Hace unos días estuve en mi bien amado Distrito Federal (ya en alguna de mis columnas anteriores les había explicado por qué para mí la Ciudad de México siempre será el Defe). Esta vez fue una visita rápida donde combiné trabajo, familia y un poco de arte (el tiempo es poco para cubrir la impresionante oferta cultural que hay en esta ciudad, a la altura de las grandes capitales del mundo).
En esta ocasión, les contaré de mi escapada al Museo Franz Mayer que se encuentra en el mero corazón de la ciudad, justo enfrente a la Alameda. El edificio que lo aloja fue construido en el siglo XVI y perteneció a la orden de San Juan de Dios. Ahora, además de su colección permanente que abarca objetos de arte y diseño de diferentes épocas, en estas fechas dedica algunos de sus espacios a dos exposiciones temporales de fotografía con enfoques totalmente distintos. Imaginarán mi alegría al toparme con este afortunado dos en uno fotográfico.
La primera muestra corresponde al ya tradicional Word Press Photo: una cita básica para los amantes del periodismo visual. Con imágenes sobrecogedoras, esta muestra nos trae año con año capturas que nos llevan del asombro a la tristeza, a la indignación, a la esperanza, al horror. Esta vez, la estrella ha sido la fotografía de John Moore que hace unos meses dio la vuelta al mundo al mostrar a una niña hondureña llorando mientras un policía de la patrulla fronteriza detiene a su madre en McAllen, Texas.
Encontraremos también un proyecto del fotógrafo mexicano Yael Martínez, quien ha ganado el segundo lugar en la categoría de “Proyectos a largo plazo” y, si tuviera que nombrar a mi favorita de esta ocasión, quizás elegiría la foto de Finbarr O’Reilly que ganó el primer lugar en la categoría de retrato (pero que bien podría pasar por fotografía de calle). Si buscan solo deleite para los ojos, esta muestra los decepcionará por el fuerte contenido de muchas de sus imágenes. Empero, si se va con la disposición de descubrir el trabajo de periodismo de calidad que se realiza en el mundo y de ampliar nuestra perspectiva de la realidad actual, la experiencia valdrá la pena. En mi caso, siempre he dicho que cada vez que acudo a la edición anual de esta exposición, mi amor por la fotografía crece y mi amor por la humanidad disminuye. Lleven kleenex.
La segunda exposición intitulada Vogue like a painting plantea una exploración de la relación que existe entre la fotografía de moda y la pintura a partir del inmenso acervo fotográfico de la revista Vogue. Consagrados de la lente como Annie Leibovitz, Cecil Beaton, Peter Lindbergh o Mario Testino nos hacen recordar a los grandes maestros de la pintura como Caravaggio, Vermeer o Botticelli a través de su trabajo para esta icónica publicación. En palabras de Debra Smith, comisaria de esta exposición:
“El hilo común que recorre toda la muestra es una especie de ralentización: una atemporalidad en la pose de las modelos; una especie de lapso mental en el que todo está muy, muy quieto.”
Para muchos, la fotografía de moda podrá ser superficial y banal y, por ende, poco interesante. Sin embargo, esta muestra brilla por la genialidad y el alto contenido estético de de sus imágenes que son verdaderas obras de arte. Y bueno, después de haber visto el World Press Photo, esta exposición fue una especie de caramelito para el ánimo.