14 de febrero, día del amor y la amistad

Alfonso Franco Tiscareño

  · miércoles 14 de febrero de 2018

Foto: Especial

Tristemente un día tan importante como este se ha convertido en una fiesta comercializada o en un deshago del resentimiento, la frustración y la revancha. Pero este día merece ser revalidado en toda su dimensión, merece ser rescatado y extraer de él lo valioso y poderoso que contiene. Todo es según el color del cristal con que se mire, y hay quienes preferimos verlo con los ojos de la reivindicación.

El tema del amor es abordado varías veces en un texto fundamental para la humanidad. Se trata de los Diálogos, escrito, con toda la influencia socrática, por Platón. La gente, en general,  no se nutre de la sabiduría, sino con páginas  vulgares, en las redes sociales, que dicen cualquier cantidad de disparates. Y siempre que se acerca el 14 de febrero se ha puesto de moda denostar al amor. Esa tendencia grinch respecto al amor y la amistad, debe ser cuestionada fuertemente por nefasta y dañina para la sociedad en su conjunto. En cambio, compartimos totalmente las palabras de Fedro, citadas en el diálogo llamado el Banquete, en los Diálogos : “¿En qué consiste que en medio de este furor de alabanzas universales, nadie hasta ahora ha emprendido el celebrar dignamente a Eros, y que se haya olvidado dios tan grande como este?”

Como sabemos, Eros es el dios del amor y la sexualidad entre los griegos,  y es conocido como Cupido, entre los romanos. De estos  mitos podemos aprender grandes lecciones aplicables a la vida concreta. Sobre todo para no vivir vacíos en esta era de desesperanza, en esta etapa del Amor líquido, como ha titulado su libro el sociólogo Zygmunt Bauman. La moda de atacar al amor en las redes sociales no es sólo una cuestión personal de individuos amargados, sino que obedece también a circunstancias contextuales, es resultado de la época en que vivimos: la posmodernidad.

Bauman señala que se vive una época de relaciones poco duraderas, convenencieras, comercializadas. En una palabra: cada vez es más difícil amar y ser amado. Y se dan paradojas que demuestran la crisis que vivimos en el terreno del amor. En una sociedad profundamente individualista y egoísta, el ser humano es incapaz de amarse a sí mismo. ¿Quién puede amar a otro si no conoce el amor para sí mismo? Pero no se trata ni se propone la adulación ególatra, narcisista, sino el conocimiento de sí mismo socrático. En la medida en que me conozco valoro y aprecio a los demás porque sé que son igual que yo y deben ser tratados con amor y respeto. Es el In lak’ech, hala ken, de la cultura Maya que significa: yo soy otro tú, tú eres otro yo.

Dice Bauman en el libro citado: ”La aceptación del precepto de amar al prójimo es el acta de nacimiento de la humanidad”. (p. 106) Si no eres capaz de conocerte y amarte a ti mismo, si no eres capaz de amar a los demás, ¿cómo puedes pretender amar a esa mujer o a ese hombre si no conoces ni has practicado el amor? Por más buenas intenciones que tengas refleja que no has pensado a profundidad en el tema, ya sea por inexperiencia, por ignorancia, por maldad o por todo junto. El primer paso para amar a otro ser es amarse y conocerse a sí mismo. Este es un proceso, muchas veces largo y doloroso, que llevaría a la gente a sostener relaciones amorosas hasta que tuvieran 60 ó 70 años. Esto no es posible. El despertar del deseo sexual, que aparece con fuerza en la adolescencia,  no da para esperas tan largas. He aquí otra paradoja.

Se ha descuidado totalmente esta temática del amor y la amistad, y se ha dejado, con cierta razón, en manos de las familias. Se supone, sin razón, que ya la vida le irá enseñando a cada uno el camino a andar. Nada más equivocado. Es a nivel de políticas públicas donde debe gestarse la educación para el noviazgo y el matrimonio, la educación para ser padres, para el manejo de las emociones, y también, la educación para aprender a amar.

