/ miércoles 15 de mayo de 2019

Amig@, date cuenta… ¡Eres feminista!

México comienza a “releer” la forma en que nos relacionamos hombres y mujeres y, con 91.1% de la población a favor de la equidad entre géneros, decide cambiar de página para que un libro sobre salud sexual, acciones contra el machismo, comunidad LGTBI, sororidad y empatía termine por colocarse entre los 100 más vendidos del país

Amiga mía, amigo mío, te tenemos noticias: lo más probable es que seas feminista.

¿Crees que mujeres y hombres deberían recibir el mismo salario por el mismo trabajo? ¿Te apetece que ellas ejerzan una carrera que les apasione y que ellos no se vean reducidos al papel de proveedor? ¿Te ofende que te asignen ciertas tareas solo por ser chico o por ser chica? ¿Te molesta que te juzguen por tu apariencia o por cómo te vistes? ¿Estás consciente de que puedes elegir si te casas, si quieres formar una familia o si deseas plantar nabos en La Patagonia de por vida?

¿Sí? ¡Pues ahí está! Todo eso es feminismo: la palabrita prohibida que te va meter la idea revolucionaria de que las mujeres y los hombres debemos tener igualdad de derechos y oportunidades por el solo hecho de ser PERSONAS.

Y, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), con solo 91.1 por ciento de la población mexicana a favor de esas opiniones curtidas por la empatía y la no discriminación (al menos en la teoría), es que ‘Plaqueta’ (la comunicóloga Tamara de Anda) y ‘Andonella’ (la artista visual Andrea Arsuaga) ya preparan la segunda edición del #AmigaDateCuenta, un libro repujado entre memes vaciladores, emojis de todos los gustos y glitter deslumpenizador para enfrentar el desastre que constituye pertenecer al ‘segundo sexo’ en nuestro país.

“Ser mujer no tendría que ser un pedo, pero, desgraciadamente, sí lo es”, dice Tamara de Anda al referir que tanto ellas como ellos están en el mejor momento para entrarle con todo a los temas que más nos incumben si queremos ejercer una vida libre de mandatos.

Entendiendo al enemigo

Porque, créalo usted o no, todavía existe un sistema cultural, estructural y de creencias en el que los varones tienen que ser bien valientes, fuertes y con muchos músculos; estar siempre dispuestos agarrarse a golpes por cualquier cosa; traer el dinero y el pan a la mesa; gustar solo de mujeres y coleccionarlas; tener un deseo sexual inagotable y expresárselo groseramente a quien se les cruce; construirse una imagen de seres poderosos, que imponen respeto y hasta un poco de miedo; mostrarse incapaces de sentir dolor, de llorar o de expresar sus emociones; y, además, tener un reloj muy caro, una billetera muy gorda, un carro muy grande… y un pene todavía más grande.

El patriarcado

Y, como afirma Tamara de Anda, el patriarcado también tiene una idea muy clara de cómo deben ser las mujeres: lindas, flacas, siempre jóvenes, “las 24 horas, los siete días de la semana… toda la vida”; sexys, “pero ‘no tanto’, y por eso, cada día, deben rebanarse la cabeza pensando qué se van a poner para que no las acosen en la calle, la casa, la escuela o la oficina”; además de estar permanente dispuestas a servir, sonreír y aceptar que todo mundo tenga derecho a opinar sobre su apariencia, sobre su cuerpo o sobre sus decisiones.

“En el patriarcado, las mujeres son más débiles, más incapaces, más inútiles y no son biológica o intelectualmente aptas para ciertas tareas o cargos. Pero sí resulta que tienen que cocinar, limpiar, cuidar a niñas y niños… y eso de manera gratuita. Y, por supuesto, para el patriarcado, las mujeres tienen que ser madres. Eso es lo principal, lo central, lo definitorio para una mujer”, según ratifican los datos del Inegi, que mencionan 60 por ciento todavía se visten de blanco con ese discurso.

Numeralia

Así pensamos en México la igualdad

*****
37.5% de las niñas y 51.2% de los niños
Afirma que jugar con muñecas es solo para chicas.


71.3% de las niñas y 73.4% de los niños
Están de acuerdo con que la mamá se quede en casa con las hijas e hijos mientras el papá trabaja.


