México es un país que desde sus culturas prehispánicas ha legado muchos de sus productos originarios al mundo, pero hay otros que, además, tienen denominación de origen, es decir, “el signo distintivo por el cual se reconoce un producto característico de una región”, de acuerdo con el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
El IMPI es, de acuerdo con un artículo de la Secretaría de Economía, “la máxima autoridad administrativa en materia de propiedad industrial en México, competente para emitir las declaratorias de protección de denominaciones de origen y autorizar su uso, así como tramitar y en su caso otorgar registros de marca; entre otras atribuciones”.
Explica el IMPI que para que un producto pueda tener una declaratoria de este tipo, es necesario que reúna tres requisitos:
- a) La denominación de origen deberá estar constituida por el nombre de un lugar o región geográfica del país;
- b) Que con dicho nombre se designe un producto originario de esa región geográfica;
- c) Que el producto tenga características y cualidades especiales respecto de productos de su misma clase o especie y que estas se deban exclusivamente al medio geográfico, incluido en este último los factores naturales y los humanos.
En el mundo, existen productos famosos con denominación de origen, como el queso Roquefort, el jamón de Parma, el vino espumoso que se elabora en la región francesa de Champagne o el Pisco Peruano.
En el caso de México, son 17 productos los que cuentan con esta distinción: tequila, mezcal, sotol, charanda, bacanora, vainilla de Papantla, café de Veracruz, café de Chiapas, mango Ataulfo, chile habanero de la península de Yucatán, cacao Grijalva, olinalá de Guerrero, talavera de Puebla, ámbar de Chiapas, chile de Yahualica, raicilla y arroz del estado de Morelos.
¿Pero para qué sirve la declaratoria de denominación de origen?
Bueno, pues con ella se busca promover la formación y conservación de productos locales, capacitar a capital humano en la elaboración de productos calificados, que a su vez enseñará dichas técnicas a las nuevas generaciones y ayudar al desarrollo de tecnologías viables para la producción sustentable.
Cabe señalar que, de acuerdo con la Secretaría de Economía, “las denominaciones de origen no se obtienen o se conceden por decreto ni por ninguna autoridad, sólo existen por situaciones de hecho; es decir, primero se usan, son famosas y reconocidas por el público que las consume, y posteriormente, se les protege mediante la declaración correspondiente”.
Apoyar a los productos que tengan denominación de origen, también es una forma de apoyar a México y todo lo que emerge de su tierra generosa.