“En realidad no hay adultos, sólo niños envejecidos”
José Emilio Pacheco
A principios del año que está por concluir, José Emilio Pacheco, el prolífico escritor mexicano ganador del premio Cervantes de literatura, cumplió diez años de haber fallecido, significativa fecha olvidada en estas tierras queretanas. El caso es que el reconocido poeta, ensayista y narrador, aseguró alguna vez, ya entrado en años, que “la vejez es tan individual como el color de los ojos”.
Habría que agregar que la vejez es tan individual como la naturaleza humana, como los gustos particulares, como la condición de diestro o zurdo, como la tendencia a reír o a llorar; la vejez se asume como se es, o como se ha sido a lo largo de la existencia.
Se llega a viejo de pronto, sin sentirlo, y, desde luego, sin asimilarlo. Se llega a viejo sintiéndose joven, tratando de hacer responder a los músculos, a las articulaciones, a la memoria, como respondían tiempo atrás; se llega a una etapa que pudiera ser la mejor de la vida si no tuviera en contra a una sociedad moderna, superficial y práctica que ve a los viejos como un estorbo.
El dicho de “en mis tiempos” se vuelve entonces vigente y nadie parece refutarlo, como si esos “mis tiempos” hubieran sido otros, aquellos en los que el cuerpo respondía con agilidad y el mundo se podía tragar a grandes bocados. Pero en realidad, “mis tiempos”, los “tiempos” de los viejos, son, precisamente éstos, los de ahora, los que se viven a diario, los que se gozan o se padecen, según el caso y las circunstancias. “Tiempos”, eso sí, que nadie parece ver y que va obligando a los viejos a asumirlos como inútiles.
“Hay que darles paso a los jóvenes”, se enarbola como bandera políticamente correcta, como si los jóvenes no debieran abrirse paso por sí mismos, o como si los viejos, que cada vez son más jóvenes, les impidieran caminar cual piedras del camino. Y así, como darles oportunidad a los jóvenes es una obligación social, el hacer a un lado a los viejos no representa un acto mal visto, sino absolutamente normal y lógico.
El mundo lucha contra la discriminación, siempre presente, a los indígenas, a los desamparados, a las mujeres, a los miembros de la comunidad LGTBIQ+, pero nadie parece reparar en la triste, cruda, ingrata y a ratos hasta violenta, discriminación a los viejos, ésos que ya no viven “su tiempo”, sino el “tiempo” de los demás.
Acaso en ámbitos como el de las nuevas tecnologías el mundo tenga razón, pero me pregunto muy seriamente si también lo tiene en el resto de las actividades humanas, incluyendo a la política, donde sus nuevos protagonistas están tan preocupados por hacer Tik Toks y subir a “Insta” sus historias. Ésos que, como los adultos y los viejos, “quieren lo que no tienen”, como diría Pacheco, “obedecen siempre a alguien, no disponen de su existencia…”, Y se preguntan, con cara anodina: “¿Quién es José Emilio Pacheco? ¿Es reggaetonero?