/ jueves 11 de julio de 2024

El toque femenino | Si lo puedes soñar, lo puedes lograr 


Existe una palabra a la que la gran mayoría le tenemos miedo, que no nos gusta mencionarla y nos aterra que se relacione con nosotros, sería mejor que no existiera y que nunca nos pasará.

Nos han dicho que es terrible por que encierra en sus letras el significado de la pobreza, de la soledad, de la tristeza, y hasta de la mediocridad, ya sabes a cuál me refiero?

Por más que nos disguste todos nos hemos formado en algún momento o en más de una ocasión en sus filas, porque más allá de lo que nos han dicho, cuando pasa de ser palabra a convertirse en vivencia, es un gran aliado, excelente maestro que nos reta y pone a prueba, porque irónicamente después de vivirla y conocerla, después de tocar el fondo de sus entrañas, comienza el verdadero camino para llegar a dónde deseamos, al sueño acariciado.

Me refiero a la palabra “fracaso”, pero ¿por qué tenerle tanto miedo?

A medida que nos vamos adentrando en las mieles y hieles de este mundo, en nuestra mente comienzan a crecer los sueños, los deseos y los anhelos, en un principio solo como una idea por la que debemos o deberíamos establecer una hoja de ruta, acompañada de ciertos métodos, acciones y disciplina, porque dicen que el deseo es la diferencia entre el punto en que te encuentras ahora y al que quieres llegar en el futuro, aunque tristemente hay quienes dejan esos deseos solo en su cabeza, como algo que milagrosamente se va a convertir en realidad de la noche a la mañana, como si se tratara de ganarse la lotería y además hasta para obtener ese golpe de suerte debes hacer algo y básico, que es ir a comprar un billete para el sorteo y así ganar el premio mayor, por lo tanto sin acción no hay manera de que las metas se cumplan sin mover un dedo y apelando al pensamiento mágico y a la suerte.

Quienes se atreven a caminar por el sinuoso camino al éxito saben que casi nunca es fácil, que requiere de esfuerzos y de tiros de precisión para subir cada escalón y también es importante aceptar y estar preparados porque aún cuando demos esos pasos con pasión, esfuerzo y trabajo no siempre podemos obtener el resultado deseado y aquí es cuando entra otra palabra importantísima, que se ha encontrado cara a cara mil veces con el fracaso y que es desde mi punto de vista la única que puede vencerlo; la perseverancia.

Esa fuerza interior que no nos deja caer ni darnos por vencidos y que actúa como un impulso que nos catapulta de nuevo a la meta sin importar cuantas veces lo volvamos a intentar.

Si hiciéramos una lista de hombres y mujeres destacados en diversas áreas de la vida y momentos de la historia a los que quizá solo conocemos por sus logros, por la punta del iceberg que los hace reconocidos por sus logros, pero que han permanecido largo tiempo en las manos amargas del fracaso, entenderemos que lo que los hace grandes, es esa terquedad que no les permitió rendirse, esa confianza en ellos mismos y en sus capacidades para lograrlo, sobre todo cuando la meta esta clara e incluso cuando es necesario cambiar la estrategia, cuando el camino se cerró y tuvieron que abrir una nueva brecha para llegar a la meta.

Me vienen a la mente nombres como Matilde Montoya la primera médica mexicana que no claudicó ante los obstáculos para estudiar siendo mujer, pasando por varias carreras antes de matricularse en la carrera de medicina, también Thomas Alba Edison que fracasó 1000 veces antes de inventar el foco y mencionaba

”No fracasé, solo descubrí 999 formas de no hacer una bombilla” o Albert Einstein que habló de manera tardía y sus profesores decían que no lograría nada en la vida, incluso Beethoven que a pesar de la sordera que padecía continuó componiendo y presentó su novena sinfonía cuando ya había perdido totalmente el sentido del oído

Por lo tanto; si los grandes triunfadores han vencido al fracaso, no queda más que seguir su ejemplo, enfrentar las caídas y comenzar desde cero cada que sea necesario, hagamos pues las paces con el fracaso, porque si, es totalmente cierta la frase que dice: “Si lo puedes soñar, lo puedes lograr”.