Esta idea no es una simple locura, es el amor, la solidaridad, el respeto, el desarrollo y la practica de una ética y una moralidad, lo que puede dar lugar a desarrollar una sociedad más sana. Señala Zygmunt Bauman: “Amar al prójimo requiere un salto de fe; sin embargo, el resultado es el acta de nacimiento de la humanidad. Y también representa el aciago paso del instinto de supervivencia hacia la moralidad.                                                                             

Ese paso convierte a la moralidad en  una parte, y tal vez en una conditio sine qua non, de la supervivencia”. (p. 106)

Las relaciones amorosas entre dos seres humanos también deberían pasar por este tamiz, de esta manera lograrían más claridad, más profundidad, mejores resultados. Porque por ahora, ¿sobre qué elementos están fundadas? En el número de divorcios y separaciones podemos tener una primera respuesta. A parte de las parejas que sin separarse, es decir, estando juntos, su vida es un infierno. Aquí volvemos a la pregunta inicial de Fedro, y vamos aún más allá.

La filosofía griega, como muchas otras culturas nos indica por qué el amor es parte central de la vida humana: “También es de todos ellos (Eros) el que hace más bien a los hombres; no conozco mayor ventaja para un joven, que tener un amante virtuoso; ni para un amante, que el amar un objeto virtuoso. Nacimiento, honores, riquezas, nada puede como el amor inspirar al hombre lo que necesita para vivir honradamente; quiero decir, la vergüenza del mal y la emulación del bien. Sin estas dos cosas es imposible que un particular o un Estado haga nunca nada bello ni grande…Hombres unidos de este modo, aunque en corto número, podrían en cierta manera vencer al  mundo entero”. (Diálogos.  El banquete. Ed. Porrúa. P. 499)

Digan ustedes si tiene razón este Diálogo o no. México está urgido de amor, se desangra      brutalmente por la falta de justicia social, por la criminalidad, por la impunidad y la corrupción, por la  falta de valores y por  la falta de amor. La falta de amor al prójimo es de un nivel espeluznante, pavoroso. Pensemos nada más en la cantidad de desapariciones forzadas o de feminicidios que se cometen en el país, y tendremos una idea de la gravedad del problema. “Sin estas dos cosas -la vergüenza del mal y la emulación del bien- es imposible que un particular o un Estado haga nunca nada bello ni grande”… esas palabras resuenan muy a menudo en mi mente.

Por todo esto es que es un gran regalo tener un día para celebrar el amor y la amistad. No es cosa de un día, es asunto de toda la vida, de cada día, con sus caídas y sus plenitudes. El amor y la amistad es una construcción que se edifica a diario, en cada acto; es un jardín que se cultiva, es una flor que se riega a la luz del sol. No importan las diferencias, al contrario, eso fortalece la amistad. Como dice Carlos Fuentes de su amistad con Julio Cortázar: “Nuestras diferencias, sin embargo, aumentaron nuestra amistad y nuestro mutuo respeto, como debe ser en el trato inteligente entre amigos, que no admite ambición, intolerancia o mezquindad. No puede, realmente, haber amistad cuando estos defectos arrebatan al que se dice nuestro amigo.”

Se ama y se tienen amigos no para ser idénticos, no para someterse, sino para ser libres y crecer juntos, a pesar de toda contradicción. Esa es la enseñanza de los que saben. Si la fiebre de la plaga emocional asoma a tus redes sociales o a tu entorno vociferando contra el amor, echando pestes y cantando loas a la amargura y la revancha, al resentimiento, quizá sea tiempo de acercarnos a la sabiduría perenne para escuchar un consejo constructivo, unas palabras que nos fortalezcan y nos hagan ver con claridad el valor inmenso de todo lo que nos rodea. El 14 de febrero es un pretexto, una oportunidad para meditar, reflexionar y valorar la grandeza sublime del amor y la amistad.

https://escritosdeaft.blogspot.mx

TEMAS