Hemos descubierto en estos días de confinamiento la importancia de alimentarnos con un gran balance alimenticio, los platillos que nos han regalado y que hemos presentado en este espacio nos muestra un abanico de recetas conocidas, de moda y de antaño que ayuda a la hora de la comida y disfrutar en familia, desde casa.
ELABORACIÓN
El primer paso es preparar un bol grande con agua y el ramo de perejil. Está demostrado que esta hierba aromática tiene muchas propiedades antioxidantes.
Tradicionalmente se ha dicho que era el limón el mejor antioxidante para las alcachofas. Podemos hacer una sencilla prueba, y veremos que conservan mejor el color si las hacemos contactar con perejil, que con limón. Además, evitamos que tengan sabor a este cítrico. Iremos pelando las alcachofas retirando las hojas externas, hasta llegar a las hojas más tiernas, de un color más fino y blanco.
El siguiente paso es retirar las puntas de las hojas, que normalmente tienen un color negro. También pelaremos el tallo, obteniendo un color más claro. Según vamos pelando las alcachofas, las introducimos en el bol con perejil y abundante agua. Ponemos a cocer una cazuela con agua, sal y perejil. Vamos calentando hasta conseguir el hervor.
Cuando estén peladas todas las alcachofas, las introducimos en la cacerola asegurándonos de que no flotan. En el tiempo de cocción, el contacto con el aire por arriba también las oxidará. Nos podemos ayudar de un plato, rejilla, para garantizar que están totalmente sumergidas.
Una vez que pasen 20 minutos, se apaga el fuego y se dejan enfriar las alcachofas en el mismo líquido, sin sacarlas. Más tarde se empanizan con un huevo y harina y se fríen para colocarles el queso parmesano y aceite de oliva a las hiervas finas.