/ viernes 15 de noviembre de 2024

Contraluz / San Francisquito

Crisol de tradiciones, sincretismo, cultura, historia y memoria, el barrio de San Francisquito tan añejo como la misma ciudad a la que pertenece, se yergue hoy en día orgulloso de su origen y preocupado por lo que hoy llaman gentrificación (invasión de extraños que desconocen e inhuman su ser vital).

Tengo para mí tres escenas lejanas que persisten con luminosa claridad en la memoria pese a brumas y bromas del tiempo: un tío, José María Esquivel, me contaba que cuando estaba en el Colegio Civil a veces, en alguna pinta, iban al barrio de San Francisquito a curiosear y a conocer sobre todo los fumaderos de opio que a principios del siglo pasado se escondían tras cortinas de cambaya, manta y plumas en algunas casas; los bailes de los danzantes en fiestas de la Santa Cruz y la Divina Pastora, con brillantes atuendos, música ritual, karmática y monótona, en medio de incienso y copal; y la feliz recomendación, un día en que adolorido en serio por una caída que me dejó paralizado el brazo derecho, de alguien que me aconsejó “ve a ver a doña “Mari” allá en San Francisquito, ella te puede curar”, fui y tuve alivio total en menos de una semana.

Las grandes fiestas patronales que aún se celebran con enorme entusiasmo y participación son la Exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre y la de la Divina Pastora el 8 del mismo mes.

Divina Pastora

Respecto a esta última, don Valentín F. Frías escribió en sus Leyendas y Tradiciones Queretanas que allá por los años de 1750 existió un lego en el Colegio Apostólico (La Cruz) “muy amante de la Santísima Virgen bajo la advocación de la Divina Pastora” quien “mandó hacer una imagen de bulto” misma que llevó después a su residencia en el barrio de San Francisquito, frente a la capilla, donde se casó y falleció poco tiempo después.

Don Francisco Alday alto personaje de la ciudad, recibió de la venerada imagen de la Divina Pastora, tiempo después un “especial beneficio” por lo ofreció levantarle un templo digno “cuya primera piedra se colocó el 30 de agosto de 1785, dedicándose solemnemente el templo ya concluido el 8 de septiembre de 1786, fiesta de la natividad de la santísima Virgen, en cuya fecha desde entonces se celebra la fiesta titular”.

José Gerardo Bohórquez refiere que “la fiesta patronal de la Divina Pastora, una devoción de origen español que se realiza desde fines del siglo XVIII, se lleva a cabo con la participación de la feligresía del barrio. Luce con sus cantos y alegría de los gallos y estrellas de papel. Igualmente, en la fiesta se realiza una procesión de imágenes peregrinas acompañadas por concheros.

“Las tradiciones religiosas de San Francisquito, añade Bohórquez, han sido calificadas como fanatismo, algo sin base racional. Por el contrario, tienen un origen milenario y se fundamentan como prácticas del sincretismo: en estas celebraciones y sus ritos se dejan ver no sólo las actuales creencias y esperanzas del pueblo, sino sus raíces ancestrales, como un todo donde el tronco y las ramas del catolicismo popular no podrían vivir sin la savia milenaria que lo alimenta”.

Templo y parroquia

El origen del barrio de San Francisquito está en la génesis de la ciudad misma de Querétaro donde desde julio de 1531 se demarcaron los límites entre españoles e indios, los cuales quedaron a prudente distancia de seguridad: al sureste del centro de la ciudad “en el Barrio de la Loma” entre 1531 y 1538, se estableció la congregación de indios. Tiempo después los frailes del Convento de Propaganda Fide, levantaron una Capilla para colocar en ella la Imagen de San Francisco. Los vecinos del barrio la empezaron a llamar: “Templo de San Francisquito” para no confundirla con el Templo mayor de San Francisco en el centro de la ciudad. Tiempo después, como se dijo arriba, surgió la devoción a la Divina Pastora inspirada por el lego franciscano en 1750.

El barrio de San Francisquito como lo conocemos hoy fue erigido en 1796 y estaba delimitado por las calles que en ese entonces se llamaban callejón del Diamante, calle del Desafío y Culebra, que hoy son las calles de Altamirano, Carrera de Callejas y la actual avenida Constituyentes.

