Las calles están oscuras y solitarias, no son ni las cinco de la mañana y Francisca coloca la leña en el fogón, la enciende y pone el comal. Mientras la leña se enciende y el comal se calienta lava el nixtamal en su lavadero, donde una pequeña lámpara tenue alumbra, lo coloca en dos cubetas que tapa con servilletas bordadas a mano, su esposo Salvador prepara la carretilla para llevarlas al molino.
Para poder llevar a cabo la nixtamalización se coloca en un recipiente maíz, agua y cal, se cose en el fogón, el cual puede ser encendido con carbón, olotes o leña. Su tiempo de cocción es de cuarenta y cinco minutos aproximadamente. La cantidad de cal influye en el color que tendrá la masa, va desde color blanco hasta amarillo.
Para Francisca como para muchas mujeres mexicanas el hacer tortillas es un proceso heredado de generación en generación por sus madres o abuelas, ya que son ellas quienes les enseñan el proceso desde cero, es decir: desde sembrar el maíz, cosecharlo, desgranarlo y molerlo para culminar en lo que será una obra de arte culinaria con sabor a tradición, familia y hogar.
“A los doce años mi mamá y mi abuelita me enseñaron a hacer tortillas, nos dejaban poquita masa para que nos enseñáramos. Antes sacábamos el testal en el metate, ahorita ya lo sacamos de la cubeta, para nosotros era fácil, éramos jóvenes y teníamos fuerza. También nos enseñaban la importancia de curar el comal con cal cuando era nuevo, para evitar que las tortillas se quemaran”.
Son poco más de las seis de la mañana y Francisca continúa haciendo tortillas, el comal está lleno de ellas, cada una se infla, cuando están listas, Francisca las arroja al tascal o a su mesa para enfriar. El desayuno está listo, tiene salsa de molcajete, queso ranchero y atole de maíz crudo, se toma un momento para desayunar y continuar con sus cuartillos de masa que le faltan. La hora del desayuno, es una hora familiar en donde se comparte y disfruta de la comida y compañía.
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Francisca expresó que lo que más le gusta es hacer tortillas, ya que cuando no hace siente le falta algo. Nostálgica y con una sonrisa recuerda cuando era niña y se reunían a comer con sus hermanos. Comenta que la tradición de hacer tortillas en muchas localidades del municipio se está perdiendo, ya que en la mayoría de las ocasiones ya no hay interés por parte de las nuevas generaciones.