/ domingo 18 de agosto de 2024

Contraluz / Fray Miguel Concha


Hace poco más de un año y medio falleció en la ciudad de México Fray Miguel Concha Malo, O.P. dominico queretano, reconocido y destacado por su labor activa y sustancial de más de 50 años, en la promoción y defensa de los Derechos Humanos a través de su ministerio sacerdotal, de la docencia y del periodismo.

Fray Miguel nació el 8 de agosto de 1945 en Querétaro en el seno de una familia católica.

Estudió, siempre teniendo excelentes calificaciones, primaria y secundaria en el Instituto Queretano para posteriormente hacer la preparatoria en la Universidad Autónoma de Querétaro e iniciar estudios en Derecho en la misma entidad, de la cual se desprendió para solicitar su ingreso en la Orden de los Frailes Dominicos. Realizó sus estudios en Roma, París y Ginebra en los años 60 y 70 del siglo XX. Estudió Teología, Filosofía y Sociología logrando el grado académico de Doctor.

Influyeron de manera decisiva en su formación el movimiento de la Teología de la Liberación y la Pastoral Social de Sur, por lo que la opción por los pobres, los necesitados y excluidos formó en adelante parte esencial de su vida y ministerio. Al concluir su formación religiosa hablaba además del español, italiano, francés e inglés.

Era lector empedernido y piadoso celebrante.

Fumaba y le gustaba el café y no despreciaba, sobre todo cuando hacía frío, tomarse de vez en cuando un tequilita.

Era alto, más de un metro 80, de tez muy blanca, austero y humilde. Le costaba trabajo comprarse ropa, casi nunca lo hacía, dejando a sus hermanas y familia tal afán.

Siempre hablaba con gran cariño de su infancia y su familia. Se recordaba a sí mismo como un niño inquieto, feliz y algo travieso pero responsable y estudioso.

Escribió en Uno más Uno y Punto y después, en 1984 fue fundador y socio de La Jornada donde escribió una columna semanal que se publicaba todos los miércoles.

Como catedrático dio clases en la Universidad Iberoamericana y posteriormente en la UNAM, en el Postgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y en la Facultad de Administración y Contaduría donde impartía la materia de Ética.

En 1984, cuando poco se hablaba del tema, fue cofundador del Centro de Derechos Humanos Francisco de Vitoria que posteriormente presidió.

Ahí pudo advertirse su sustancial vena social y la gran influencia del sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez y la Teología de la Liberación, y la Pastoral Social del Sur y su promotor Mons. Arturo Lona, por lo que para él fue siempre primordial la opción preferencial por los pobres, condensada en los proféticos e innovadores documentos del Celam – Conferencia Episcopal Latinoamericana- de Medellín y Puebla. Con serenidad que rayaba en lo venerable, Fray Miguel supo trasmitir la dignidad de su ministerio sacerdotal con la de defensor y activista en favor de los derechos humanos.

Fray Miguel sufrió también reveses y frustraciones, traiciones y tristezas, pero supo permanecer enhiesto apoyado en la fe y en el ministerio de caridad elegido.

Su partida provocó, como rara vez ocurre, múltiples expresiones de condolencia y de reconocimiento a su legado, del Presidente de la República, de la hoy presidenta electa, de Cuauhtémoc Cárdenas, de Alejandro Encinas, de ministros y congresistas; de organismos y asociaciones en pro de los Derechos Humanos; de campesinos y obreros; de víctimas de abusos y de compañeros de su orden y ministerio sacerdotal.

La recta, humilde y ejemplar trayectoria de Fray Miguel explica este abrumador reconocimiento.

Y es que Fray Miguel optó por el viento de la esperanza al poner sus talentos preferencialmente al servicio de las y los más pobres, de las víctimas de la historia.

Vale además anotar que durante la década de los ochenta del siglo pasado, con muchos y muchas más, Miguel Concha contribuyó a tejer redes de apoyo para el exilio centroamericano. En esos esfuerzos abrió espacio para quienes habían integrado la oficina de Socorro Jurídico del Arzobispado de El Salvador.

De ahí surgió la fundación del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria organización pionera de la defensa de derechos humanos desde la sociedad civil.

