Una vez que concluye Semana Santa, se da inicio a la Pascua y es justamente el domingo cuando se tiene la tradición de regalar chocolates y los niños buscan el dulce regalo qué les dejo el conejo, pero esta práctica va mucho más allá de una diversión.
Según lo refiere National Geographic, desde inicios de la historia, la simbología del huevo ha sido realmente importante en diversas culturas. Por ejemplo, fue a través de la mitología egipcia, debido a la historia del Ave Fénix, ya que cuando este se quemó en su propio nido, volvió a renacer más adelante por el mismo huevo que en un principio lo había creado.
O que decir en los hindúes donde el huevo también tenía una connotación muy significativa, pues ellos consideraban que el mundo había surgido de uno. Sin embargo, la festividad y origen de los huevos de Pascua, nació en el cristianismo, pues durante la cuaresma, la comunidad no debía comer carnes, huevos, ni lácteos, así que los preservaban y mantenían frescos, cubriéndose con cera líquida. Cuando terminaba este tiempo, los cristianos se reunían celebrando la resurrección de Jesucristo regalando los huevos guardados, con diferentes decoraciones y motivos.
Entre muchas teorías, en la cultura popular, el conejo toma una figura similar a la de Papá Noel, así como él es el encargado de traer los regalos en Navidad, en el relato coloquial se dice que el conejo es quien trae y esconde los huevos durante la Pascua. En una parte del cristianismo existe una leyenda que dice que un conejo presenció la resurrección de Jesús, así que salió de la cueva para transmitir las buenas nuevas a la población, y desde ese momento sale todos los domingos de Pascua llenando las casas de huevos de colores recordando y conmemorando el momento.
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Lo cierto es que hoy niños y adultos se divierten escondiendo y buscando los huevos de chocolate que se dejan escondidos en el jardín o la casa y que sin duda al paso de los años son maravillosos momentos que se quedan grabados en el corazón y en el alma.