/ viernes 17 de diciembre de 2021

A un siglo de Guillermina

El espectador

Gracias a restricciones menos severas en el último trimestre del año, se ha podido acudir a espectáculos escénicos —teatro y danza—, y la contención de propuestas y funciones se ha transformado en una avalancha que desactualiza cualquier cartelera día con día, hora a hora, apenas seguible mediante la inmediatez del internet. En este desbordamiento apareció del 1 al 4 de diciembre la celebración del centenario natal de la maestra coreógrafa Guillermina Bravo (1920- 2013) por parte de la Secretaría de Cultura y del Centro Nacional de Danza Contemporánea (Cenadac), que aprovechó el 2021 para celebrar tres décadas de promoción y formación artísticas precisamente por la decisión y entereza de la artista veracruzana para fundar – en un ímpetu de descentralización nacional–, un colegio para la profesionalización de bailarines, con siete años de escolaridad (bachillerato y licenciatura en Danza Contemporánea).

A juzgar por el desarrollo de la función de clausura del XIX Foro experimental / Edición Especial –UN SIGLO CON GUILLERMINA BRAVO– en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad de Querétaro, las jóvenes del Cenadac —escasísima presencia masculina— cuentan con un preciadísimo y preciosísimo activo: la capacidad de convocatoria, mantenerla en un círculo virtuoso será el gran reto. Indudablemente, mucho dependerá tal mantenimiento de la calidad de la programación para lo cual se antoja indispensable no ceder en la exigencia artística y la búsqueda de superación expresiva. La conjunción de estas condiciones se consiguió el sábado 4 de diciembre con el concurso de la compañía Contempodanza, fundada y dirigida desde hace treinta y cinco años por la maestra Cecilia Lugo, presentando la antología coreográfica “Entre viento y marea” compuesta por cuatro coreografías.

“Nicolás”, la primera danza interpretada por los cuatro bailarines de la compañía radicada en Ciudad de México fue recibida calurosamente por la numerosa asistencia. Podría decirse que a partir de ese primer número toda la función única pasó como miel sobre hojuelas, tal cual, si bien la versión para varones de “Nicolasa” fue la obra más aplaudida. Mucho debe haber influido en este logro la intensidad expresiva empeñada y proyectada por los artistas en su interacción de conjunto, lo mismo que la demostración de enorme solvencia técnica en los momentos solistas. Si a tal logro se suma el impactante manejo de un enorme abanico hacia el final de la representación, éste tuvo prácticamente un efecto climático. Al recibir y agradecer los aplausos, en sus rostros se advertía la confianza de la aceptación hasta pasar un tanto a la agradable sorpresa.

Con “En memoria de un soliloquio” (A Cynthia) fue el turno para las cuatro bailarinas de la compañía, contrastando el vigor y la fortaleza del primer número con dos recursos caracterizados como femeninos, ¡y qué bien que así aparecieron subrayados!: el uso de las cabelleras, su frondosidad y espesura, y de ribete el enmarcamiento de los rostros, destacados por los labios carmesí; y la textura y tonalidad de un doble vestuario, uno encima del otro: el desprendimiento de un amplio vestido con falda de gran vuelo, rica en pliegues, para dar lugar a la prenda suelta, lisa, de suave caída diseñada para portarla debajo del vestido de calle o fiesta y sobre la ropa íntima. El diseño lumínico mucho propicia el lucimiento y brillantez del manejo de las cabelleras. Superior lucimiento ofrecen con el perfeccionismo técnico de la expresividad corporal y la gestualidad dramática.

Hasta aquí llaman la atención dos expresiones reiteradas por ellos y ellas, con tendencia de sello, cuya aplicación no recuerdo en Querétaro: la sonoridad golpeando el piso con las palmas, lanzando los brazos extendidos en cruz con el cuerpo bocarriba, la cabeza hacia el público; de espaldas al mismo, similar sonido golpeándose con un enérgico y esforzado abrazo.

