/ miércoles 17 de enero de 2018

Amigos de la cultura y vestigios históricos

COLON, Querétaro.- Una historia de cinco siglos y más es lo que se narra en “Amigos de la cultura y vestigios históricos”, decano de los museos comunitarios de Querétaro y que se ubica en un lugar privilegiado: frente al jardín y atrio de la basílica de la Santísima Virgen de los Dolores, en  Soriano, Colón. La Basílica se impone en el paisaje urbano colonense, pero el museo comunitario le hace frente con valentía ostentando sus tres logotipos que revisten dignidad a su fachada: el de la Unión Estatal de Museos Comunitarios A.C, el de la Unión Nacional de Museos Comunitarios y Ecomuseos, y el propio: Museo Comunitario de Colón “Amigos de la cultura y vestigios históricos”, logotipo que se identifica por un tlaloc de ojos cerrados inspirado en una pequeña figura prehispánica de arcilla y que según cuentan los habitantes, si alguien la cambia de lugar, se enoja y deja de llover… o diluvia.

El tlaloc colonense y otros colegas prehispánicos fueron hallados por habitantes del lugar y ahora están resguardados dentro de una vitrina del recién rehabilitado museo comunitario. Este recinto, fundado en 1994 narra la larga e interesante historia del municipio de Colón y ha visto en sus casi 25 años de vida, nacer y morir a varios compañeros museos que sucumben al vaibén de las prioridades del alcalde en turno a lo largo y ancho del estado de Querétaro.

En 2017 el museo comunitario recibió aire fresco, pues con recursos gestionados por la Secretaría de Cultura estatal se pudo rehabilitar el plafón, la pintura, la iluminación y las vitrinas, con lo cual la forma como se exhiben los objetos es mucho más accesible, ordenada y, principalmente, segura. Y dentro de sus nuevas vitrinas y a lo largo de sus módulos divididos cronológicamente el visitante conoce no sólo al inamobible tláloc colonense sino una historia tejida por nombres, oficios y fe, y confirma la valentía y dedicación de los colonenses.

CÓMO NACIÓ EL MUSEO

Antonio Prado Moreno fundó el museo comunitario hace 24 años. Él ha sido un importante gestor cultural del municipio, además de haber fundado también el Archivo Histórico Municipal, del cual fue encargado por 30 años. Prado se dedicó además al activismo y logró importantes obras a favor de los colonenses, desde la regularización de tierras hasta la creación de espacios para el deporte. Catalogó y resguardó documentos de los archivos parroquial, que data de 1717, y del Registro Civil, desde 1880. Los documentos históricos de Colón estaban archivados en bodegas, en la delegación o incluso en la antesala de la cárcel. Por orden del presidente municipal, en 1985 Antonio Prado, apoyado por estudiantes y colaboración del párroco, los ordenó y organizó para crear el archivo histórico municipal. Dentro de lo más valioso que encontró fue el acta de la colocación de la primera piedra del Santuario de Colón, también las reglas para los naturales de la región y la transición entre las misiones franciscanas-dominicas a partir de lo cual se constituyó la parroquia de Colón, documentos que son considerados los más importantes del municipio.

Gracias a las misiones es que los habitantes del lugar aprendieron oficios que le dieron identidad a la zona. Eso y el descubrimiento de minas de plata hicieron del lugar un paso en el Camino Real de Tierra Adentro. “Colón tiene una rica historia gracias a ser una zona de minas, de haciendas y de ganado para lana de la cual se realizan telares en talleres que se conservan de generación en generación desde hace más de un siglo” cuenta Antonio Prado.

Los intercambios de objetos entre los viajantes a la Sierra y los colonenses le crearon la cualidad de pueblo de arrieros; además del tejido en lana, también hay tejido en ixtle (jarcería), cestería de carrizo, curtiduría (piel), platería (de la Mina San Martín explotada desde 1624 que gestó la hacienda Ajuchitán) y la cerámica son los oficios que los colonenses cultivaron y que están representados en el museo.

 

“Siempre he creído que la historia se conoce por los documentos y los objetos, para mi un archivo y un museo cumplen la misma función” dice Prado sobre la creación del museo. “Investigamos con los vecinos y aportaron sus objetos heredados o hallados; se organizaron cronológica y temáticamente y se dispusieron en exhibición”, narra.

