El trabajo que Ryper desarrolló en el CECEQ fue colaborativo. El queretano compartió el concreto, la pintura y las alturas junto con Goal.
En un principio, como explicó el grafitero y muralista en entrevista, iban a darle vida a unos Tezcatlipocas, deidades que, en la mitología mexica, son hacedores del universo vertical y horizontal de la cosmogonía náhuatl. Sin embargo, su pieza fue mutando.
La inspiración central del proyecto El agua es una los llevó a decantarse por el tema del cambio climático. El elemento principal de su obra, un cocodrilo, ahora ve desde las alturas los estragos que el hombre origina en su entorno.
El cocodrilo, símbolo de agua y fertilidad en el mundo prehispánico, se advierte amenazado en esta pieza; un pedazo de firmamento, como el propio Ryper ha referido que representa su intervención, rodea al reptil.
Cabe resaltar que el Chaak, dios de la lluvia en el universo maya, era comúnmente asociado con este animal; sin embargo, en las alturas del domo, es el cocodrilo Cipactli, sacrificado por los Tezcatlipocas, para crear la Tierra con su cuerpo y los cielos con su cabeza, el protagonista.
“Fueron dos meses (lo que han invertido de tiempo desde que comenzaron la planeación), un mes de trabajo en boceto y llevamos como dos semanas estudiando la estructura. Pero ya lo comenzamos ayer”, señaló el artista el 2 de abril. Su pieza, 13 días después, resultó una de las que más tiempo llevó en ejecutar, pues las condiciones del espacio que intervinieron, el ala suroeste del domo del Péndulo de Focault, dificultaron su conclusión.
Ryper comenzó en el mundo del arte de manera improvisada. Sin ninguna formación académica en disciplinas artísticas, el inquieto queretano se forjó así mismo en la pintura y el dibujo. Desde los 14 años, confiesa, exploró el grafiti.
“Ya llevo más de la mitad de mi vida en esto. Era una inquietud artística, me gustaba dibujar desde la primaria y viendo que se podía llevar a través del aerosol, pues me gusto mucha más, hay mas dificultad”, refiere.