La aparente tendencia de trabajar de cuatro en cuatro y separados por género se desvaneció con “Álgebra de la oscuridad”, de Raúl Tamez. ¿Cuál es la incógnita a despejar? Quién sabe. Cada espectador tendrá una equis y le dará un valor o a partir de las notorias diferencias con las dos coreografías precedentes firmadas por Cecilia Lugo, a saber: la llamada de atención inicial no está puesta en un centro, particularmente arriba, sino con dos entradas abajo por izquierda y derecha. El recurso de la desnudez masculina es llevado al límite de la posible censura o reprobación. La sucesión de escenas o cuadros no parece llevada por una continuidad, simplemente suceden dejando en la expectación una definición, una interpretación para muchísimas hojitas arrojadas alegremente a una pareja enamorada o en escarceos de intimidad romántica, que las devuelve igualmente con ánimo lúdico, superadas desavenencias y disputas.

Tras una pausa para la limpieza del foro, Contempodanza presentó su plantilla completa desde el inicio de “Travesías de humo / El exilio”. A través del sonido de la cabina de controles la coreógrafa Lugo introdujo la última danza de la antología coreográfica “Entre viento y marea” aludiendo a la mítica Itaca para disponernos en un viaje, por supuesto marítimo, para esto también vemos unos barquitos, que normalmente serían de papel, en el ‘proscenio’, dispuestos uniformemente en dos filas. Por la caracterización del conjunto mediante gabardinas, y la gestualidad y desempeño colectivos la sugerencia del partir y el regresar resulta muy explícita e intensa en cuanto al empeño, exasperación, para no irse o estar de vuelta. Qué mejor situación ejemplificativa de tales circunstancias que el exilio, esa movilidad generalmente trágica como recurso final de sobrevivencia que tanta entereza y valor impone.

Intuyo, con todo el riesgo del prejuicio, en la más o menos uniforme agradabilidad de la presencia femenina un código de belleza, quizá inconsciente pero explicable por los inicios personales declarados de Cecilia Lugo en el arte danzario mediante el ballet clásico. No apuntaría esta percepción de no suponer que la maestra Guillermina Bravo se habría opuesto a la existencia de un código para condicionar este tema.

Gracias a restricciones menos severas en el último trimestre del año, se ha podido acudir a espectáculos escénicos —teatro y danza—, y la contención de propuestas y funciones se ha transformado en una avalancha que desactualiza cualquier cartelera día con día, hora a hora, apenas seguible mediante la inmediatez del internet. En este desbordamiento apareció del 1 al 4 de diciembre la celebración del centenario natal de la maestra coreógrafa Guillermina Bravo (1920- 2013) por parte de la Secretaría de Cultura y del Centro Nacional de Danza Contemporánea (Cenadac), que aprovechó el 2021 para celebrar tres décadas de promoción y formación artísticas precisamente por la decisión y entereza de la artista veracruzana para fundar – en un ímpetu de descentralización nacional–, un colegio para la profesionalización de bailarines, con siete años de escolaridad (bachillerato y licenciatura en Danza Contemporánea).

A juzgar por el desarrollo de la función de clausura del XIX Foro experimental / Edición Especial –UN SIGLO CON GUILLERMINA BRAVO– en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad de Querétaro, las jóvenes del Cenadac —escasísima presencia masculina— cuentan con un preciadísimo y preciosísimo activo: la capacidad de convocatoria, mantenerla en un círculo virtuoso será el gran reto. Indudablemente, mucho dependerá tal mantenimiento de la calidad de la programación para lo cual se antoja indispensable no ceder en la exigencia artística y la búsqueda de superación expresiva. La conjunción de estas condiciones se consiguió el sábado 4 de diciembre con el concurso de la compañía Contempodanza, fundada y dirigida desde hace treinta y cinco años por la maestra Cecilia Lugo, presentando la antología coreográfica “Entre viento y marea” compuesta por cuatro coreografías.

