Este lugar que representa la historia, cultura y política de la capital queretana, fue iniciativa del entonces gobernador Sabás Antonio Domínguez quien inició la construcción de un teatro, sin imaginar que en el ocurriría relevantes acontecimientos que marcaron la historia del país; bajo un estilo neoclásico, el recinto se ubica en las calles Juárez y Ángela Peralta, en el Centro Histórico; el proyecto arquitectónico en su primera etapa fue dirigido por el arquitecto Camilo San Germán en 1845, sin embargo, cuatro años más tarde estuvo bajo la dirección del ingeniero inglés Thomas Surplice culminando su construcción hacia 1852.
El 2 de mayo de ese mismo año fue inaugurado por el gobernador Ramón Canal de Samaniego, presentándose la obertura “Iturbide”, de Bonifacio Sánchez, y la obra “Por dinero baila el perro y por el pan si se lo dan”.
Antes de su construcción el espacio operaba como una alhóndiga en la que se almacenaban granos como parte del modelo del virreinato, para aprovechar sus casi mil metros cuadrados.
Según datos culturales que aparecen en el portal oficial de la Secretaría de Cultura del gobierno del estado de Querétaro, el sitio originalmente fue llamado Gran Teatro de Iturbide, luego Teatro Iturbide, y desde 1922, Teatro de la República.
En los antecedentes publicados por el Senado de la República, a falta de recursos para continuar la construcción del Teatro, el ayuntamiento que administraba los bienes de la benefactora Josefa Vergara, transfiere fondos para terminar la obra.
En el libro “Teatro de la República, Cuna de Pactos Nacionales”, escrito por el Doctor Andrés Garrido del Toral, cita al historiador Eduardo Rabell, donde señala que debido al saqueo que hizo Antonio López de Santa Anna de los bienes de la benefactora, el ayuntamiento concedió el reconocimiento de la propiedad del actual Teatro de la República como compensación.
En el lugar transcurrió buena parte de la vida social queretana de la segunda mitad del siglo XIX donde se presentaban imponentes óperas y operetas tan apreciadas por los ciudadanos y que entre muchos artistas de renombre figuraban la soprano Ángela Peralta, personalidad mexicana que engalanaba las noches de los queretanos que acudían elegantemente vestidos para disfrutar su actuación.
En un Querétaro aún pequeño y carente de todos los espacios culturales y de esparcimiento como con los que ahora se cuentan, el lugar fue escenario de imponentes presentaciones como la de la cantante vernácula Lucha Villa, que se presentó a fines de los ochenta, siendo casi de sus últimas apariciones en público después de su enfermedad; desde fines de los noventa es sede de la Orquesta Filarmónica de Querétaro y de selectos eventos culturales y políticos, que actualmente se tienen mermados por la pandemia.
Fue en junio de 2016 cuando se anunció la puesta en venta del Teatro de la República por parte de sus dueños: la Fundación Josefa Vergara y Hernández IAP, quienes al ser benefactores de los niños queretanos y verse rebasados en su apoyo humanitario, promovieron al gobierno su compra para que pasara a formar parte de los bienes de la nación, en su momento se mencionó que se pedían 100 millones por el inmueble.