En tiempos donde tantas tauromaquias son tan similares, la diferencia, la frescura, la particularidad en una forma de asumirla, siempre será de agradecer. Por eso era importante la presencia de Alejandro Talavante en el mundo del toro; por eso significó tanto su inesperado retiro.
Fuera de su entorno más íntimo, a todos sorprendió aquel comunicado, vía Twitter, que el matador pacense difundió apenas concluida la corrida de aquel 14 de octubre en Zaragoza, la misma en la que se despidió de los ruedos Juan José Padilla. Esa tarde, la última firmada de su temporada 2018, Talavante reunió a su cuadrilla en el Hotel Palafox y les hizo saber, entre caras compungidas, su decisión.
Y aunque el torero jamás externó públicamente los porqués de ese retiro, su círculo cercano, y algún otro no tan próximo, sabían que muchos cosos taurinos españoles le habían cerrado las puertas de sus carteles, luego de su airado rompimiento con Antonio Matilla, su poderoso apoderado hasta algunos meses atrás.
Dicen que el torero de Badajoz le había exigido a su mentor más dinero por sus actuaciones, cansado de recorrer la legua por plazas de segunda y tercera categoría, exprimiendo su nombre y su físico, cuando él hubiese preferido menor número de festejos, siempre en ferias importantes.
Dicen que Matilla, discreto en el callejón, pero poderosísimo en el medio, no le perdonó aquel desplante y aquella rotura de relaciones profesionales de un momento a otro, y realizó un trabajo que sabe muy bien hacer, impidiendo que el nombre de Talavante apareciera en los carteles, no sólo de las plazas donde tenía una injerencia directa, sino incluso, en otras donde mantiene cierta influencia.
Así que Talavante, para entonces también atravesando por una crisis personal en su matrimonio, toreó mucho menos y tuvo que aguantar portazos aquí y allá a lo largo de la geografía española. Era tal su hartazgo, y las tristes expectativas para la próxima temporada, que tomó al toro por los cuernos y se fue, así sin más y de improviso, sin decir mayor cosa.
Mucho se habló durante el 2019 de su distancia con el espectáculo taurino, sobre todo porque el torero aparecía, de vez en vez, en lugares distintos y con una apariencia más de hippie que de matador de toros; como si el retiro profesional conllevara, como seguramente conllevó, también un retiro espiritual.
Pero lo anhelado por muchos se dio hace unas semanas: el anuncio de su regreso a los toros, confirmado apenas ayer, en la plaza francesa de Arlés, en abril venidero, acompañado por el diestro Juan Leal, y de la mano de ese extraordinario torero en retiro y hoy empresario, que es Juan Bautista.
Todo parece indicar que la temporada será estrecha para el torero extremeño, con pocas, pero significativas fechas, muy al estilo de José Tomás, a quien tanto admiró desde niño y quien le inspiró la idea de convertirse en matador de toros. Habremos de verlo con su estilo particular, donde la improvisación juega un papel importante, y quizá, si las cosas marchan, aparecerá a finales de año por estas latitudes, donde tantos seguidores tiene.
Regresa pues Alejandro Talavante, y eso, sin lugar a duda, es una buena noticia.