El 22 de abril de 1805, El Ilmo. Sr. Dr. D. Francisco Xavier Lizana y Beaumont, Arzobispo de México, procedió a la división de la Parroquia de Santiago, creando así la parroquia de la Divina Pastora. Pero al cabo de algunos años de haber sido Iglesia Parroquial, el templo quedó solamente como auxiliar de la Parroquia de Santiago. En 1941 se anunció la venida a este barrio de los Padres Salesianos, pero ello nunca sucedió.

Resurgimiento

En septiembre de 1954 el padre Agustín Saavedra Sosa fue nombrado Vicario Cooperador de las Parroquias del Sagrado Corazón y Santiago con residencia en la Iglesia de la Divina Pastora (San Francisquito). Ahí encontró campo propicio para la evangelización e impulso del desarrollo social y humano del barrio en el que por decreto del obispo Marciano Tinajero y Estrada, fechado el 2 de agosto de 1956, San Francisquito volvió a ser sede Parroquial.

Nacieron con dicha sede una gran escuela digna; se construyó el departamento “San Juan Bosco” destinado a albergar a algunos huérfanos; se construyó la “Casa del Obrero” –en dicho barrio estuvo la industria textil San José de la Montaña, después Lanas Merino - para que los obreros tuvieran allí instrucción, atención religiosa y honesto esparcimiento.

Además se fundaron grupos de la Acción Católica, un dispensario médico; y el primero de noviembre 1958, nació ahí la Caja de Ahorro y Préstamo “Divina Pastora”, que después cambiaría su nombre por el de “Gonzalo Vega”.

Lamentablemente con el paso del tiempo disminuyeron algunas prácticas tradicionales de comprobada eficacia como la de curanderos, hueseros, sanadores y parteras, así como de medicina auténticamente natural que se trasmitían de generación en generación.

Los curanderos, hueseros y chamanes eran poseedores de un gran bagaje cultural sobre plantas y talismanes; emplean hierbas como el gordolobo para sacar las flemas; el palo de pingüica para el riñón; la hierba del perro o escoba blanca para la diarrea; la borra para la calentura, y hierbas como la altamisa, el pirul, romero, ruda y albahaca para hacer limpias.

Barrio indígena

En el mes de abril de 2023 en Sesión Ordinaria de Cabildo, el Ayuntamiento de Querétaro reconoció a San Francisquito como Barrio Indígena del municipio.

El día 4 aprobó la iniciativa que reforma el Artículo 3 fracción XII de la Ley de Derechos y Cultura de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Querétaro; el presidente municipal, Luis Nava, recordó entonces que San Francisquito es un barrio cuyas tradiciones, idiosincrasia, identidad, prácticas y creencias han sobrevivido hasta la actualidad.

“Este acuerdo, pues, no otorga al San Francisquito la categoría de barrio indígena, sino que se la reconoce, le reconoce lo que le es propio, le hace justicia. Asumamos un compromiso con el barrio y con su gente, para que vivan mejor, para que cuidemos de San Francisquito, para que tenga un mejor futuro en el que su historia perdure como lo que es: el primer barrio de nuestra ciudad, de la ciudad que tanto queremos”, sentenció.

Luis Nava señaló la importancia de este barrio por sus prácticas culturales, usos y costumbres como son sus fiestas patronales y la danza de los concheros; además de la medicina tradicional, artesanías y lugares sagrados, elementos que hacen la diferencia para reconocerle, y así sus habitantes tengan el derecho a vivir sus tradiciones culturales en libertad, paz, seguridad y justicia.

El Sitio en San Francisquito

Vale anotar por último que Valentín F. Frías al referirse al templo parroquial anota: “También este templo, como todos los de esta histórica ciudad, ha sido teatro de sucesos militares más o menos importantes.

“El 14 de marzo de 1867, primer día de combate en el memorable Sitio, fue tomado por los republicanos y guarecido con piezas de artillería que hacían mucho mal a los sitiados, pero pronto fue recuperado.

“Desde la torre de este templo presenciaron el Emperador y sus generales el arrojo del valiente Coronel (Feliciano) Rodríguez al querer tomar la garita, siendo atravesado por una bala enemiga el 1º de mayo, y cuya pérdida fue irreparable”.