17.9% de las niñas y 24.4% de los niños
Considera que los hombres no deben llorar.


Fuente: Población de 9 a 11 años de edad entrevistada para la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)



4.4% de las mexicanas y 10.7% de los mexicanos
Justifica que un hombre le pegue a una mujer.


12.3% de las mexicanas y 17.9% de los mexicanos
Opina que algunas mujeres son violadas porque provocan a los hombres.


20.5% de las mexicanas y 23.3% de los mexicanos
Cree que las mujeres deben ayudar en los quehaceres del hogar más que los hombres.


Fuente: Población de 18 años o más entrevistada para la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)

Un modelito a la medida

También piensan que el hombre debería ser el principal proveedor del hogar (43.1%) y todavía hay quienes opinan los quehaceres domésticos deben hacerlos principalmente ellas (22.5%), o bien, que las mujeres tienen menos capacidad que los varones para ejercer cargos directivos (11.7%).

Como asegura ‘Plaqueta’, todas son engañosas viñetas de realidad y trampas del lenguaje que siempre están ahí, pero que no solemos ver porque están tan naturalizadas que se requiere de todo un proceso de reaprendizaje dirigido a las mujeres y necesario para los hombres, así como una caja de herramientas para desarrollar el autoconocimiento suficiente como batearlas con energía, desmaquillarlas con actitud y ‘darse cuenta’ de que existen con enjundia.

Porque los estereotipos e ideas prefabricadas que se tienen sobre las mujeres son infinitos: que son poco racionales, que son débiles, que nacieron para criar bebes, que son excelentes cocineras, que son todas unas guarras (“menos tu hermana y tu mamá”), que entre ellas se ponen el pie, que las ‘mosquitas muertas’ son las peores, que las gorditas ofrecen los mejores polvos (“porque ‘le echan ganitas’ para ‘compensar’”), que no saben lo que quieren, que son compradoras compulsivas, que no paran de hablar, que se roban el galán unas a otras, que hormonalmente son un desastre, y, por supuesto, que todas necesitan a un hombre a su lado para que las apuntale, las contenga, las estabilice y las domine.

“El #AmigaDateCuenta es para reconocer toda la basura que creíamos, deja tú a los 13 años, a los 8, a los 10... hace seis meses; las cosas horribles que le hicimos a otras personas y a ti misma o mismo. Después de todo, rectificar y ‘darte cuenta’ es duro… pero vale la pena”, concede Tamara de Anda al advertir que, “una vez que te muerde ‘la araña del feminismo’, entiendes qué está pasando contigo y con el mundo”.

“Te pones ‘las gafas violetas’ y ya no puedes ‘desver’. Es más sencillo buscar una respuesta, cambiar las cosas para ti y para las demás personas”, dice la también autora del 48º libro más vendido en nuestro país en lo que va del año, conforme al buscador Google Shopping, el 18º en librerías como Gandhi, el 31º en establecimientos como El Sótano y el 76º en Amazon México.

¿Pero... y las feminazis?

“Este término es tan pendejo que no nos queda más que reírnos de él. Lo popularizó un locutor gringo ultraconservador, Rush Limbaugh, para insultar a las mujeres que defendían el derecho al aborto seguro. Porque, claro, la salud reproductiva es equiparable a una dictadura genocida que acabó con más de 17 millones de vidas.

“De ahí que la gente se lo ha agarrado para hablar de las feministas cuya protesta les parece ‘exagerada’, lo cual va desde hacer pintas en muros o enseñar las chichis (¡Uy! ¡Asústame panteón!) hasta pedir ‘por favorito, si no es mucha molestia, que pare la violencia contra nosotras’. Y, como dice la comediante española, Patricia Sonrosa, ‘¿Cuál es el holocausto feminazi? ¿Hombres teniendo que planchar sus propias camisas?’”.

Tamara de Anda recuerda entonces que al feminismo se le debe que las mujeres puedan asistir a la universidad, solicitar cualquier empleo, recibir un salario por sus habilidades, obtener legalmente un préstamo, tener una propiedad a su nombre, compartir la custodia de sus hijos e hijas tras un divorcio, brindar y recibir información sobre sexualidad sin ir a la cárcel, usar pantalones sin ser excomulgada, leer, escribir, publicar y, básicamente, que a la mitad de la población se le reconozca como seres humanas.

