/ martes 27 de agosto de 2024

Neurona ciudadana / Democraticemos la riqueza sin socializar la pobreza


Hace unos días, Coparmex Nacional llevó a cabo el Foro de Impacto Social, en el que se compartieron experiencias y propuestas para que cada vez más empresas incidan en la creación de un verdadero desarrollo inclusivo en donde haya más modelos de economía social que impacte positivamente en las y los mexicanos.

Hay que mencionar que en México, la desigualdad ha sido una constante que erosiona el tejido social y económico, creando un abismo cada vez mayor entre ricos y pobres. Nos enfrentamos a una realidad alarmante: el 10% más rico de la población concentra una parte significativa de los ingresos, mientras que el 40% más pobre ve estancados o reducidos sus recursos. Esta situación no sólo es insostenible, sino que perpetúa un ciclo de pobreza que, en lugar de solucionar los problemas estructurales, se limita a paliar sus efectos mediante subsidios y programas asistenciales.

La propuesta de algunos sectores de "socializar la pobreza" es tentadora en su simplicidad, pero peligrosa en su implementación. Este enfoque, que busca redistribuir lo poco que tienen los más pobres, no hace más que mantenerlos en la misma situación. No se trata de compartir la miseria, sino de crear un entorno donde todos puedan prosperar.

Lo que México necesita es democratizar su riqueza. Esto significa construir un país donde el crecimiento económico y los beneficios que genera se distribuyan de manera equitativa entre todos los ciudadanos. No podemos seguir aplaudiendo un modelo económico que favorece a unos pocos mientras deja a la mayoría luchando por sobrevivir. En lugar de centrarnos en políticas que prometen soluciones rápidas pero superficiales, debemos enfocarnos en cambios profundos y sostenibles que promuevan la inclusión y el desarrollo.

Aquí es donde entra en juego el Modelo de Desarrollo Inclusivo. Este enfoque, promovido por Coparmex, busca no solo la creación de riqueza, sino su distribución justa. Se trata de generar empleos dignos y bien remunerados, de invertir en educación, salud y capacitación para elevar la productividad y la calidad de vida de todos los colaboradores. Es, en esencia, un modelo que busca fortalecer el talento humano y garantizar que el progreso económico llegue a todos los rincones de la sociedad.

Un aspecto fundamental de este modelo es la Economía Social, una alternativa que ha demostrado ser eficaz en otros países. Europa y China han liderado el camino, demostrando que es posible combinar la rentabilidad con un impacto social positivo. En México, ya existen ejemplos exitosos de empresas que han adoptado este enfoque, como Toks y el grupo ADO, que han demostrado que el éxito empresarial no se mide sólo en términos financieros, sino también en el bienestar de todos aquellos que forman parte de la cadena de valor.

La democratización de la riqueza no es únicamente una opción; es una necesidad. Si no tomamos acción ahora, corremos el riesgo de perder los avances logrados en democracia y desarrollo y de caer en un modelo que perpetúa la pobreza en lugar de erradicarla. Es hora de actuar con decisión y de adoptar un enfoque que promueva la equidad, la justicia y el bienestar para todos los mexicanos.

Construir un México más inclusivo y desarrollado está en nuestras manos. No dejemos pasar la oportunidad de transformar nuestro país en un lugar donde la riqueza esté mejor distribuida y donde todos tengamos la oportunidad de prosperar. Democratizar la riqueza es el camino hacia un futuro más justo y sostenible y es la única manera de asegurar que México siga avanzando hacia una verdadera democracia.


*Presidenta de la Comisión de Bienestar e Inclusión Social de Coparmex Nacional


Hace unos días, Coparmex Nacional llevó a cabo el Foro de Impacto Social, en el que se compartieron experiencias y propuestas para que cada vez más empresas incidan en la creación de un verdadero desarrollo inclusivo en donde haya más modelos de economía social que impacte positivamente en las y los mexicanos.

Hay que mencionar que en México, la desigualdad ha sido una constante que erosiona el tejido social y económico, creando un abismo cada vez mayor entre ricos y pobres. Nos enfrentamos a una realidad alarmante: el 10% más rico de la población concentra una parte significativa de los ingresos, mientras que el 40% más pobre ve estancados o reducidos sus recursos. Esta situación no sólo es insostenible, sino que perpetúa un ciclo de pobreza que, en lugar de solucionar los problemas estructurales, se limita a paliar sus efectos mediante subsidios y programas asistenciales.

La propuesta de algunos sectores de "socializar la pobreza" es tentadora en su simplicidad, pero peligrosa en su implementación. Este enfoque, que busca redistribuir lo poco que tienen los más pobres, no hace más que mantenerlos en la misma situación. No se trata de compartir la miseria, sino de crear un entorno donde todos puedan prosperar.

Lo que México necesita es democratizar su riqueza. Esto significa construir un país donde el crecimiento económico y los beneficios que genera se distribuyan de manera equitativa entre todos los ciudadanos. No podemos seguir aplaudiendo un modelo económico que favorece a unos pocos mientras deja a la mayoría luchando por sobrevivir. En lugar de centrarnos en políticas que prometen soluciones rápidas pero superficiales, debemos enfocarnos en cambios profundos y sostenibles que promuevan la inclusión y el desarrollo.

Aquí es donde entra en juego el Modelo de Desarrollo Inclusivo. Este enfoque, promovido por Coparmex, busca no solo la creación de riqueza, sino su distribución justa. Se trata de generar empleos dignos y bien remunerados, de invertir en educación, salud y capacitación para elevar la productividad y la calidad de vida de todos los colaboradores. Es, en esencia, un modelo que busca fortalecer el talento humano y garantizar que el progreso económico llegue a todos los rincones de la sociedad.

Un aspecto fundamental de este modelo es la Economía Social, una alternativa que ha demostrado ser eficaz en otros países. Europa y China han liderado el camino, demostrando que es posible combinar la rentabilidad con un impacto social positivo. En México, ya existen ejemplos exitosos de empresas que han adoptado este enfoque, como Toks y el grupo ADO, que han demostrado que el éxito empresarial no se mide sólo en términos financieros, sino también en el bienestar de todos aquellos que forman parte de la cadena de valor.

La democratización de la riqueza no es únicamente una opción; es una necesidad. Si no tomamos acción ahora, corremos el riesgo de perder los avances logrados en democracia y desarrollo y de caer en un modelo que perpetúa la pobreza en lugar de erradicarla. Es hora de actuar con decisión y de adoptar un enfoque que promueva la equidad, la justicia y el bienestar para todos los mexicanos.

Construir un México más inclusivo y desarrollado está en nuestras manos. No dejemos pasar la oportunidad de transformar nuestro país en un lugar donde la riqueza esté mejor distribuida y donde todos tengamos la oportunidad de prosperar. Democratizar la riqueza es el camino hacia un futuro más justo y sostenible y es la única manera de asegurar que México siga avanzando hacia una verdadera democracia.


*Presidenta de la Comisión de Bienestar e Inclusión Social de Coparmex Nacional