Enclavado en la huasteca potosina, donde sus visitantes preparan la mente para sumergirse en un mundo de ensueño, se encuentra el Jardín Escultórico Edward James donde su edificio sin sentido, laberintos, maleza, flores de concreto, cascadas y pozas te maravillarán.
El Pueblo Mágico de Xilitla está localizado en San Luis Potosí, espacio cultural único y extraordinario , que el modelista y poeta surrealista Edward James eligió para crear su santuario personal, con la combinación de la naturaleza y la arquitectura.
Fue declarado Patrimonio Cultural de valor estético excepcional y Monumento Artístico por el gobierno de San Luis Potosí en 2006 y en 2012 por la Secretaría de Educación Pública (SEP) federal.
El sitio artístico y fantástico, que se rige por la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, bajo la observancia del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), yace sobre los terrenos de Las Pozas, donde el artista adquirió en 1947 un terreno cafetalero para plantar orquídeas y como hogar de algunos animales como venados, ocelotes y flamencos.
Entre musgo, enredaderas, helechos, algas y árboles altos y frondosos se ocultan el Palacio de Bambú; las casas de los Pericos, del Venado y la de Tres Pisos que Podrían ser Cinco, y la Cabaña de Don Eduardo, construcciones oníricas dirigidas al cielo pero sin destino.
Algunos habitantes cuentan que cuando Edward James llegó a Xilitla compró el terreno y lo destinó el área de Las Pozas como plantación de una fabulosa colección de orquídeas, pero una helada casi la destruyó.
Por esa razón, el artista ordenó en 1962 la construcción del jardín escultórico, en el que trabajaron más de 150 personas, entre albañiles, carpinteros y jardineros, pero todo quedó inconcluso en 1984 a la muerte del escultor, cuya creación fue abierta al público en 1991.
De esta superficie de casi 40 hectáreas de jardín, 16 alojan una treintena de edificios, estructuras y esculturas, entre puertas de herrería oxidada, ventanas góticas, serpientes y orquídeas de piedra, construcciones lo mismo redondas que alargadas que desafían la gravedad y el tiempo.
Cuenta la historia que Edward, nació en Escocia y adquirió el terreno para convertirlo en su santuario personal, era una persona divertida, humilde y amante de la naturaleza, pues además de su cuidado, la contemplaba con el mismo amor e interés que ahora inspira a la gente que recorre el Jardín.
Sus visitantes se adentran en el mundo de lo absurdo dentro de la selva, pero al mismo tiempo mágico, encantados por el placer de perderse en los laberintos, entre el verde de la vegetación, topando con paredes llenas de moho que dan un toque de abandono pero no de olvido.
Nada como transpirar y respirar en la humedad de la huasteca potosina, pisar escaleras que pueden llevar a recorrer los mismos pasos y enmendar el camino, pues no hay ruta; Las Pozas es el lugar ideal para terminar el paseo, pues sus aguas refrescan el cuerpo más que a la mente.