“¿Y sabes cuántas vidas ha cobrado en su lucha? CERO”.

Por su parte, la violencia machista mata a 15 mexicanas todos los días, de acuerdo con el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal (CNPJE) 2018, que reporta 6 mil 296 niñas, adolescentes y mujeres adultas son asesinadas por año en nuestro país (la tasa más elevada de América Latina), “por eso, equipararlo con el machismo es ignorante, absurdo y ofensivo”.

Machismo nuestro de cada día

Tamara de Anda reafirma entonces que los hombres y mujeres deben tender derechos iguales no solo en el papel y en la teoría, sino en la vida real. Después de todo, este 2019 se cumplen apenas 45 años de que México suscribió en su Constitución Política “la igualdad del varón y la mujer ante la ley”.

Ese gesto simbólico tardío ha repercutido en que “sigamos siendo valoradas por cómo nos vemos y se nos imponen estándares de belleza imposibles de cumplir, además de que casi todos los cumplidos que te hagan tendrán que ver con tu apariencia; todavía algunos hombres y mujeres piensan que ellos ‘ayudan’ en las labores del hogar, cuando les corresponde el mismo trabajo que a las demás; y es nefasto que te digan que ‘seguro estás en tus días’ cuando te enojas por algo”.

“Y para nada: se vale estar enojada, se vale gritar y se vale mandar muy lejos a la banda nefasta y tóxica que te dice que ‘te vas a quedar solita’. Esta lucha empieza por cuestionar el lugar que te dijeron que tenías que ocupar en el mundo y no solo por ti, sino por las y los demás. No es una pelea individual. Hay que trabajar para crecer junt@s, y hacerle monto al machismo, al racismo, a la homofobia, a la transfobia, a la gordofobia, y a todas las formas de intolerancia y discriminación”.

Porque ricas y pobres, rubias y castaños, chicos y chicas… todas las personas vivimos en el patriarcado: algo que no se puede ver, oler o tocar, pero que nos condiciona la vida un montón.

“Y, ni modo, no va a cambiar solito. ¡Hay que luchar!”.

Amiga mía, amigo mío, te tenemos noticias: lo más probable es que seas feminista.

¿Crees que mujeres y hombres deberían recibir el mismo salario por el mismo trabajo? ¿Te apetece que ellas ejerzan una carrera que les apasione y que ellos no se vean reducidos al papel de proveedor? ¿Te ofende que te asignen ciertas tareas solo por ser chico o por ser chica? ¿Te molesta que te juzguen por tu apariencia o por cómo te vistes? ¿Estás consciente de que puedes elegir si te casas, si quieres formar una familia o si deseas plantar nabos en La Patagonia de por vida?

¿Sí? ¡Pues ahí está! Todo eso es feminismo: la palabrita prohibida que te va meter la idea revolucionaria de que las mujeres y los hombres debemos tener igualdad de derechos y oportunidades por el solo hecho de ser PERSONAS.

Y, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), con solo 91.1 por ciento de la población mexicana a favor de esas opiniones curtidas por la empatía y la no discriminación (al menos en la teoría), es que ‘Plaqueta’ (la comunicóloga Tamara de Anda) y ‘Andonella’ (la artista visual Andrea Arsuaga) ya preparan la segunda edición del #AmigaDateCuenta, un libro repujado entre memes vaciladores, emojis de todos los gustos y glitter deslumpenizador para enfrentar el desastre que constituye pertenecer al ‘segundo sexo’ en nuestro país.

“Ser mujer no tendría que ser un pedo, pero, desgraciadamente, sí lo es”, dice Tamara de Anda al referir que tanto ellas como ellos están en el mejor momento para entrarle con todo a los temas que más nos incumben si queremos ejercer una vida libre de mandatos.

