El cambio no se espera, se lidera.
Jack Welch
Hoy en día, el empresariado mexicano no solo se enfrenta a los retos de un entorno económico y político cambiante, sino que también está llamado a asumir un papel activo en la transformación social del país. El cambio no puede ni debe venir únicamente del gobierno; las empresas tienen el poder y la responsabilidad de ser agentes de cambio social, promoviendo prácticas que no solo generen riqueza, sino que también impacten positivamente en la sociedad.
Con la llegada de la nueva administración federal encabezada por Claudia Sheinbaum, surgen expectativas sobre las políticas que moldearán los próximos años. Si bien es temprano para medir el impacto completo, es claro que las decisiones gubernamentales, especialmente en temas sociales y económicos, marcarán un ritmo que influirá en el empresariado. En este contexto, es crucial que las empresas no solo se adapten, sino que también tomen la iniciativa para adelantarse a los cambios y colaborar activamente en la construcción de un entorno más inclusivo.
Adicional a seguir trabajando por la productividad y competitividad en las empresas , debemos, más que siempre, asegurar que su influencia contribuya a solucionar los problemas sociales. Desde la mejora de las condiciones laborales hasta la inclusión de comunidades vulnerables, el empresariado tiene la capacidad de liderar cambios sustanciales en el bienestar social.
El crecimiento económico y el desarrollo social no son conceptos opuestos, sino elementos complementarios que pueden potenciarse mutuamente. Es en este punto donde las PyMEs mexicanas juegan un papel esencial. Estas empresas, que representan la gran mayoría del tejido empresarial del país, tienen una relación directa con sus comunidades. Al comprometerse con el desarrollo local, pueden crear un impacto inmediato en sus entornos, ya sea generando empleos formales, promoviendo la equidad de género o adoptando prácticas empresariales más sostenibles.
En Querétaro, hemos visto ejemplos claros de cómo la colaboración entre el sector privado y el público ha logrado generar un crecimiento sostenible, no sólo en términos económicos, sino también en la creación de infraestructura social que mejora la calidad de vida de miles de familias, y en la creación de marcos jurídicos para asegurar las mejores prácticas de protección al medio ambiente. Aún hay mucho que trabajar para asegurarnos los mejores resultados, reforzar el poder de la colaboración, y acompañar al empresariado local a asumir la importancia de su impacto y acciones.
El nearshoring, por ejemplo, ha abierto una ventana de oportunidad para el empresariado mexicano, que puede aprovechar la relocalización de empresas internacionales no solo como una fuente de crecimiento económico, sino también como una oportunidad para generar empleos de calidad y mejorar las condiciones laborales en todo el país. Sin embargo, es importante que este crecimiento no se dé a costa de la sostenibilidad social o ambiental.
El reto no es pequeño, pero la clave está en la innovación. Las empresas que logren integrar prácticas de responsabilidad social en su modelo de negocio estarán mejor posicionadas para prosperar en un mercado que cada vez exige más transparencia y compromiso con los problemas globales. Y es que no se trata solo de cumplir con las nuevas normativas, sino de liderar el cambio desde adentro. Las empresas que promueven la inclusión, la equidad y el desarrollo sostenible no solo se diferencian de sus competidores, sino que también ganan la lealtad de sus empleados y clientes.
Pero no podemos hablar de cambio social sin hablar de liderazgo. Los empresarios mexicanos tienen la oportunidad de ser los líderes que nuestro país necesita. No solo liderando sus empresas hacia el éxito financiero, sino también siendo el ejemplo de cómo un modelo empresarial comprometido con el bienestar social puede transformar a México.
La colaboración entre el sector público y privado será clave en este proceso. Sin embargo, el empresariado debe tomar la iniciativa y no esperar a que las soluciones vengan desde las políticas gubernamentales. Es necesario actuar ahora, implementando cambios internos que generen un impacto positivo en las comunidades, en los empleados y en el medio ambiente.
En conclusión, el empresariado mexicano está en una posición única para ser un verdadero agente de cambio social. Las oportunidades están ahí, las herramientas están disponibles, y el impacto potencial es enorme. Lo que necesitamos ahora es liderazgo, visión y, sobre todo, acción. Porque no solo se trata de generar crecimiento económico, sino de hacerlo de una manera que beneficie a todos.
*Presidenta Coparmex Querétaro