Como Director del Centro y parte también de la Academia Mexicana de Derechos Humanos, don Miguel fue una figura esencial en el inicio de la reivindicación cívica de los derechos humanos, en tiempos

donde no existía una institucionalidad pública para la tutela de estos derechos ni normas que los reconocieran legalmente a plenitud. Por ello, al iniciar el siglo, el Padre Concha era ya un referente en la vida cívica nacional, participando en consejos e instancias consultivas de decisión tanto civiles como del ámbito público.

En los años recientes, vivió con desazón los hechos de violencia inhumana, la militarización, el silenciamiento de la prensa en vastas regiones del país, los feminicidios, el retraimiento de parte de su Iglesia de la cuestión social.

Ajeno a toda estridencia Fray Miguel no dejó oportunidad de trasmitir alegría, ni de la necesidad de discernimiento y profundidad, ante la evolución de las problemáticas sociales.

Empero, no dejaba de advertir, estableciendo analogías con un tema recurrente en la historia eclesial, que en el presente se estaba tensando de más el delicado balance entre el componente carismático y el componente institucional de la construcción de lo público, lo que no le parecía positivo para el robustecimiento de la vida democrática nacional.

En su último artículo publicado, Fray Miguel Concha Malo escribió: “La justicia ha sido un pilar fundamental para el bienestar y la paz social, pues a través de ella se busca la igualdad de condiciones y oportunidades para las personas mediante la distribución equitativa de los bienes comunes.

“También pretende transformar los contextos de grupos que históricamente han sido colocados en situación de vulnerabilidad con la finalidad de resguardar sus luchas por medio del reconocimiento y goce de sus derechos humanos".

“Ello se garantiza también mediante instituciones autónomas, plurales y representativas de la diversidad social dentro de los estados a través del reconocimiento de la multiplicidad de actores y voces colectivas, lo cual implica la ampliación de espacios que históricamente han sido de grupos sociales específicos y delegación de poder a quienes no han sido escuchados ni visibilizados”.

Esto sólo ha sido un apunte en torno a la importancia de la figura de Fray Miguel Concha Malo. Deseable es que como queretanos reconozcamos en él, como homenaje sustancial, un ejemplo de tenacidad, congruencia, virtud, activismo y piedad.


Hace poco más de un año y medio falleció en la ciudad de México Fray Miguel Concha Malo, O.P. dominico queretano, reconocido y destacado por su labor activa y sustancial de más de 50 años, en la promoción y defensa de los Derechos Humanos a través de su ministerio sacerdotal, de la docencia y del periodismo.

Fray Miguel nació el 8 de agosto de 1945 en Querétaro en el seno de una familia católica.

Estudió, siempre teniendo excelentes calificaciones, primaria y secundaria en el Instituto Queretano para posteriormente hacer la preparatoria en la Universidad Autónoma de Querétaro e iniciar estudios en Derecho en la misma entidad, de la cual se desprendió para solicitar su ingreso en la Orden de los Frailes Dominicos. Realizó sus estudios en Roma, París y Ginebra en los años 60 y 70 del siglo XX. Estudió Teología, Filosofía y Sociología logrando el grado académico de Doctor.

Influyeron de manera decisiva en su formación el movimiento de la Teología de la Liberación y la Pastoral Social de Sur, por lo que la opción por los pobres, los necesitados y excluidos formó en adelante parte esencial de su vida y ministerio. Al concluir su formación religiosa hablaba además del español, italiano, francés e inglés.

Era lector empedernido y piadoso celebrante.

Fumaba y le gustaba el café y no despreciaba, sobre todo cuando hacía frío, tomarse de vez en cuando un tequilita.

Era alto, más de un metro 80, de tez muy blanca, austero y humilde. Le costaba trabajo comprarse ropa, casi nunca lo hacía, dejando a sus hermanas y familia tal afán.

Siempre hablaba con gran cariño de su infancia y su familia. Se recordaba a sí mismo como un niño inquieto, feliz y algo travieso pero responsable y estudioso.

Escribió en Uno más Uno y Punto y después, en 1984 fue fundador y socio de La Jornada donde escribió una columna semanal que se publicaba todos los miércoles.

Como catedrático dio clases en la Universidad Iberoamericana y posteriormente en la UNAM, en el Postgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y en la Facultad de Administración y Contaduría donde impartía la materia de Ética.