El museo nació junto con otros en Tolimán, Tilaco, Landa de Matamoros, Corregidora y Huimilpan, pero varios ya han cerrado pues, lamentablemente, los museos comunitarios dependen de la voluntad de la gente de cada lugar, y si un promotor muere, muchas veces la gestión y conservación del museo queda en el olvido.

“Los museos comunitarios son la vía de preservar la cultura local” abunda Prado. “Ya hemos visto que cuando están en manos de instituciones como las secretarías de turismo, desaparecen las piezas u objetos, porque se las roban, por eso los museos comunitarios siempre deben quedar en manos de los pobladores, de los vecinos del museo que son los que valoran las piezas de una manera personal”.

Anteriormente el museo se ubicaba dentro de la delegación pero se logró el comodato del inmueble que hoy lo alberga, sobre la calle Francisco I. Madero y en frente de la basílica, que a lo largo del año recibe pocos visitantes a diferencia del fin de semana santo. Por eso, Prado y otros coloneses interesados más la Secretaría de Turismo, tienen el proyecto de crear un programa que revitalice el turismo en la zona a lo largo de todo el año. Colón tiene no sólo la basílica de Soriano, el museo de exvotos y el museo comunitario como interés, también está la presa de La Soledad, pinturas rupestres, haciendas, aguas termales, el campo de tiro, la Alameda y el Pinal del Zamorano con campamento y parque.

TIEMPOS Y OFICIOS

El museo muestra de manera cronológica, arqueología, arte prehispánico, vida de haciendas, ofisios y personajes históricos del municipio. En sus módulos, se exhiben herramientas y objetos de los oficios, de los cuales también se cuentan los pajareros, la olotera, la cuchara de riego, trapiches, torno, caños, la taradilla, los tapaxtles y hasta monedas, que narran la vida cotidiana de una época pasada.

También la tradición de las pastorelas y fiestas religiosas con los pifaneros, chitaces, concheros más bandas de viento. 

La plata también está en el museo. Don Lupe Moreno y su familia trabajaban desde aretes hasta milagritos, y en el museo se exhibe toda su herramienta, donada para su conservación.

Y muchas fotos de colonenses que forjaron la historia desde finales del siglo XIX, desde el primer Ayuntamiento hasta las monjas rositas.

Las monjas de Santa Rosa de Viterbo fueron expulsadas de Querétaro y se alojaron en Colón a partir de 1869, ellas se dedicaron a tejer y bordar para la basílica hasta 1987. Pero aquellas que llegaron primero traían su cazo de cobre donde hacían sus dulces, el cual atesoraban como una joya pues decían que les traía suerte. Ellas heredaron al pueblo toda una tradición en la elaboración de dulces y el cazo, parchado muchas veces, es su herencia al museo.

El movimiento cristero en el último modulo. Sus principales líderes fueron Manuel, Luis y Jesús Frías, don Norberto García de la Vega y Agripina Montes, coronela del movimiento.

“Colón tiene muchísima historia” afirma Prado. “A las bandas de músicos le debemos el nombre de Colón. Cuando en 1882 hubo una exposición en Querétaro y fueron músicos de Tolimanejo, al escucharlos Porfirio Díaz preguntó ¿de dónde son? De Tolimanejo, ahí donde hacen lana da telar, contestaron; entonces se comentó que el papá de Cristobal Colón era también tejedor en Génova por lo que gracias a los músicos y artesanos se le otorgó el nombre de Colón” narra el entrevsitado.

“Como Colón fue cristero lo castigaron y no le pusieron carretera, no así Ezequiel Montes hacia donde colocaron la carretera cuando el paso natural hacia la Sierra Gorda era Colón. Los únicos recursos que entraban era del registro civil, corral de consejo y de piso de mercado. Por eso eramos un pueblo fantasma, con 97 casa en la misma calle, vacías. Hasta que Ruiz Cortínez hizo la presa La Soledad, la coronación de la imagen de la Virgen de los Dolores, y la creación una extensión de la UNAM es que llegó el progreso” describe.

Hoy Colón vive un auje gracias al aeropuerto y el turismo religioso, por eso se integró un consejo turístico municipal  para fomentar el turismo cultural. El municipio cuenta con cuatro hoteles de dos o tres estrellas pero son pequeños, no más de 30 habitaciones. “Queremos trabajar con Basílica para darle otro enfoque al turismo. Llegan 1.5 millones de turistas, pero sólo llegan al pie de la virgen y se van, queremos que se queden. Y que vengan todo el año. Para eso también queremos crear dos museos: el del zarape y el de artes y oficios. Mas el museo de los exvotos y el comunitario, serán la oferta cultural” finaliza.