Existe una palabra a la que la gran mayoría le tenemos miedo, que no nos gusta mencionarla y nos aterra que se relacione con nosotros, sería mejor que no existiera y que nunca nos pasará.

Nos han dicho que es terrible por que encierra en sus letras el significado de la pobreza, de la soledad, de la tristeza, y hasta de la mediocridad, ya sabes a cuál me refiero?

Por más que nos disguste todos nos hemos formado en algún momento o en más de una ocasión en sus filas, porque más allá de lo que nos han dicho, cuando pasa de ser palabra a convertirse en vivencia, es un gran aliado, excelente maestro que nos reta y pone a prueba, porque irónicamente después de vivirla y conocerla, después de tocar el fondo de sus entrañas, comienza el verdadero camino para llegar a dónde deseamos, al sueño acariciado.

Me refiero a la palabra “fracaso”, pero ¿por qué tenerle tanto miedo?

A medida que nos vamos adentrando en las mieles y hieles de este mundo, en nuestra mente comienzan a crecer los sueños, los deseos y los anhelos, en un principio solo como una idea por la que debemos o deberíamos establecer una hoja de ruta, acompañada de ciertos métodos, acciones y disciplina, porque dicen que el deseo es la diferencia entre el punto en que te encuentras ahora y al que quieres llegar en el futuro, aunque tristemente hay quienes dejan esos deseos solo en su cabeza, como algo que milagrosamente se va a convertir en realidad de la noche a la mañana, como si se tratara de ganarse la lotería y además hasta para obtener ese golpe de suerte debes hacer algo y básico, que es ir a comprar un billete para el sorteo y así ganar el premio mayor, por lo tanto sin acción no hay manera de que las metas se cumplan sin mover un dedo y apelando al pensamiento mágico y a la suerte.

Quienes se atreven a caminar por el sinuoso camino al éxito saben que casi nunca es fácil, que requiere de esfuerzos y de tiros de precisión para subir cada escalón y también es importante aceptar y estar preparados porque aún cuando demos esos pasos con pasión, esfuerzo y trabajo no siempre podemos obtener el resultado deseado y aquí es cuando entra otra palabra importantísima, que se ha encontrado cara a cara mil veces con el fracaso y que es desde mi punto de vista la única que puede vencerlo; la perseverancia.

Esa fuerza interior que no nos deja caer ni darnos por vencidos y que actúa como un impulso que nos catapulta de nuevo a la meta sin importar cuantas veces lo volvamos a intentar.

Si hiciéramos una lista de hombres y mujeres destacados en diversas áreas de la vida y momentos de la historia a los que quizá solo conocemos por sus logros, por la punta del iceberg que los hace reconocidos por sus logros, pero que han permanecido largo tiempo en las manos amargas del fracaso, entenderemos que lo que los hace grandes, es esa terquedad que no les permitió rendirse, esa confianza en ellos mismos y en sus capacidades para lograrlo, sobre todo cuando la meta esta clara e incluso cuando es necesario cambiar la estrategia, cuando el camino se cerró y tuvieron que abrir una nueva brecha para llegar a la meta.

Me vienen a la mente nombres como Matilde Montoya la primera médica mexicana que no claudicó ante los obstáculos para estudiar siendo mujer, pasando por varias carreras antes de matricularse en la carrera de medicina, también Thomas Alba Edison que fracasó 1000 veces antes de inventar el foco y mencionaba

”No fracasé, solo descubrí 999 formas de no hacer una bombilla” o Albert Einstein que habló de manera tardía y sus profesores decían que no lograría nada en la vida, incluso Beethoven que a pesar de la sordera que padecía continuó componiendo y presentó su novena sinfonía cuando ya había perdido totalmente el sentido del oído

Por lo tanto; si los grandes triunfadores han vencido al fracaso, no queda más que seguir su ejemplo, enfrentar las caídas y comenzar desde cero cada que sea necesario, hagamos pues las paces con el fracaso, porque si, es totalmente cierta la frase que dice: “Si lo puedes soñar, lo puedes lograr”.