Crisol de tradiciones, sincretismo, cultura, historia y memoria, el barrio de San Francisquito tan añejo como la misma ciudad a la que pertenece, se yergue hoy en día orgulloso de su origen y preocupado por lo que hoy llaman gentrificación (invasión de extraños que desconocen e inhuman su ser vital).

Tengo para mí tres escenas lejanas que persisten con luminosa claridad en la memoria pese a brumas y bromas del tiempo: un tío, José María Esquivel, me contaba que cuando estaba en el Colegio Civil a veces, en alguna pinta, iban al barrio de San Francisquito a curiosear y a conocer sobre todo los fumaderos de opio que a principios del siglo pasado se escondían tras cortinas de cambaya, manta y plumas en algunas casas; los bailes de los danzantes en fiestas de la Santa Cruz y la Divina Pastora, con brillantes atuendos, música ritual, karmática y monótona, en medio de incienso y copal; y la feliz recomendación, un día en que adolorido en serio por una caída que me dejó paralizado el brazo derecho, de alguien que me aconsejó “ve a ver a doña “Mari” allá en San Francisquito, ella te puede curar”, fui y tuve alivio total en menos de una semana.

Las grandes fiestas patronales que aún se celebran con enorme entusiasmo y participación son la Exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre y la de la Divina Pastora el 8 del mismo mes.

Divina Pastora

Respecto a esta última, don Valentín F. Frías escribió en sus Leyendas y Tradiciones Queretanas que allá por los años de 1750 existió un lego en el Colegio Apostólico (La Cruz) “muy amante de la Santísima Virgen bajo la advocación de la Divina Pastora” quien “mandó hacer una imagen de bulto” misma que llevó después a su residencia en el barrio de San Francisquito, frente a la capilla, donde se casó y falleció poco tiempo después.

Don Francisco Alday alto personaje de la ciudad, recibió de la venerada imagen de la Divina Pastora, tiempo después un “especial beneficio” por lo ofreció levantarle un templo digno “cuya primera piedra se colocó el 30 de agosto de 1785, dedicándose solemnemente el templo ya concluido el 8 de septiembre de 1786, fiesta de la natividad de la santísima Virgen, en cuya fecha desde entonces se celebra la fiesta titular”.

José Gerardo Bohórquez refiere que “la fiesta patronal de la Divina Pastora, una devoción de origen español que se realiza desde fines del siglo XVIII, se lleva a cabo con la participación de la feligresía del barrio. Luce con sus cantos y alegría de los gallos y estrellas de papel. Igualmente, en la fiesta se realiza una procesión de imágenes peregrinas acompañadas por concheros.

“Las tradiciones religiosas de San Francisquito, añade Bohórquez, han sido calificadas como fanatismo, algo sin base racional. Por el contrario, tienen un origen milenario y se fundamentan como prácticas del sincretismo: en estas celebraciones y sus ritos se dejan ver no sólo las actuales creencias y esperanzas del pueblo, sino sus raíces ancestrales, como un todo donde el tronco y las ramas del catolicismo popular no podrían vivir sin la savia milenaria que lo alimenta”.

Templo y parroquia

El origen del barrio de San Francisquito está en la génesis de la ciudad misma de Querétaro donde desde julio de 1531 se demarcaron los límites entre españoles e indios, los cuales quedaron a prudente distancia de seguridad: al sureste del centro de la ciudad “en el Barrio de la Loma” entre 1531 y 1538, se estableció la congregación de indios. Tiempo después los frailes del Convento de Propaganda Fide, levantaron una Capilla para colocar en ella la Imagen de San Francisco. Los vecinos del barrio la empezaron a llamar: “Templo de San Francisquito” para no confundirla con el Templo mayor de San Francisco en el centro de la ciudad. Tiempo después, como se dijo arriba, surgió la devoción a la Divina Pastora inspirada por el lego franciscano en 1750.

El barrio de San Francisquito como lo conocemos hoy fue erigido en 1796 y estaba delimitado por las calles que en ese entonces se llamaban callejón del Diamante, calle del Desafío y Culebra, que hoy son las calles de Altamirano, Carrera de Callejas y la actual avenida Constituyentes.