“Nicolás”, la primera danza interpretada por los cuatro bailarines de la compañía radicada en Ciudad de México fue recibida calurosamente por la numerosa asistencia. Podría decirse que a partir de ese primer número toda la función única pasó como miel sobre hojuelas, tal cual, si bien la versión para varones de “Nicolasa” fue la obra más aplaudida. Mucho debe haber influido en este logro la intensidad expresiva empeñada y proyectada por los artistas en su interacción de conjunto, lo mismo que la demostración de enorme solvencia técnica en los momentos solistas. Si a tal logro se suma el impactante manejo de un enorme abanico hacia el final de la representación, éste tuvo prácticamente un efecto climático. Al recibir y agradecer los aplausos, en sus rostros se advertía la confianza de la aceptación hasta pasar un tanto a la agradable sorpresa.

Con “En memoria de un soliloquio” (A Cynthia) fue el turno para las cuatro bailarinas de la compañía, contrastando el vigor y la fortaleza del primer número con dos recursos caracterizados como femeninos, ¡y qué bien que así aparecieron subrayados!: el uso de las cabelleras, su frondosidad y espesura, y de ribete el enmarcamiento de los rostros, destacados por los labios carmesí; y la textura y tonalidad de un doble vestuario, uno encima del otro: el desprendimiento de un amplio vestido con falda de gran vuelo, rica en pliegues, para dar lugar a la prenda suelta, lisa, de suave caída diseñada para portarla debajo del vestido de calle o fiesta y sobre la ropa íntima. El diseño lumínico mucho propicia el lucimiento y brillantez del manejo de las cabelleras. Superior lucimiento ofrecen con el perfeccionismo técnico de la expresividad corporal y la gestualidad dramática.

Hasta aquí llaman la atención dos expresiones reiteradas por ellos y ellas, con tendencia de sello, cuya aplicación no recuerdo en Querétaro: la sonoridad golpeando el piso con las palmas, lanzando los brazos extendidos en cruz con el cuerpo bocarriba, la cabeza hacia el público; de espaldas al mismo, similar sonido golpeándose con un enérgico y esforzado abrazo.

La aparente tendencia de trabajar de cuatro en cuatro y separados por género se desvaneció con “Álgebra de la oscuridad”, de Raúl Tamez. ¿Cuál es la incógnita a despejar? Quién sabe. Cada espectador tendrá una equis y le dará un valor o a partir de las notorias diferencias con las dos coreografías precedentes firmadas por Cecilia Lugo, a saber: la llamada de atención inicial no está puesta en un centro, particularmente arriba, sino con dos entradas abajo por izquierda y derecha. El recurso de la desnudez masculina es llevado al límite de la posible censura o reprobación. La sucesión de escenas o cuadros no parece llevada por una continuidad, simplemente suceden dejando en la expectación una definición, una interpretación para muchísimas hojitas arrojadas alegremente a una pareja enamorada o en escarceos de intimidad romántica, que las devuelve igualmente con ánimo lúdico, superadas desavenencias y disputas.

Tras una pausa para la limpieza del foro, Contempodanza presentó su plantilla completa desde el inicio de “Travesías de humo / El exilio”. A través del sonido de la cabina de controles la coreógrafa Lugo introdujo la última danza de la antología coreográfica “Entre viento y marea” aludiendo a la mítica Itaca para disponernos en un viaje, por supuesto marítimo, para esto también vemos unos barquitos, que normalmente serían de papel, en el ‘proscenio’, dispuestos uniformemente en dos filas. Por la caracterización del conjunto mediante gabardinas, y la gestualidad y desempeño colectivos la sugerencia del partir y el regresar resulta muy explícita e intensa en cuanto al empeño, exasperación, para no irse o estar de vuelta. Qué mejor situación ejemplificativa de tales circunstancias que el exilio, esa movilidad generalmente trágica como recurso final de sobrevivencia que tanta entereza y valor impone.

Intuyo, con todo el riesgo del prejuicio, en la más o menos uniforme agradabilidad de la presencia femenina un código de belleza, quizá inconsciente pero explicable por los inicios personales declarados de Cecilia Lugo en el arte danzario mediante el ballet clásico. No apuntaría esta percepción de no suponer que la maestra Guillermina Bravo se habría opuesto a la existencia de un código para condicionar este tema.

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