Entendiendo al enemigo

Porque, créalo usted o no, todavía existe un sistema cultural, estructural y de creencias en el que los varones tienen que ser bien valientes, fuertes y con muchos músculos; estar siempre dispuestos agarrarse a golpes por cualquier cosa; traer el dinero y el pan a la mesa; gustar solo de mujeres y coleccionarlas; tener un deseo sexual inagotable y expresárselo groseramente a quien se les cruce; construirse una imagen de seres poderosos, que imponen respeto y hasta un poco de miedo; mostrarse incapaces de sentir dolor, de llorar o de expresar sus emociones; y, además, tener un reloj muy caro, una billetera muy gorda, un carro muy grande… y un pene todavía más grande.

El patriarcado

Y, como afirma Tamara de Anda, el patriarcado también tiene una idea muy clara de cómo deben ser las mujeres: lindas, flacas, siempre jóvenes, “las 24 horas, los siete días de la semana… toda la vida”; sexys, “pero ‘no tanto’, y por eso, cada día, deben rebanarse la cabeza pensando qué se van a poner para que no las acosen en la calle, la casa, la escuela o la oficina”; además de estar permanente dispuestas a servir, sonreír y aceptar que todo mundo tenga derecho a opinar sobre su apariencia, sobre su cuerpo o sobre sus decisiones.

“En el patriarcado, las mujeres son más débiles, más incapaces, más inútiles y no son biológica o intelectualmente aptas para ciertas tareas o cargos. Pero sí resulta que tienen que cocinar, limpiar, cuidar a niñas y niños… y eso de manera gratuita. Y, por supuesto, para el patriarcado, las mujeres tienen que ser madres. Eso es lo principal, lo central, lo definitorio para una mujer”, según ratifican los datos del Inegi, que mencionan 60 por ciento todavía se visten de blanco con ese discurso.

Numeralia

Así pensamos en México la igualdad

*****
37.5% de las niñas y 51.2% de los niños
Afirma que jugar con muñecas es solo para chicas.


71.3% de las niñas y 73.4% de los niños
Están de acuerdo con que la mamá se quede en casa con las hijas e hijos mientras el papá trabaja.


17.9% de las niñas y 24.4% de los niños
Considera que los hombres no deben llorar.


Fuente: Población de 9 a 11 años de edad entrevistada para la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)



4.4% de las mexicanas y 10.7% de los mexicanos
Justifica que un hombre le pegue a una mujer.


12.3% de las mexicanas y 17.9% de los mexicanos
Opina que algunas mujeres son violadas porque provocan a los hombres.


20.5% de las mexicanas y 23.3% de los mexicanos
Cree que las mujeres deben ayudar en los quehaceres del hogar más que los hombres.


Fuente: Población de 18 años o más entrevistada para la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)

Un modelito a la medida

También piensan que el hombre debería ser el principal proveedor del hogar (43.1%) y todavía hay quienes opinan los quehaceres domésticos deben hacerlos principalmente ellas (22.5%), o bien, que las mujeres tienen menos capacidad que los varones para ejercer cargos directivos (11.7%).

Como asegura ‘Plaqueta’, todas son engañosas viñetas de realidad y trampas del lenguaje que siempre están ahí, pero que no solemos ver porque están tan naturalizadas que se requiere de todo un proceso de reaprendizaje dirigido a las mujeres y necesario para los hombres, así como una caja de herramientas para desarrollar el autoconocimiento suficiente como batearlas con energía, desmaquillarlas con actitud y ‘darse cuenta’ de que existen con enjundia.

Porque los estereotipos e ideas prefabricadas que se tienen sobre las mujeres son infinitos: que son poco racionales, que son débiles, que nacieron para criar bebes, que son excelentes cocineras, que son todas unas guarras (“menos tu hermana y tu mamá”), que entre ellas se ponen el pie, que las ‘mosquitas muertas’ son las peores, que las gorditas ofrecen los mejores polvos (“porque ‘le echan ganitas’ para ‘compensar’”), que no saben lo que quieren, que son compradoras compulsivas, que no paran de hablar, que se roban el galán unas a otras, que hormonalmente son un desastre, y, por supuesto, que todas necesitan a un hombre a su lado para que las apuntale, las contenga, las estabilice y las domine.

