La economía de nuestro país representa desafíos diarios y no sólo a nivel macro, sino en lo micro, es decir, en la gran mayoría de los hogares mexicanos, donde existe poca o muy poca educación financiera. Recientemente, el INEGI publicó la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera (ENSAFI), la cual arroja datos dignos de analizar y que reflejan la urgencia de abordar este tema desde una perspectiva integral.
Datos de dicha encuesta revelan que en términos de seguridad financiera, el 45.9% de la población menciona que casi nunca o nunca le sobra dinero al final del mes. Mientras que el 34.6% expresa tener poca o ninguna capacidad para hacer frente a gastos inesperados; un claro indicador de la fragilidad económica que afecta a una parte de nuestra sociedad.
Cuando se trata de control financiero, los números son igualmente preocupantes. Un 56.1% de los encuestados declaró que poco o nada asegura su futuro financiero, mientras que el 52.7% manifestó sentir poco o nada de tranquilidad respecto a la suficiencia de sus ahorros.
Esto no solo refleja una falta de planeación, sino también una carencia de educación financiera que impide a las personas tomar decisiones informadas y estratégicas sobre su dinero. Recordemos que el ahorro no sólo nos debería proporcionar un colchón financiero para tiempos difíciles, sino que también nos debe ofrecer la libertad y la seguridad necesarias para aprovechar oportunidades y mejorar nuestra calidad de vida.
La deuda es otro tema crítico. El 36.2% de la población señaló tener algún tipo de deuda, lo que tiene como consecuencia afectaciones en la salud de la población, ya que el 34.9% de reportó experimentar dolores de cabeza, trastornos gastrointestinales o cambios en la presión arterial, mientras que el 30.7% mencionó que tiene impactos psicológicos, como problemas de sueño o alimentación. Está claro que las deudas se pueden convertir en una pesadilla que consuma nuestros ingresos, tranquilidad y salud.
Desafortunadamente, muchas personas no entienden plenamente las implicaciones de endeudarse, ni saben cómo gestionar su deuda de manera efectiva. Este desconocimiento las puede llevar a tomar decisiones precipitadas, como acudir a “prestamistas” abusivos, lo que podría generar una espiral de endeudamiento mucho más difícil de romper.
Ante esta realidad, es necesario que tanto el sector público como el privado unamos esfuerzos para fomentar la educación financiera. Por un lado, las políticas públicas deberían centrarse en crear programas que incentiven el ahorro y la gestión responsable del dinero desde una edad temprana. Mientras que las empresas también deberían implementar estrategias e iniciativas para educar a sus colaboradores sobre la importancia del ahorro y la planificación financiera a través de talleres, asesorías y recursos que les ayuden a desarrollar hábitos financieros saludables.
La educación financiera no es un lujo, ni una moda, es una necesidad. Dotar a la población de las herramientas y conocimientos necesarios para gestionar su dinero de manera efectiva es un paso crucial hacia una economía más segura y estable. Trabajar para fomentar finanzas sanas en la población es vital para limitar nuestra capacidad de endeudamiento y fomentar el ahorro. Solo a través de una sólida comprensión de nuestras finanzas podemos aspirar a un bienestar financiero real y sostenible.
*Presidenta de la Comisión de Bienestar e Inclusión Social de Coparmex Nacional