COLON, Querétaro.- Una historia de cinco siglos y más es lo que se narra en “Amigos de la cultura y vestigios históricos”, decano de los museos comunitarios de Querétaro y que se ubica en un lugar privilegiado: frente al jardín y atrio de la basílica de la Santísima Virgen de los Dolores, en  Soriano, Colón. La Basílica se impone en el paisaje urbano colonense, pero el museo comunitario le hace frente con valentía ostentando sus tres logotipos que revisten dignidad a su fachada: el de la Unión Estatal de Museos Comunitarios A.C, el de la Unión Nacional de Museos Comunitarios y Ecomuseos, y el propio: Museo Comunitario de Colón “Amigos de la cultura y vestigios históricos”, logotipo que se identifica por un tlaloc de ojos cerrados inspirado en una pequeña figura prehispánica de arcilla y que según cuentan los habitantes, si alguien la cambia de lugar, se enoja y deja de llover… o diluvia.

El tlaloc colonense y otros colegas prehispánicos fueron hallados por habitantes del lugar y ahora están resguardados dentro de una vitrina del recién rehabilitado museo comunitario. Este recinto, fundado en 1994 narra la larga e interesante historia del municipio de Colón y ha visto en sus casi 25 años de vida, nacer y morir a varios compañeros museos que sucumben al vaibén de las prioridades del alcalde en turno a lo largo y ancho del estado de Querétaro.

En 2017 el museo comunitario recibió aire fresco, pues con recursos gestionados por la Secretaría de Cultura estatal se pudo rehabilitar el plafón, la pintura, la iluminación y las vitrinas, con lo cual la forma como se exhiben los objetos es mucho más accesible, ordenada y, principalmente, segura. Y dentro de sus nuevas vitrinas y a lo largo de sus módulos divididos cronológicamente el visitante conoce no sólo al inamobible tláloc colonense sino una historia tejida por nombres, oficios y fe, y confirma la valentía y dedicación de los colonenses.

CÓMO NACIÓ EL MUSEO

Antonio Prado Moreno fundó el museo comunitario hace 24 años. Él ha sido un importante gestor cultural del municipio, además de haber fundado también el Archivo Histórico Municipal, del cual fue encargado por 30 años. Prado se dedicó además al activismo y logró importantes obras a favor de los colonenses, desde la regularización de tierras hasta la creación de espacios para el deporte. Catalogó y resguardó documentos de los archivos parroquial, que data de 1717, y del Registro Civil, desde 1880. Los documentos históricos de Colón estaban archivados en bodegas, en la delegación o incluso en la antesala de la cárcel. Por orden del presidente municipal, en 1985 Antonio Prado, apoyado por estudiantes y colaboración del párroco, los ordenó y organizó para crear el archivo histórico municipal. Dentro de lo más valioso que encontró fue el acta de la colocación de la primera piedra del Santuario de Colón, también las reglas para los naturales de la región y la transición entre las misiones franciscanas-dominicas a partir de lo cual se constituyó la parroquia de Colón, documentos que son considerados los más importantes del municipio.

Gracias a las misiones es que los habitantes del lugar aprendieron oficios que le dieron identidad a la zona. Eso y el descubrimiento de minas de plata hicieron del lugar un paso en el Camino Real de Tierra Adentro. “Colón tiene una rica historia gracias a ser una zona de minas, de haciendas y de ganado para lana de la cual se realizan telares en talleres que se conservan de generación en generación desde hace más de un siglo” cuenta Antonio Prado.

Los intercambios de objetos entre los viajantes a la Sierra y los colonenses le crearon la cualidad de pueblo de arrieros; además del tejido en lana, también hay tejido en ixtle (jarcería), cestería de carrizo, curtiduría (piel), platería (de la Mina San Martín explotada desde 1624 que gestó la hacienda Ajuchitán) y la cerámica son los oficios que los colonenses cultivaron y que están representados en el museo.

 

“Siempre he creído que la historia se conoce por los documentos y los objetos, para mi un archivo y un museo cumplen la misma función” dice Prado sobre la creación del museo. “Investigamos con los vecinos y aportaron sus objetos heredados o hallados; se organizaron cronológica y temáticamente y se dispusieron en exhibición”, narra.

El museo nació junto con otros en Tolimán, Tilaco, Landa de Matamoros, Corregidora y Huimilpan, pero varios ya han cerrado pues, lamentablemente, los museos comunitarios dependen de la voluntad de la gente de cada lugar, y si un promotor muere, muchas veces la gestión y conservación del museo queda en el olvido.

