Tanto la plaza como el hotel fueron construidos dentro del marco de los festejos del primer centenario de la Independencia del Perú. Mientras el diseño de la plaza corrió a cargo del arquitecto español Manuel Piqueras Cotolí, el proyecto del hotel fue encomendado a su colega peruano Rafael Marquina quien tenía la misión de concebir una obra que fuera un símbolo de modernidad y progreso de la ciudad y que debía estar listo para alojar a los invitados nacionales y extranjeros que llegarían a la ciudad para la fiesta del centenario de la Batalla de Ayacucho.
El hotel fue inaugurado el 9 de diciembre de 1924. Para la construcción de este edificio el Estado donó el terreno de cuatro mil metros cuadrados y se empleó la mano de obra de alrededor de seiscientos hombres que trabajaron en turnos que cubrían las veinticuatro horas del día durante seis meses. Y para el diseño interior no se escatimaron gastos: desde Europa llegaron alfombras, vitrales, lámparas de araña de cristal cortado, jarrones y demás objetos de renombradas casas de decoración. El resultado fue el hotel más lujoso de ciudad, ostentación que conservó por muchos años más.
La visita a este lugar es casi obligatoria para quienes pasan por la Plaza San Martín y, si se trata de la primera vez, aconsejo tomar unos minutos adicionales para caminarlo por dentro y perderse entre sus pasillos que nos mostrarán exquisitos salones de fiesta, restaurantes y bares. Llama la atención que gran parte del mobiliario original se conserva casi intacto en espacios como el lobby de entrada y la recepción del hotel que nos remontan a los inicios del siglo pasado con sus detalles art déco. A un costado de la recepción, el elevador de aquella época puede ser visitado aunque ya no esté en funcionamiento.
En 1988 la Plaza San Martín fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO gracias a la riqueza del espacio público delimitado por edificios de gran calidad arquitectónica como el Gran Hotel Bolívar que se clasifica entre los iconos más importantes de Lima y que recibe miles de visitantes al año.
Por si fuera poco, se presume que el bar de este hotel tiene el mejor pisco sour de la ciudad. No sé cómo logró tal fama, así que me dejé llevar por la curiosidad y sucumbí ante la tentación de sentarme en la terraza con vista a la Plaza San Martín y pedir uno. Imposible saber si es el mejor de la ciudad, pero no está nada mal. Salud.
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Texto y fotografías de Sandra Hernández, arquitecta y fotógrafa. Su pasión por el tema urbano y su acontecer cotidiano le ha llevado a explorar el mundo desde estas dos disciplinas cuya práctica está estrechamente ligada: una complementa a la otra.
Cuando no está de viaje trabajando en algún proyecto, divide su tiempo entre las ciudades de Quebec, Canadá y Querétaro, México.
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