“Por mi raza hablará el espíritu”
José Vasconcelos.
PRIMER ACTO. ERRÁTICAS APRECIACIONES PRESIDENCIALES SOBRE LA UNAM. En el marco de sus tradicionales conferencias mañaneras el Presidente López Obrador la emprendió contra la UNAM. En síntesis, acusó a la máxima casa de estudios de haberse derechizado, estar llena de conservadores, dominada por lo más retrograda y requerir una sacudida. Respetamos el derecho del titular del Ejecutivo a opinar de lo que le plazca. Aunque no compartimos en forma alguna sus erráticas apreciaciones. La UNAM no es un partido político es una Universidad; no está a la izquierda o a la derecha, sino del lado de la academia y la docencia; no fabrica liberales ni conservadores, forma profesionistas y científicos; y lo único retrograda es desconocer el papel histórico, social y cultural de la UNAM y ser un ingrato con ella cuando se formó. Quienes tuvimos el enorme privilegio de formarnos en las aulas de la Nacional, tenemos una permanente responsabilidad, ética y profesional, con México y la propia Universidad. Y como parte de esa responsabilidad, no podemos permanecer ajenos a los señalamientos que se le hagan a nuestra Alma Mater, vengan de quien vengan. Los universitarios gozamos de un congénito derecho de réplica cuando se cuestiona a la UNAM.
SEGUNDO ACTO. CRÍTICA RESENTIDA Y ABSTRACTA. En lugar de la crítica resentida y abstracta que realizó, López Obrador pudo haber hablado de los grandes retos de la UNAM, entre los que contamos, por citar algunos: sobrepoblación estudiantil, austeridad, falta de aprovechamiento académico, carencia de una relación entre universitarios y la planta productiva, deserción, distanciamiento de la investigación con la docencia y escasez de magisterio de carrera. Cada una de estas deficiencias tiene implicaciones particulares, pero una constante en todas ellas es la falta de recursos para darles solución. Y curiosamente quien vapulea a la UNAM es quien podría efectivamente direccionar los recursos para comenzar a atender estos problemas. Esa sería una válida “sacudida” a la Nacional.
TERCER ACTO. MENOS SEÑALAMIENTOS Y MÁS RECURSOS. Los recursos públicos que se destinan a la Universidad resultan insuficientes. Paulatinamente se han venido racionalizando sus ingresos, y es un hecho la reducción real del financiamiento público en relación con las necesidades docentes, académicas y culturales. En las últimas décadas el presupuesto público se ha destinado al pago de la deuda, al rescate de los bancos, a proyectos faraónicos y a la conservación del espejismo que reflejan los indicadores macroeconómicos.
TRAS BAMBALINAS. UNAM: REHÉN DE INTERESES POLÍTICOS. Evitemos discusiones estériles y anacronismos, tampoco permitamos que una vez más la Universidad se convierta en rehén de intereses políticos mezquinos, opuestos al ideal universitario. La UNAM, que es una parte importante del destino de México, requiere del Gobierno respeto y apoyo. La crítica infundada y caprichosa en nada le ayuda.
Notario Público 19 de Querétaro.