/ domingo 17 de noviembre de 2024

El cronista sanjuanense / Laura de la Torre Díaz (1865 1957)

Nació en San Juan del Río hacia 1865. Sus padres fueron don Gerardo de la Torre y doña Laura Díaz Domínguez. Fue nieta por línea materna de don Antonio Díaz Torres y de doña Soledad Domínguez. Y bisnieta de don Esteban Díaz González, ilustre benefactor de San Juan del Río que dio su nombre a la calle de “Don Esteban” (actual 16 de Septiembre) y de doña Ramona Torres y Arroyo.

A los doce años de su edad falleció su padre y entró al convento junto con su madre, ya viu­da, doña Laura Díaz Domínguez, quien no pudo soportar la austera Regla de las reli­giosas Carmelitas Descalzas e ingresó al convento de las Madres Concepcionistas, ubicado en Tacubaya, donde murió en olor de santidad. Al entrar al convento, Laura de la Torre tomó el nombre de Teresa María de la Inmaculada Concepción. Recibió el hábito el 8 de abril de 1885 —a edad de veinte años— y profesó el 14 de abril de 1886.

Gracias a la tolerancia religiosa del gobierno del presidente Porfirio Díaz, fue posible la formación de una nueva comunidad de Religiosas Carmelitas Descalzas en la ciudad de Querétaro, lo cual permitió el obispo Manuel Rivera luego de asumir la Diócesis en 1908 a la muerte de don Rafael Sabás Camacho. Así lo hizo a solici­tud de la madre sor Teresa María de la Concepción, entonces priora del convento de San José de la ciudad de México.

Sor María Teresa de la Concepción fue la fundadora y primera priora de la segunda comunidad de religiosas Carmelitas Descalzas de la ciudad Santiago de Querétaro, hasta 1912, en que fue electa la madre Elisa María del Santísimo Sacramento durante el capítulo que se llevó a cabo en diciembre de ese año. Como sub‑priora se designó la madre María de la Concepción del Niño Jesús, mientras que la madre María Teresa quedó como Maestra de Novicias.

La muerte del obispo Rivera, ocurrida el 2 de mayo de 1914, trastornó a la nueva comunidad, pues les pidieron desocupar la casa que era propiedad de familiares del prelado. Dos meses después, llegaron a Querétaro las fuerzas carrancistas, cometiendo toda clase de atropellos, principalmente con las personas del clero y las socialmente acomodadas. Los benefactores del convento se fueron a la Ciudad de México, ante las exigencias de los revolucionarios que les pedían fuertes cantidades de dinero, bajo la pena de muerte si no las entregaban. Se aconsejó a la priora que saliera con la comunidad fuera del país. Inició entonces un peregrinar para fundar un convento y estar en paz.

La comunidad estuvo en Aguascalientes hasta fines de octubre de 1914 pero no pudieron fundarlo, de ahí salió una parte para La Habana, llegaron a Cuba el 1 de noviembre de 1914 y el resto de la comunidad llegó al mes siguiente. En 1915 toda la comunidad se trasladó a New Orleans, en los Estados Unidos, permaneciendo siete meses. Al no poder fundar tampoco allí, fueron aceptadas en Grand Rapids, Michigan, pues hacía veinticinco años que su obispo había pedido Carmelitas para su Diócesis. De New Orleans salieron el 13 de diciembre de 1915. En una pequeña casita rentada en Grand Rapids se dijo la primera misa el 2 de febrero de 1916. Así terminó esta heroica comunidad sus peripecias hasta lograr fundar su convento.

Sor Teresa María de la Concepción fue la primera priora del convento de Gran Rapids. Permaneció siempre deseosa de volver a su patria y a Querétaro; aprovechó la estimación que le tenía el obispo de León para hacer la fundación del convento de Silao en Guanajuato, de donde volvió a su convento de Grand Rapids, en 1920.

El presbítero J. Ramón Martínez, cronista de la Orden Carmelitana, señala en sus apuntes que la madre Teresa María fue “una religiosa dotada de singulares virtudes, resplandeciendo en ella principalmente su caridad, observancia religiosa, amor a la oscuridad y al silencio, así como su gran prudencia”. Fue priora del convento de Santa Teresa la Antigua de la Ciudad de México y con ese carácter tuvo trato fre­cuente con el entonces vicario de religiosas y canónigo de la Santa Iglesia Catedral de México, don Emeterio Valverde y Téllez, quien después fue obispo de León, Guanajuato.

Esta religiosa restauró la comunidad de Carmelitas Descalzas después de la pri­mera exclaustración, tal vez movida por haber venido de aquel convento de Santa Teresa la primera fundación o por deseo de que en su patria chica hubiera un con­vento floreciente de su orden, como lo hubo durante sesenta y cuatro años, entre 1803 y 1867.

El periódico Excélsior de la Ciudad de México, el 25 de agosto de 1957, dio la noticia fechada en Grand Rapids: “Acaba de fallecer aquí, a los noventa y dos años de edad, la monja Carmelita Teresa María de la Torre, que fue Superiora del Convento de Querétaro, México. Falleció el jueves 22. Vino en 1915. Se hizo monja en 1885. Salió por la Revolución”.