El tango es como el amor, es algo que se cultiva que va creciendo poco a poco hasta lograr esa profunda conexión de la pareja. Eso es lo que atrapa del género, esa unión al compás de una música desgarradora, melancólica e intensa que termina por volverse un vicio.
El director de la compañía Unidos Tango, Gerardo González, opina que de todos los tipos de bailes de salón, este es en el que los bailarines deben dejar atrás sus temores al bailar en un abrazo cerrado, lo que significa que el pecho está pegado al pecho y el corazón con el corazón. Su aparente sencillez es muy fuerte para muchas personas.
En el lenguaje coloquial de esta danza se dice que: la pareja tiene que tener conexión para poder bailar, tiene que ser un monstruo de cuatro piernas (la persona debe estar abrazada a su pareja), para que logre convertir en un abrazo íntimo y profundo con una misma energía, eso es lo que atrapa al espectador.
El tango es como las relaciones, no se puede bailar distraído, hablando, pensando en cualquier cosa, o con la energía dispersa, su baile te coloca en el aquí y ahora. Una vez que las personas consiguen esa cercanía con sus parejas, se ha superado lo más difícil.
“El tango es un 50 y 50, puedes aprender a bailar salsa, cumbia, danzón y tienes la técnica, me parece que al bailar salsa puedes soltar a la pareja o bailar solo, lo mismo pasa en la cumbia. En el tango, tú debes poner la mitad, no puedes bailar solo, entonces por excelencia es la danza del amor”, Gerardo González.