/ jueves 7 de marzo de 2024

Diversidades | Un 8 de marzo muy especial 

Ni una más, ni una menos


Hoy les contaré que fui invitado por la iglesia incluyente “Puentes de Luz” al servicio de fe que organizaron el pasado domingo 3 de marzo, con motivo de la conmemoración del 8 de marzo, día de las niñas y las mujeres.

El evento fue muy interesante, ya que el canto de bienvenida fue el performance colectivo de la colectiva feminista chilena Las Tesis “Un violador en tu camino” que se hizo viral allá en noviembre de 2019; dicho canto puso el contexto para el encendido de las velas: la primera vela se encendió en memoria de todas las mujeres asesinadas y por las activistas, por su lucha valiente y constante por todas las mujeres maltratadas, violentadas, asesinadas o desaparecidas, y porque no queden impunes estos delitos. La segunda vela se encendió para recordar que el 1 de marzo fue el día internacional de la cero discriminación y para que cese la persecución del colectivo Arcoíris y puedan vivir tal como son sin ocultarse o con miedo y por la libertad de Manuel Guerrero preso en Qatar por su orientación sexual.

La primera lectura fue el pasaje de Ruth y Noemí que habla de profunda sororidad y cuidado mutuo entre ellas y la segunda, fue una lectura contemporánea que nos habló de quiénes son las bienaventuradas hoy: quienes abrazan a todas las mujeres sin importar credo, país o preferencia sexo-genérica, porque ellas crecerán en amor y sabiduría. El evangelio leído fue el pasaje de la fe de la mujer cananea, que cuestionó a Jesús por su selectividad para dar la salud a su hija, sólo por el hecho de ser una mujer no judía. Ese cuestionamiento, hizo reflexionar a Jesús acerca de la universalidad de su ministerio y a partir de ese cuestionamiento, podríamos decir que nació el cristianismo, ampliando las enseñanzas de Jesús y sus milagros a todos los pueblos del mundo y a todas las personas sin discriminación alguna.

Cuando vino la ceremonia de la comunión, grande fue mi sorpresa al ver que las tres mujeres presentes en ese servicio de fe pasaron al frente y consagraron el pan y el vino y dieron la comunión. Fue un momento muy emotivo, el ver a tres mujeres diferentes, representando tres formas de ser mujer, unidas dando la comunión. Allí vimos a una mujer heterosexual, madre de familia y viuda, a una mujer lesbiana y también viuda y a una joven mujer transgénero, las tres, ofreciendo la comunión a los hombres de la congregación.

Después, en el espacio de testimonios y conversatorio, cada una nos habló desde su ser, lo que para ellas representaba el 8M, la mujer mayor viuda y lesbiana nos recordó sus años universitarios, allá en los 70’s, cuando grandes feministas mexicanas recorrían las aulas universitarias hablando a las mujeres de la historia del feminismo, desde la declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana que escribió Olympe de Gouges en 1791, pasando por los congresos feministas en Yucatán de principios del siglo XX y nos recordó la frase feminista acuñada en esos años 70s y que cambió muchas vidas: “Lo personal es político”, y terminó comentando los retos que tienen todas las mujeres para acabar con la violencia machista en todos los aspectos de la vida, en las familias, en las escuelas, en las iglesias, en los gobiernos y en el movimiento feminista mismo, que últimamente está fallando en uno de sus pilares que es la igualdad y no discriminación, cuando excluye a las mujeres trans.

La mujer mayor, viuda y heterosexual nos compartió que ahora se siente libre y feliz, pero que no siempre fue así, que de joven también allá por los 60’s, fue educada a cuidar y criar a su familia y atender y a obedecer a su marido, como la única forma válida de ser mujer. Que su marido no la dejó trabajar nunca, aunque ella deseaba aprovechar sus conocimientos en las relaciones humanas para aportar al sostenimiento de su hogar. Ahora ya viuda y mayor, recuerda esos momentos de su vida como algo agridulces, pero se siente feliz de haber criado hijas e hijos maravillosos y ahora poder compartir su tiempo también con una familia por elección donde aprende y se siente amada.

La joven mujer transgénero se dijo heredera de las luchas de todas las mujeres que la precedieron y que las honra porque sin la lucha de ellas, ella simplemente no existiría, que está en este momento en su proceso de trámite legal de cambio de identidad de género y que espera con ansia tener su nueva acta de nacimiento para poder trabajar sin discriminación. Que cambiará su nombre a uno en honor de una amiga querida que fue asesinada en su estado natal y que cuando tenga sus nuevos papeles que la reconozcan oficialmente como mujer, volverá literalmente a nacer.

En ese momento, el pastor de la iglesia dijo: las mujeres han hablado y los hombres callamos, es lo mínimo que podemos hacer los hombres para conmemorar este 8 de marzo.

Ya para terminar, uno de los varones nos pidió tomarnos de las manos y leyó la oración titulada “Madre Nuestra que estas en los Cielos”, que hizo que se me enchinara la piel de la emoción.

Finalmente, el servicio conmemorativo del 8 de marzo, día de las niñas y las mujeres, terminó con el canto “Canción sin miedo” de Vivir Quintana, que nos recordó que hay todavía muchas cosas por hacer juntas mujeres y hombres, para acabar con la violencia machista que nos separa y violenta a todas las personas, sobre todo a las más débiles y vulnerables: niñas, niños, adolescencias, mujeres, personas racializadas, pobres, con discapacidad y LGBTIQ+.


