Adentrarse a la historia de Querétaro es apasionante, mitos y leyendas que se encuentran escondidos en las casonas y callejones del Centro Histórico y son contados por un grupo de actores que recrean y ambientan el entorno para trasladar a los oyentes a situaciones que historiadores prestigiosos han afirmado y muchas otras que se catalogan como leyendas urbanas que se han contado desde hace varios siglos.
Mariana Álvarez fue quien comenzó con este concepto callejero que ofrece a visitantes y a quienes van llegando a la ciudad y quieren conocer la historia de la ciudad. Su concepto se inició en el año 2001 y poco a poco se ha ido renovando para ofrecer un espectáculo garantizado y profesional a los espectadores.
Una de las mejores historias que se debe conocer es la de “Doña Tencha y los Gatos”.
Una acaudalada y buena mujer, que vivió a inicios del siglo XIX en una imponente casona en el centro de la ciudad. Cuenta la leyenda que a pesar de su buena fortuna Tencha no encontró varón para desposarse, pues no podía caminar, condición con la que vivió desde que nació y estaba condenada a una silla de ruedas.
Aún con todo la mujer tenía un bello carácter y de corazón bondadoso para con sus amigos, vecinos y familiares, que la estimaban y procuraban diariamente.
Tencha añoraba el amor de una pareja y poco a poco se resignó a no tenerla pero a cambio de ello volcó todo su amor por los gatos que rescataba de la calle y poco a poco su casa se vio con cientos de ellos a los que amaba inmensamente.
Pasaron los años y doña Tencha envejeció rodeada de sus amados mininos, pero un día la desgracia llegó a su casa y por descuido cayó de su silla sin poder moverse, los días pasaron y era extraño no verla en la puerta ni abrir a sus visitantes que poco a poco se comenzaron alarmar por su desaparición. Angustiados hablaron a las autoridades que forzaron el cerrojo y la escena fue escalofriante, la buena mujer yacía tirada y con partes del cuerpo faltantes, al ver a los gatos manchados de sangre y con el hocico aún con partes de carne de quien tanto los quiso en vida; los vecinos horrorizados observaron cómo se habían comido a su dueña.
Según la historia tiempo después se comenzaron a escuchar gritos de lamento y pidiendo ayuda, así como maullidos desgarradores dentro de la casa y un rechinido de una silla de ruedas que daban escalofríos a los vecinos del lugar.