“Los museos comunitarios son la vía de preservar la cultura local” abunda Prado. “Ya hemos visto que cuando están en manos de instituciones como las secretarías de turismo, desaparecen las piezas u objetos, porque se las roban, por eso los museos comunitarios siempre deben quedar en manos de los pobladores, de los vecinos del museo que son los que valoran las piezas de una manera personal”.

Anteriormente el museo se ubicaba dentro de la delegación pero se logró el comodato del inmueble que hoy lo alberga, sobre la calle Francisco I. Madero y en frente de la basílica, que a lo largo del año recibe pocos visitantes a diferencia del fin de semana santo. Por eso, Prado y otros coloneses interesados más la Secretaría de Turismo, tienen el proyecto de crear un programa que revitalice el turismo en la zona a lo largo de todo el año. Colón tiene no sólo la basílica de Soriano, el museo de exvotos y el museo comunitario como interés, también está la presa de La Soledad, pinturas rupestres, haciendas, aguas termales, el campo de tiro, la Alameda y el Pinal del Zamorano con campamento y parque.

TIEMPOS Y OFICIOS

El museo muestra de manera cronológica, arqueología, arte prehispánico, vida de haciendas, ofisios y personajes históricos del municipio. En sus módulos, se exhiben herramientas y objetos de los oficios, de los cuales también se cuentan los pajareros, la olotera, la cuchara de riego, trapiches, torno, caños, la taradilla, los tapaxtles y hasta monedas, que narran la vida cotidiana de una época pasada.

También la tradición de las pastorelas y fiestas religiosas con los pifaneros, chitaces, concheros más bandas de viento. 

La plata también está en el museo. Don Lupe Moreno y su familia trabajaban desde aretes hasta milagritos, y en el museo se exhibe toda su herramienta, donada para su conservación.

Y muchas fotos de colonenses que forjaron la historia desde finales del siglo XIX, desde el primer Ayuntamiento hasta las monjas rositas.

Las monjas de Santa Rosa de Viterbo fueron expulsadas de Querétaro y se alojaron en Colón a partir de 1869, ellas se dedicaron a tejer y bordar para la basílica hasta 1987. Pero aquellas que llegaron primero traían su cazo de cobre donde hacían sus dulces, el cual atesoraban como una joya pues decían que les traía suerte. Ellas heredaron al pueblo toda una tradición en la elaboración de dulces y el cazo, parchado muchas veces, es su herencia al museo.

El movimiento cristero en el último modulo. Sus principales líderes fueron Manuel, Luis y Jesús Frías, don Norberto García de la Vega y Agripina Montes, coronela del movimiento.

“Colón tiene muchísima historia” afirma Prado. “A las bandas de músicos le debemos el nombre de Colón. Cuando en 1882 hubo una exposición en Querétaro y fueron músicos de Tolimanejo, al escucharlos Porfirio Díaz preguntó ¿de dónde son? De Tolimanejo, ahí donde hacen lana da telar, contestaron; entonces se comentó que el papá de Cristobal Colón era también tejedor en Génova por lo que gracias a los músicos y artesanos se le otorgó el nombre de Colón” narra el entrevsitado.

“Como Colón fue cristero lo castigaron y no le pusieron carretera, no así Ezequiel Montes hacia donde colocaron la carretera cuando el paso natural hacia la Sierra Gorda era Colón. Los únicos recursos que entraban era del registro civil, corral de consejo y de piso de mercado. Por eso eramos un pueblo fantasma, con 97 casa en la misma calle, vacías. Hasta que Ruiz Cortínez hizo la presa La Soledad, la coronación de la imagen de la Virgen de los Dolores, y la creación una extensión de la UNAM es que llegó el progreso” describe.

Hoy Colón vive un auje gracias al aeropuerto y el turismo religioso, por eso se integró un consejo turístico municipal  para fomentar el turismo cultural. El municipio cuenta con cuatro hoteles de dos o tres estrellas pero son pequeños, no más de 30 habitaciones. “Queremos trabajar con Basílica para darle otro enfoque al turismo. Llegan 1.5 millones de turistas, pero sólo llegan al pie de la virgen y se van, queremos que se queden. Y que vengan todo el año. Para eso también queremos crear dos museos: el del zarape y el de artes y oficios. Mas el museo de los exvotos y el comunitario, serán la oferta cultural” finaliza.

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