* Vocero del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico

Ni una más, ni una menos


Hoy les contaré que fui invitado por la iglesia incluyente “Puentes de Luz” al servicio de fe que organizaron el pasado domingo 3 de marzo, con motivo de la conmemoración del 8 de marzo, día de las niñas y las mujeres.

El evento fue muy interesante, ya que el canto de bienvenida fue el performance colectivo de la colectiva feminista chilena Las Tesis “Un violador en tu camino” que se hizo viral allá en noviembre de 2019; dicho canto puso el contexto para el encendido de las velas: la primera vela se encendió en memoria de todas las mujeres asesinadas y por las activistas, por su lucha valiente y constante por todas las mujeres maltratadas, violentadas, asesinadas o desaparecidas, y porque no queden impunes estos delitos. La segunda vela se encendió para recordar que el 1 de marzo fue el día internacional de la cero discriminación y para que cese la persecución del colectivo Arcoíris y puedan vivir tal como son sin ocultarse o con miedo y por la libertad de Manuel Guerrero preso en Qatar por su orientación sexual.

La primera lectura fue el pasaje de Ruth y Noemí que habla de profunda sororidad y cuidado mutuo entre ellas y la segunda, fue una lectura contemporánea que nos habló de quiénes son las bienaventuradas hoy: quienes abrazan a todas las mujeres sin importar credo, país o preferencia sexo-genérica, porque ellas crecerán en amor y sabiduría. El evangelio leído fue el pasaje de la fe de la mujer cananea, que cuestionó a Jesús por su selectividad para dar la salud a su hija, sólo por el hecho de ser una mujer no judía. Ese cuestionamiento, hizo reflexionar a Jesús acerca de la universalidad de su ministerio y a partir de ese cuestionamiento, podríamos decir que nació el cristianismo, ampliando las enseñanzas de Jesús y sus milagros a todos los pueblos del mundo y a todas las personas sin discriminación alguna.

Cuando vino la ceremonia de la comunión, grande fue mi sorpresa al ver que las tres mujeres presentes en ese servicio de fe pasaron al frente y consagraron el pan y el vino y dieron la comunión. Fue un momento muy emotivo, el ver a tres mujeres diferentes, representando tres formas de ser mujer, unidas dando la comunión. Allí vimos a una mujer heterosexual, madre de familia y viuda, a una mujer lesbiana y también viuda y a una joven mujer transgénero, las tres, ofreciendo la comunión a los hombres de la congregación.

Después, en el espacio de testimonios y conversatorio, cada una nos habló desde su ser, lo que para ellas representaba el 8M, la mujer mayor viuda y lesbiana nos recordó sus años universitarios, allá en los 70’s, cuando grandes feministas mexicanas recorrían las aulas universitarias hablando a las mujeres de la historia del feminismo, desde la declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana que escribió Olympe de Gouges en 1791, pasando por los congresos feministas en Yucatán de principios del siglo XX y nos recordó la frase feminista acuñada en esos años 70s y que cambió muchas vidas: “Lo personal es político”, y terminó comentando los retos que tienen todas las mujeres para acabar con la violencia machista en todos los aspectos de la vida, en las familias, en las escuelas, en las iglesias, en los gobiernos y en el movimiento feminista mismo, que últimamente está fallando en uno de sus pilares que es la igualdad y no discriminación, cuando excluye a las mujeres trans.

La mujer mayor, viuda y heterosexual nos compartió que ahora se siente libre y feliz, pero que no siempre fue así, que de joven también allá por los 60’s, fue educada a cuidar y criar a su familia y atender y a obedecer a su marido, como la única forma válida de ser mujer. Que su marido no la dejó trabajar nunca, aunque ella deseaba aprovechar sus conocimientos en las relaciones humanas para aportar al sostenimiento de su hogar. Ahora ya viuda y mayor, recuerda esos momentos de su vida como algo agridulces, pero se siente feliz de haber criado hijas e hijos maravillosos y ahora poder compartir su tiempo también con una familia por elección donde aprende y se siente amada.

La joven mujer transgénero se dijo heredera de las luchas de todas las mujeres que la precedieron y que las honra porque sin la lucha de ellas, ella simplemente no existiría, que está en este momento en su proceso de trámite legal de cambio de identidad de género y que espera con ansia tener su nueva acta de nacimiento para poder trabajar sin discriminación. Que cambiará su nombre a uno en honor de una amiga querida que fue asesinada en su estado natal y que cuando tenga sus nuevos papeles que la reconozcan oficialmente como mujer, volverá literalmente a nacer.

En ese momento, el pastor de la iglesia dijo: las mujeres han hablado y los hombres callamos, es lo mínimo que podemos hacer los hombres para conmemorar este 8 de marzo.

Ya para terminar, uno de los varones nos pidió tomarnos de las manos y leyó la oración titulada “Madre Nuestra que estas en los Cielos”, que hizo que se me enchinara la piel de la emoción.

Finalmente, el servicio conmemorativo del 8 de marzo, día de las niñas y las mujeres, terminó con el canto “Canción sin miedo” de Vivir Quintana, que nos recordó que hay todavía muchas cosas por hacer juntas mujeres y hombres, para acabar con la violencia machista que nos separa y violenta a todas las personas, sobre todo a las más débiles y vulnerables: niñas, niños, adolescencias, mujeres, personas racializadas, pobres, con discapacidad y LGBTIQ+.


* Vocero del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico