/ domingo 17 de noviembre de 2019

El Cronista sanjuanense - El puente de fierro de San Juan del Río

El Ferrocarril Central Mexicano, que tendió sus vías pasando Tula acercándose a San Juan del Río. El 16 de noviembre del año 1881, arribó el ferrocarril por primera vez a suelo queretano, a las nueve treinta de la mañana de ese día una locomotora llegó a un paraje oriental del territorio estatal llamado “Paso de Mata” en San Juan del Río, escuchándose allí por vez primera el silbido de ese signo del progreso y la civilización.

Propiamente a la ciudad, el ferrocarril llegó el 2 de diciembre de 1881, fecha que se considera como la oficial de llegada del tren hasta la estación de San Juan del Río.

El 26 de mayo del año de aquel año, en San Juan del Río, se colocó la primera piedra para construir el puente del ferrocarril que uniría la Ciudad de México con la capital del estado de Querétaro. Se habían construido quince puentes de hierro en el país en las rutas del tren para cuando se construyó el de San Juan del Río, en total fueron veintiuno los que se levantaron. Este puente tuvo que construirse para lograr cruzar sobre el río San Juan, que en ese tiempo era muy caudaloso. Tuvo 45 metros de extensión, lo que lo hizo el más imponente en toda la ruta. El puente de hierro, además de ser una proeza de la ingeniería, era muy hermoso.

La primera piedra de la base para la construcción de este puente fue colocada por Jesús Domínguez, prefecto político de San Juan del Río. En los cimientos, se instaló una caja de zinc (este metal, ante la presencia de humedad, forma una capa superficial de óxido o carbonato básico que lo aísla y lo protege de la corrosión) conteniendo una moneda de las acuñadas en 1881, un calendario del mismo año, un número del periódico queretano “La Sombra de Arteaga”, un Diario Oficial del gobierno federal y un número del “Monitor Republicano”, entre otros periódicos y documentos.

El puente de San Juan del Río estaba hecho de acero con la tecnología ideada por Albert Fink, un ingeniero alemán-estadounidense que construyó puentes enormes sobre los ríos Cumberland y Ohio. La aportación de Fink fue la utilización de unos tensores con los que se disminuía marcadamente el número de bases que soportaran al puente en los ríos o barrancas; para un puente mayor de 15 a 20 metros el sistema Fink no necesitaba ningún poste intermedio, bastaba con los apoyos de los extremos.

El avance en las vías de comunicación y las monumentales obras de este tipo en aquellos tiempos del porfiriato, vinieron a darle a San Juan del Río mayor progreso y desarrollo económico que, paradójicamente, decayó al surgir la Revolución mexicana.

El que conocemos y mentamos como “Puente de Fierro” en San Juan actualmente, no ha sido el único, en el tiempo ha habido tres puentes de fierro los cuales tienen antecedente a partir de que el primero fue dinamitado en tiempos de la Revolución.

En la segunda década del siglo XX, Francisco Villa solicitó urgentemente a Roque González Garza que las fuerzas de la capital del país cortar las vías férreas que comunicaban a Álvaro Obregón con Veracruz. Los zapatistas intentaron hacerlo en Ometusco (ubicado en Axapusco, Estado de México), pero fueron rechazados por las fuerzas carrancistas el 23 de marzo de 1917. El día 24, Obregón partió hacia San Juan del Río. Sin embargo el puente del ferrocarril situado delante de su estación había sido dinamitado por los villistas, dado que San Juan era punto estratégico hacia la capital del país. Obregón tuvo que emprender la reconstrucción del puente. Esos trabajos se realizaron de día y de noche, bajo la supervisión del señor J.P. Kaftanish.

En ese mismo año (1917) se construyó un segundo puente, no tan estético como el primero pero sí igual de funcional, que estuvo en funcionamiento hasta que antes de la década de los años 40’s de ese siglo, fuera sustituido por el que da servicio hasta hoy.