PRIMER ACTO. GOBERNAR O VENDERSE. En pasadas colaboraciones publicadas en este mismo espacio hemos insistido en la conveniencia de que las alianzas electorales evolucionen en coaliciones de gobierno. Y no es que hayamos descubierto el hilo negro o el agua tibia, este es un añejo reclamo que desde el año 2000 han venido haciendo destacados analistas y académicos. Evidentemente la clase política ha hecho oídos sordos durante más de dos décadas. ¿Por qué? Simple. En la política mexicana hay dos negocios: gobernar y venderse a quien gobierna. Los acuerdos de gobierno impedirían o, cuando menos, complicarían lo segundo. Por ello, en la legislación mexicana solamente se contemplan las alianzas electorales, que ya han acreditado ser más bien electoreras, como una figura en la que distintas fuerzas partidarias postulan a un candidato común. Se trata de verdaderos ejercicios de suma de votos cuyas contraprestaciones se limitan a los espacios congresionales.
SEGUNDO ACTO. PROMESA VS CORRESPONSABILIDAD. Se ha perdido de vista que las elecciones son un medio y no un fin. Que la democracia comienza en los procesos electorales pero se consuma con gobiernos eficaces. En otras palabras, y como también aquí hemos señalado, las elecciones son un mecanismo para integrar gobiernos; y no los gobiernos uno para ganar elecciones. Como está sucediendo. En este sentido, es absurdo que quienes se coaligan para hacer una oferta política solamente estén obligados a sostenerla a manera de promesa y no a cumplirla como corresponsables del gobierno. Además, estos maridajes son productos de la necesidad y la ambición política que lastiman la congruencia ideológica que por mandato constitucional se supone enarbolan los partidos políticos.
TERCER ACTO. AVANCE MÁS NO PANACEA. En las actuales condiciones las alianzas nacen y se mueren con los procesos electorales. De ahí que, efectivamente, haga falta establecer un mecanismo para que dichas ofertas comunes hechas en campaña trasciendan de la lucha por el poder a su ejercicio si es que el sufragio popular favorece a la susodicha oferta aliancista. No obstante, el hecho que se regule en el orden jurídico mexicano la figura de los “acuerdos de gobierno” no es garantía de su éxito. Existen naciones donde se encuentran perfectamente establecidos y normados, sin embargo, su éxito siempre ha dependido de las cuestiones políticas, sociales, económicas e, incluso, culturales, que se presentan durante la vida de la alianza en los contextos interno e internacional. Y también se han visto viscerales divorcios políticos de alto costo social para la población.
TRAS BAMBALINAS. EL COLMILLO DE BARTLETT. La estrategia de Manuel Bartlett parece estar funcionando. Al haberse presentado una iniciativa absolutamente restrictiva en materia de autogeneración y venta de excedentes de energía eléctrica, se provocaron airadas reacciones del sector privado, pero también se les aflojó, pues es manifiesta su voluntad para aceptar lo que sea siempre que se matice lo presentado. Y seguramente así será. De que Don Manuel tiene colmillo lo tiene.
Notario Público 19 de Querétaro.