El 22 de abril de 1805, El Ilmo. Sr. Dr. D. Francisco Xavier Lizana y Beaumont, Arzobispo de México, procedió a la división de la Parroquia de Santiago, creando así la parroquia de la Divina Pastora. Pero al cabo de algunos años de haber sido Iglesia Parroquial, el templo quedó solamente como auxiliar de la Parroquia de Santiago. En 1941 se anunció la venida a este barrio de los Padres Salesianos, pero ello nunca sucedió.

Resurgimiento

En septiembre de 1954 el padre Agustín Saavedra Sosa fue nombrado Vicario Cooperador de las Parroquias del Sagrado Corazón y Santiago con residencia en la Iglesia de la Divina Pastora (San Francisquito). Ahí encontró campo propicio para la evangelización e impulso del desarrollo social y humano del barrio en el que por decreto del obispo Marciano Tinajero y Estrada, fechado el 2 de agosto de 1956, San Francisquito volvió a ser sede Parroquial.

Nacieron con dicha sede una gran escuela digna; se construyó el departamento “San Juan Bosco” destinado a albergar a algunos huérfanos; se construyó la “Casa del Obrero” –en dicho barrio estuvo la industria textil San José de la Montaña, después Lanas Merino - para que los obreros tuvieran allí instrucción, atención religiosa y honesto esparcimiento.

Además se fundaron grupos de la Acción Católica, un dispensario médico; y el primero de noviembre 1958, nació ahí la Caja de Ahorro y Préstamo “Divina Pastora”, que después cambiaría su nombre por el de “Gonzalo Vega”.

Lamentablemente con el paso del tiempo disminuyeron algunas prácticas tradicionales de comprobada eficacia como la de curanderos, hueseros, sanadores y parteras, así como de medicina auténticamente natural que se trasmitían de generación en generación.

Los curanderos, hueseros y chamanes eran poseedores de un gran bagaje cultural sobre plantas y talismanes; emplean hierbas como el gordolobo para sacar las flemas; el palo de pingüica para el riñón; la hierba del perro o escoba blanca para la diarrea; la borra para la calentura, y hierbas como la altamisa, el pirul, romero, ruda y albahaca para hacer limpias.

Barrio indígena

En el mes de abril de 2023 en Sesión Ordinaria de Cabildo, el Ayuntamiento de Querétaro reconoció a San Francisquito como Barrio Indígena del municipio.

El día 4 aprobó la iniciativa que reforma el Artículo 3 fracción XII de la Ley de Derechos y Cultura de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Querétaro; el presidente municipal, Luis Nava, recordó entonces que San Francisquito es un barrio cuyas tradiciones, idiosincrasia, identidad, prácticas y creencias han sobrevivido hasta la actualidad.

“Este acuerdo, pues, no otorga al San Francisquito la categoría de barrio indígena, sino que se la reconoce, le reconoce lo que le es propio, le hace justicia. Asumamos un compromiso con el barrio y con su gente, para que vivan mejor, para que cuidemos de San Francisquito, para que tenga un mejor futuro en el que su historia perdure como lo que es: el primer barrio de nuestra ciudad, de la ciudad que tanto queremos”, sentenció.

Luis Nava señaló la importancia de este barrio por sus prácticas culturales, usos y costumbres como son sus fiestas patronales y la danza de los concheros; además de la medicina tradicional, artesanías y lugares sagrados, elementos que hacen la diferencia para reconocerle, y así sus habitantes tengan el derecho a vivir sus tradiciones culturales en libertad, paz, seguridad y justicia.

El Sitio en San Francisquito

Vale anotar por último que Valentín F. Frías al referirse al templo parroquial anota: “También este templo, como todos los de esta histórica ciudad, ha sido teatro de sucesos militares más o menos importantes.

“El 14 de marzo de 1867, primer día de combate en el memorable Sitio, fue tomado por los republicanos y guarecido con piezas de artillería que hacían mucho mal a los sitiados, pero pronto fue recuperado.

“Desde la torre de este templo presenciaron el Emperador y sus generales el arrojo del valiente Coronel (Feliciano) Rodríguez al querer tomar la garita, siendo atravesado por una bala enemiga el 1º de mayo, y cuya pérdida fue irreparable”.