La milpa es un concepto complejo de los pueblos originarios, porque abarca muchas dimensiones, desde lo agrícola, creencias, y también la nutrición. Se sabe que milpa es una palabra que viene del náhuatl: milli, campo y pan, encima; encima del lugar.
Está integrada por la triada mesoamericana: frijol (Phaseolus vulgaris L.); maíz (Zea mays L.), y calabaza (Cucurbita spp.) productos esenciales que se han encontrado en excavaciones que datan de 2 mil a 6 mil años y que seguimos consumiendo.
Bernardino de Sahagún en el Códice Florentino dice que los elementos que la integran no sólo eran utilizados como base importante de la alimentación, si no que eran esenciales en términos médicos y rituales, por lo que eran ofrendados.
Pero la triada mesoamericana es compleja, porque la forma en que se combina lo que se siembra, hace que cada uno de sus elementos aporte algo diferente, nutritivo y rico a este conjunto. Además de que como cultivo, es mucho más provechoso que si sólo se cultiva maíz, pues se tienen alimentos durante todo el año y la tierra se va nutriendo aún más. En ella, crecen también quelite, chiles y verduras y plantas medicinales. En las orillas, se cultivan árboles frutales, magueyes y nopales, que sirven para proteger el interior.
Productores de temporal explican que para preparar la milpa primero se lleva a cabo un proceso conocido como “tumba, roza y quema”, en el que se aprovechan los nutrientes de los vegetales quemados. Después se limpia y prepara la tierra para sembrar de nuevo.
No obstante, retos actuales ambientales y socioeconómicos disminuyen el atractivo de la milpa para los productores por lo que es necesario innovar este sistema de producción sin perder su principal fortaleza, la agrobiodiversidad.
Facebook - Heidy Wagner Laclette