“El #AmigaDateCuenta es para reconocer toda la basura que creíamos, deja tú a los 13 años, a los 8, a los 10... hace seis meses; las cosas horribles que le hicimos a otras personas y a ti misma o mismo. Después de todo, rectificar y ‘darte cuenta’ es duro… pero vale la pena”, concede Tamara de Anda al advertir que, “una vez que te muerde ‘la araña del feminismo’, entiendes qué está pasando contigo y con el mundo”.

“Te pones ‘las gafas violetas’ y ya no puedes ‘desver’. Es más sencillo buscar una respuesta, cambiar las cosas para ti y para las demás personas”, dice la también autora del 48º libro más vendido en nuestro país en lo que va del año, conforme al buscador Google Shopping, el 18º en librerías como Gandhi, el 31º en establecimientos como El Sótano y el 76º en Amazon México.

¿Pero... y las feminazis?

“Este término es tan pendejo que no nos queda más que reírnos de él. Lo popularizó un locutor gringo ultraconservador, Rush Limbaugh, para insultar a las mujeres que defendían el derecho al aborto seguro. Porque, claro, la salud reproductiva es equiparable a una dictadura genocida que acabó con más de 17 millones de vidas.

“De ahí que la gente se lo ha agarrado para hablar de las feministas cuya protesta les parece ‘exagerada’, lo cual va desde hacer pintas en muros o enseñar las chichis (¡Uy! ¡Asústame panteón!) hasta pedir ‘por favorito, si no es mucha molestia, que pare la violencia contra nosotras’. Y, como dice la comediante española, Patricia Sonrosa, ‘¿Cuál es el holocausto feminazi? ¿Hombres teniendo que planchar sus propias camisas?’”.

Tamara de Anda recuerda entonces que al feminismo se le debe que las mujeres puedan asistir a la universidad, solicitar cualquier empleo, recibir un salario por sus habilidades, obtener legalmente un préstamo, tener una propiedad a su nombre, compartir la custodia de sus hijos e hijas tras un divorcio, brindar y recibir información sobre sexualidad sin ir a la cárcel, usar pantalones sin ser excomulgada, leer, escribir, publicar y, básicamente, que a la mitad de la población se le reconozca como seres humanas.

“¿Y sabes cuántas vidas ha cobrado en su lucha? CERO”.

Por su parte, la violencia machista mata a 15 mexicanas todos los días, de acuerdo con el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal (CNPJE) 2018, que reporta 6 mil 296 niñas, adolescentes y mujeres adultas son asesinadas por año en nuestro país (la tasa más elevada de América Latina), “por eso, equipararlo con el machismo es ignorante, absurdo y ofensivo”.

Machismo nuestro de cada día

Tamara de Anda reafirma entonces que los hombres y mujeres deben tender derechos iguales no solo en el papel y en la teoría, sino en la vida real. Después de todo, este 2019 se cumplen apenas 45 años de que México suscribió en su Constitución Política “la igualdad del varón y la mujer ante la ley”.

Ese gesto simbólico tardío ha repercutido en que “sigamos siendo valoradas por cómo nos vemos y se nos imponen estándares de belleza imposibles de cumplir, además de que casi todos los cumplidos que te hagan tendrán que ver con tu apariencia; todavía algunos hombres y mujeres piensan que ellos ‘ayudan’ en las labores del hogar, cuando les corresponde el mismo trabajo que a las demás; y es nefasto que te digan que ‘seguro estás en tus días’ cuando te enojas por algo”.

“Y para nada: se vale estar enojada, se vale gritar y se vale mandar muy lejos a la banda nefasta y tóxica que te dice que ‘te vas a quedar solita’. Esta lucha empieza por cuestionar el lugar que te dijeron que tenías que ocupar en el mundo y no solo por ti, sino por las y los demás. No es una pelea individual. Hay que trabajar para crecer junt@s, y hacerle monto al machismo, al racismo, a la homofobia, a la transfobia, a la gordofobia, y a todas las formas de intolerancia y discriminación”.

Porque ricas y pobres, rubias y castaños, chicos y chicas… todas las personas vivimos en el patriarcado: algo que no se puede ver, oler o tocar, pero que nos condiciona la vida un montón.

“Y, ni modo, no va a cambiar solito. ¡Hay que luchar!”.

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