En 1984, cuando poco se hablaba del tema, fue cofundador del Centro de Derechos Humanos Francisco de Vitoria que posteriormente presidió.

Ahí pudo advertirse su sustancial vena social y la gran influencia del sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez y la Teología de la Liberación, y la Pastoral Social del Sur y su promotor Mons. Arturo Lona, por lo que para él fue siempre primordial la opción preferencial por los pobres, condensada en los proféticos e innovadores documentos del Celam – Conferencia Episcopal Latinoamericana- de Medellín y Puebla. Con serenidad que rayaba en lo venerable, Fray Miguel supo trasmitir la dignidad de su ministerio sacerdotal con la de defensor y activista en favor de los derechos humanos.

Fray Miguel sufrió también reveses y frustraciones, traiciones y tristezas, pero supo permanecer enhiesto apoyado en la fe y en el ministerio de caridad elegido.

Su partida provocó, como rara vez ocurre, múltiples expresiones de condolencia y de reconocimiento a su legado, del Presidente de la República, de la hoy presidenta electa, de Cuauhtémoc Cárdenas, de Alejandro Encinas, de ministros y congresistas; de organismos y asociaciones en pro de los Derechos Humanos; de campesinos y obreros; de víctimas de abusos y de compañeros de su orden y ministerio sacerdotal.

La recta, humilde y ejemplar trayectoria de Fray Miguel explica este abrumador reconocimiento.

Y es que Fray Miguel optó por el viento de la esperanza al poner sus talentos preferencialmente al servicio de las y los más pobres, de las víctimas de la historia.

Vale además anotar que durante la década de los ochenta del siglo pasado, con muchos y muchas más, Miguel Concha contribuyó a tejer redes de apoyo para el exilio centroamericano. En esos esfuerzos abrió espacio para quienes habían integrado la oficina de Socorro Jurídico del Arzobispado de El Salvador.

De ahí surgió la fundación del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria organización pionera de la defensa de derechos humanos desde la sociedad civil.

Como Director del Centro y parte también de la Academia Mexicana de Derechos Humanos, don Miguel fue una figura esencial en el inicio de la reivindicación cívica de los derechos humanos, en tiempos

donde no existía una institucionalidad pública para la tutela de estos derechos ni normas que los reconocieran legalmente a plenitud. Por ello, al iniciar el siglo, el Padre Concha era ya un referente en la vida cívica nacional, participando en consejos e instancias consultivas de decisión tanto civiles como del ámbito público.

En los años recientes, vivió con desazón los hechos de violencia inhumana, la militarización, el silenciamiento de la prensa en vastas regiones del país, los feminicidios, el retraimiento de parte de su Iglesia de la cuestión social.

Ajeno a toda estridencia Fray Miguel no dejó oportunidad de trasmitir alegría, ni de la necesidad de discernimiento y profundidad, ante la evolución de las problemáticas sociales.

Empero, no dejaba de advertir, estableciendo analogías con un tema recurrente en la historia eclesial, que en el presente se estaba tensando de más el delicado balance entre el componente carismático y el componente institucional de la construcción de lo público, lo que no le parecía positivo para el robustecimiento de la vida democrática nacional.

En su último artículo publicado, Fray Miguel Concha Malo escribió: “La justicia ha sido un pilar fundamental para el bienestar y la paz social, pues a través de ella se busca la igualdad de condiciones y oportunidades para las personas mediante la distribución equitativa de los bienes comunes.

“También pretende transformar los contextos de grupos que históricamente han sido colocados en situación de vulnerabilidad con la finalidad de resguardar sus luchas por medio del reconocimiento y goce de sus derechos humanos".

“Ello se garantiza también mediante instituciones autónomas, plurales y representativas de la diversidad social dentro de los estados a través del reconocimiento de la multiplicidad de actores y voces colectivas, lo cual implica la ampliación de espacios que históricamente han sido de grupos sociales específicos y delegación de poder a quienes no han sido escuchados ni visibilizados”.

Esto sólo ha sido un apunte en torno a la importancia de la figura de Fray Miguel Concha Malo. Deseable es que como queretanos reconozcamos en él, como homenaje sustancial, un ejemplo de tenacidad, congruencia, virtud, activismo y piedad.