/ martes 10 de septiembre de 2024

Neurona ciudadana / El urbanismo social: una solución integral para las ciudades en transformación


En una era donde las ciudades están creciendo a un ritmo vertiginoso, el urbanismo social (US) emerge como una respuesta crítica a los desafíos urbanos contemporáneos. Este enfoque urbanístico se centra en el desarrollo de infraestructura y espacios públicos que promuevan la inclusión social, la equidad y el bienestar comunitario. A diferencia de los modelos tradicionales de planificación urbana, que a menudo priorizan el crecimiento económico y la expansión física, el urbanismo social pone en el centro de su estrategia a las personas, buscando resolver problemas relacionados con la segregación socioespacial, la falta de acceso a servicios básicos y la desconexión entre comunidades.

Para el US hay 4 retos imprescindibles:

  • Desigualdad Urbana: Las ciudades tienden a desarrollar áreas con altos niveles de marginalización social. El urbanismo social lucha contra esta tendencia a través de intervenciones en los barrios más vulnerables, mejorando la calidad de vida y creando oportunidades para sus habitantes.
  • Fragmentación Social: Este enfoque promueve la cohesión social mediante la creación de espacios públicos accesibles y bien diseñados, fomentando el encuentro y la interacción entre personas de diferentes estratos sociales.
  • Déficit en Infraestructura: En muchas ciudades, las áreas más pobres carecen de infraestructura básica, desde transporte hasta servicios educativos y de salud. El urbanismo social busca cerrar estas brechas mediante proyectos integrales que incluyen transporte público eficiente, centros educativos, parques y equipamientos comunitarios.
  • Inseguridad: A través del diseño urbano inclusivo y accesible, se promueven entornos más seguros, donde las comunidades se sienten parte activa de su espacio y, por ende, lo cuidan y protegen.

Gracias al US diversas ciudades alrededor del mundo han logrado avances significativos. Medellín en los años noventa era conocida como una de las urbes más peligrosas del mundo, marcada por la violencia y el narcotráfico, cuando la política del Metrocable (un sistema de transporte público por teleférico que conecta barrios marginales con el centro de la ciudad) y la construcción de parques biblioteca en comunidades vulnerables, redujo desigualdades, tasas de violencia e incrementó la cohesión social.

Seguido por Barcelona en la misma década, con su plan "Superilles" (Supermanzanas), la ciudad reinventó el espacio público urbano, reordenando el tráfico vehicular para crear grandes áreas peatonales, promoviendo la vida comunitaria, el comercio local y la sostenibilidad ambiental. La reducción del tráfico ha mejorado la calidad del aire, y el acceso a espacios verdes, impactando directamente en la salud y bienestar de los catalanes.

Posteriormente vino Copenhage, quien ha liderado el urbanismo social con un enfoque centrado en la movilidad sustentable y la inclusión. Con una red de ciclovías interconectadas y espacios públicos que priorizan a las personas, la ciudad ha logrado integrar de manera equitativa a todos sus habitantes, promoviendo un estilo de vida saludable y sostenible.

Y también multicitado es el caso de Curitiba (Brasil). A través de un sistema de transporte público eficiente y la integración de zonas verdes, Curitiba ha mejorado la calidad de vida de sus residentes. Su sistema de autobuses de tránsito rápido (BRT) ha sido replicado en muchas otras ciudades del mundo, y es un claro ejemplo de cómo la infraestructura puede ser utilizada para lograr objetivos sociales.

En México tenemos varios casos de urbanismo social derivado de esas prácticas mundiales exitosas, León, Ciudad de México, Guadalajara, Mérida son algunas de las urbes que han optado por la vocación de un desarrollo centrado en la infraestructura para la cohesión social.

Querétaro enfrenta desafíos comunes a muchas de estas ciudades: expansión rápida, desigualdad urbana y presión sobre los servicios públicos derivado de un crecimiento desordenado que ocurrió como resultado de las etapas de industrialización regional. La llegada de la industria automotriz y posteriormente la aeroespacial crearon manchas urbanas satélite que requirieron urbanizaciones rápidas y básicas carentes de áreas verdes, servicios públicos sufientes y un plan integral de movilidad y transporte. Las colonias satélite se volvieron una periferia desvinculada de la vida central de la ciudad a un costo de cohesión social relevante.

Por ello, inspirarse en los casos exitosos de US es una oportunidad para el desarrollo inclusivo y sostenible que nos ha caracterizado.

Estamos llamados a:

1) Fomentar la conectividad con la zona periférica de la zona conurbada, en un plan integral que cohesione alcaldías y que, aprendiendo del caso de Medellín, invierta en un sistema de transporte integral que deje de segregar barrios periféricos. El Metrocable puede ser también una opción para eficientar el tránsito en la ciudad y menguar los efectos de la topografía urbana.

2) Fundamental continuar creando espacios públicos incluyentes y bien diseñados al amparo de la experiencia de Barcelona. Más espacios comunitarios para la construcción de ciudadanía.

3) Promover la movilidad sostenible inspirados en Copenhague o en Mérida, apostando por una red de ciclovías y medios de transporte sustentables que reduzcan la congestión vehicular y mejoraen la calidad de nuestro aire.

4) Integrar servicios públicos y zonas verdes siguiendo el ejemplo brasileño. Servicios educativos y de salud vinculados y cercanos a las paradas principales del transporte urbano en conjunto con la creación de zonas verdes en las colonias de mayor densidad.

5) Recuperar el centro como nodo habitacional y volverlo un espacio con vocación de integración y cohesión.

6) generar de ahora en adelante infraestructura con perspectiva de género y con visión inter generacional.

En resumen, Querétaro tiene la oportunidad de liderar en México con una visión de urbanismo social que fomente la inclusión, la cohesión y la sostenibilidad. Esto solo es posible si hacemos a los ciudadanos partícipes de esa visión. Es indispensable permitirles apropiarse de su ciudad. Al aprender de las experiencias globales, se puede construir una ciudad que sirva como ejemplo de desarrollo equitativo y humano.