/ jueves 26 de septiembre de 2024

El toque femenino / Las parejas DINKY, una puerta cerrada a la paternidad


Hace algunas semanas hablaba en esta columna sobre lo que sucederá durante las próximas décadas cuando se vaya invirtiendo la pirámide poblacional que derivará en que en algunos años los mexicanos de la tercera y la cuarta edad seamos mayoría, tal como ha sucedido en muchos países principalmente europeos desde hace varias décadas, este cambio inició en nuestro país entre otras cosas debido al impulso de una campaña de planificación familiar en los años 70´s en la que el Consejo Nacional de Población invitaba a la ciudadanía a planear cuántos hijos podía tener y mantener, se llamaba “La Familia Pequeña Vive Mejor” y tuvo un gran impacto entre la población, de modo que si las familias antes de esa campaña procreaban de entre 5 a 10 hijos, posteriormente se redujeron a un promedio de 2 a 4.

El cambio en la pirámide poblacional en distintos países obedece a varias causas algunas de ellas impulsadas por el estado, como China que aplica la política de restringir el crecimiento de su población y no permite a las parejas tener más de un hijo, en otros casos porque los jóvenes emigran o porque cada vez más parejas toman la decisión de postergar la paternidad o renunciar a ella.

Este es un fenómeno en crecimiento a nivel mundial conocido como parejas DINKY que significa por sus siglas en inglés “Double Income, No Kids Yet”, cuya traducción al español es “Doble Sueldo, No Hijos Por Ahora”, aunque hay quienes sustituyen el “por ahora” por “nunca”. Son parejas que tienen un alto poder adquisitivo, pueden forjar un patrimonio, le dan mayor peso a la realización personal y laboral pero en sus planes presentes y futuros no está contemplado ser padres; y así como hay parejas que toman esta decisión en conjunto hay mujeres que de manera personal tienen clara y firme la decisión de renunciar a la maternidad por diversos motivos, a este grupo se le conoce como Mujeres NoMo es decir: No Mothers.

Tanto las parejas DINKY como las NoMo, se enfrentan a una presión social asfixiante ya que sobre todo en el ámbito familiar es cuestionada su manera de pensar y la pregunta latente es: ¿Y los hijos para cuando?, buscando convencer y reforzar que las mujeres nacimos para ser madres, con la correspondiente letanía que busca no solo descalificar su decisión sino hacer ver que una mujer si no es madre no se realiza y es como “un jardín sin flores”, aludiendo a esa analogía para cimentar la idea de que si no cumples con el ciclo de reproducción de la vida tu estancia en este mundo no tiene ningún sentido.

A menudo estas personas en solitario o en pareja desbordan su amor en una mascota y de ahí es que surge el término “perrijos” o “gatijos”, motivo para ser criticados por quienes no conciben que alguien prefiera o incluso compare tener una mascota con tener un bebé y los considere parte de la familia. Los gastos, mimos y lujos que reciben estos animalitos de compañía e incluso la intención de humanizarlos, vestirlos, hablarles y darles de comer como si fueran niños es un exceso inaceptable en opinión de muchos.

En resumen todos y todas tenemos derecho a decidir qué hacer con nuestra vida y es significativo que exista un aumento en la conciencia de que tener un hijo es un acto que debe planearse para que llegue a este mundo con las mejores condiciones que garanticen una vida digna y con oportunidades, pero es claro que al no haber nuevos nacimientos irremediablemente los que estamos, iremos envejeciendo y este hecho impactará directamente en áreas como la salud, donde la carrera de Gerontología será de las más demandadas toda vez que habrá que cuidar la salud de una población de edad avanzada, y con respecto a la economía esta será sostenida por un grupo reducido y dado el aumento en la esperanza de vida el tema preocupante serán las pensiones y gran parte de adultos mayores tendrá que seguir trabajan aún después de su jubilación.

Cabe este momento para analizar qué clase de mundo estamos construyendo o de qué manera lo estamos destruyendo para que cada vez más parejas estén convencidas de que aquí y ahora no hay un sitio adecuado para criar a los que desearíamos fueran los niños felices del futuro.