“Si pudiéramos volar, veríamos que hoy Japón es una mancha rosa en medio del mar”, me dijo una señora con cierta complicidad al notar mi admiración ante las floridas copas de cerezos en el Paseo del Filósofo en Kioto. El sol había salido después de varios días grises de lluvia, y los parques de la ciudad estaban llenos de gente —locales y turistas— que, como yo, salieron a festejar el Hanami.
Hanami es un vocablo japonés que literalmente quiere decir « ver flores » y que está asociado a la arraigada tradición de contemplar los cerezos en flor o sakura que data del periodo Nara (710-794).
En Japón, el periodo de florecimiento de los cerezos dura poco más de un mes: empieza a finales del mes de febrero en las islas que se encuentran al sur del país y termina en mayo en la parte norte. Es tan importante y esperado este evento, que la oficina de meteorología japonesa se encarga de anunciar cada año el pronóstico de florecimiento para que la gente pueda organizarse en consecuencia.
La celebración del Hanami es un acontecimiento imperdible si se viaja al país del sol naciente en esas fechas (para muchos, la mejor época para ir de visita). Se trata de una festividad que va más allá de la estética y la simple observación. Como la floración del sakura es breve (un ciclo que apenas dura un par de semanas), para los nipones es un proceso que metafóricamente representa la vida humana y una invitación a reflexionar sobre su fugacidad y brevedad. En otras palabras, la perfecta alegoría de una existencia corta, pero majestuosa.
BAJO LOS CEREZOS
Desde mis épocas de estudiante, en mi lista de arquitectos favoritos han predominado los japoneses. Entre ellos está Toyo Ito (ganador del Premio Pritzker —máximo galardón en arquitectura— en el año 2013), quien en repetidas ocasiones ha expresado la fuerte influencia o inspiración que ha ejercido en su obra la celebración del Hanami.
En el año 2009, el Círculo de Bellas Artes de Madrid le otorgó la Medalla de Oro. Al recibir este premio, Toyo Ito expuso al público su historia como arquitecto. Esta historia comienza así:
En Japón, cuando florecen los cerezos, nos reunimos bajo sus ramas para festejarlo. Por medio de unas cortinas alargadas separamos el espacio que, de ese modo, se transforma en un lugar de celebración durante la ceremonia, para volver tras ella a formar parte de la naturaleza. En mi opinión, no hay otra arquitectura mejor. »
La celebración del Hanami ha quedado imborrable en mi memoria. No es solo el impresionante espectáculo de las flores rosas por doquier, sino también la camaradería y el ambiente festivo que se vive bajo los cerezos.
Mi mente evoca multitud de recuerdos. Estos cerezos. *
* Matsuo Basho (versión al español de Francisco Serrano)
Texto y fotografías de Sandra Hernández
contacto@vitaflumen.com instagram:
@Vita_Flumen
Facebook: @VitaFlumen1
www.vitaflumen.com