“Yo recuerdo”, Je me souviens, es el lema de Quebec y se refiere a la memoria que el pueblo quebequense guarda de su pasado con todas sus lecciones, tristezas y glorias. Esta frase se encuentra grabada en la fachada del edificio del Parlamento de Quebec donde se alberga a la Asamblea Nacional y que está ubicado en los confines de la ciudad vieja de la capital de esta provincia canadiense.
Esta edificación fue construida en el siglo XIX según los planos de Eugène-Étienne Taché y en 1985 fue declarado “sitio histórico nacional”. Este año, la remodelación de sus espacios interiores ha culminado después de meses de trabajos intensivos por lo que hace unos días decidí dar una vuelta por ahí y conocer este proyecto de la firma quebequense Provencher-Roy.
Estos nuevos espacios abarcan un total de cinco mil cien metros cuadrados de construcción. En el exterior del inmueble los cambios han sido sutiles pero contundentes: en la parte de la escalinata semicircular, donde antes había un jardín, ahora se aloja la nueva entrada principal donde antiguos muros de piedra fueron sustituidos por láminas de cristal que permiten una salida de luz que ha dado nueva vida a la fachada. Al centro de este espacio, un domo ovalado sobresale apenas unos centímetros del piso, permitiendo la visualización al ágora central.
Una vez que entramos, nos damos cuenta de que la intervención ha sido más enérgica, más osada. Lo primero que encontramos es una rampa descendente de muros de madera y pisos de materiales neutros que nos dirigirá hacia las diferentes habitaciones de todo el edificio incluyendo los espacios de seguridad, servicios, áreas pedagógicas y las salas principales. Así, a lo largo del recorrido encontraremos vanos que serán umbrales hacia estancias azules o rojas (que hacen alusión a los colores de los dos salones principales: el Salón Azul, donde sesiona la Asamblea Nacional, y el Salón Rojo, donde trabaja el Consejo Legislativo), hacia pasillos de luz cambiante y, finalmente, hacia un foro central abierto iluminado de manera cenital por el domo de la entrada.
La visita incluye una vuelta por la Biblioteca de la Asamblea Nacional y al restaurante Le Parlementaire, el cual, a partir de esta intervención, ha decidido abrir sus puertas al público en general (antes estaba solo a disposición de los funcionarios que trabajan en ese edificio) ofreciendo platillos de alta cocina quebequense elaborados con productos locales que en definitiva vale la pena probar.
Este descubrimiento de buena arquitectura y buena comida me ha hecho sentir como turista en esta ciudad que quiero tanto y que siempre tiene guardada una sorpresa por ahí. Y sí, yo también digo, orgullosa: je me souviens.