es visto como un anexo o un apéndice de EUA, sino como una nación creciente, con vocación de grandeza y respetada por todo el mundo. XXX @LuisH_Fernandez