En fotografía, los reflejos son fuente de innumerables ejercicios de creatividad. Nos permiten lograr imágenes abstractas o jugar con yuxtaposiciones y capas. No hay fotógrafo que no se haya detenido ante una vitrina, espejo o charco para ver lo que sucede y esperar las sorpresas que encontrará su lente.
Acompaño esta serie de fotos de reflejos con un magnífico poema de Octavio Paz intitulado Intervalo.
Arquitecturas instantáneas
sobre una pausa suspendidas,
apariciones no llamadas
ni pensadas, formas de viento,
insubstanciales como tiempo
y como tiempo disipadas.
Hechas de tiempo, no son tiempo;
son la hendedura, el intersticio,
el breve vértigo del entre
donde se abre la flor diáfana:
alta en el tallo de un reflejo
se desvanece mientras gira.
Nunca tocadas, claridades
con los ojos cerrados vistas:
el nacimiento transparente
y la caída cristalina
en este instante de este instante,
interminable todavía.
Tras la ventana: desoladas
azoteas y nubes rápidas.
El día se apaga, se enciende
la ciudad, próxima y remota.
Hora sin peso. Yo respiro
el instante vacío, eterno.
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Imágenes de Sandra Hernández, arquitecta y fotógrafa. Su pasión por el tema urbano y su acontecer cotidiano le ha llevado a explorar el mundo desde estas dos disciplinas cuya práctica está estrechamente ligada: una complementa a la otra.
Cuando no está de viaje trabajando en algún proyecto, divide su tiempo entre las ciudades de Quebec, Canadá y Querétaro, México.
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