En Querétaro existen algunos espacios dedicados al fomento a la lectura del público infantil desde diversos abordajes tales como la biblioteca infantil de Museo de la Ciudad, que a partir de talleres, lecturas y actividades promueven la participación de los más pequeños; o las actividades realizadas en las salas de lectura a cargo de mediadores y el trabajo profesional de cuenta cuentos quienes, a través de sus historias, logran transmitir mensajes, reflexiones y conocimientos que trascienden a las audiencias como una apuesta de trabajo social para chicos y grandes.
Bajo esa perspectiva, la cuenta cuentos Angélica Azkar autodefinida como una “4x4 de la narración” por la diversificación temática de sus cuentos y el trabajo que ejerce tanto con audiencias infantiles, juveniles y adultas haciendo del arte de la narrativa, una herramienta de consciencia y vinculación social.
Su trabajo ha sido reconocido a lo largo de 30 años, fungiendo como una promotora activa de la narración oral como un arte integran del cuerpo y la existencia misma, llevando su arte más allá de la palabra, generando una experiencia profunda que si bien, en su mayoría está enfocada al trabajo con niños; también ha sido una ventana de posibilidades enriquecedoras para los padres de familia y para los adultos, bajo la idea de rescatar las infancias del presente y del pasado.
“Yo cuento cuentos para generar algo, emociones, reflexiones, reacciones, preguntas, curiosidad y lo hago tanto para el público infantil como también para adultos, porque al final del día todos tenemos algo que contar y todo lo que nos impacta de manera profunda exige ser contado”, describe la narradora en entrevista para Diario de Querétaro.
Su trabajo se ha enriquecido de muchas vertientes y corrientes pedagógicas que ha desarrollado a lo largo de su trayectoria; como comunicóloga y como psicóloga, ha logrado perfeccionar en su vocación de narradora una forma contundente de llegar a las audiencias y conectar con ellas generando una experiencia no sólo momentánea; sino de reflexión para la vida misma.
“En el trabajo que desarrollo con niños y niñas yo no soy ñoña, porque muchas veces se cree que para llegar a ellos con cuentos hay que ser así y no, son niños, pero no son incapaces de captar mensajes; al contrario, son muy listos, muy diversos, muy libres y eso permite que asimilen las historias incluso con ideas mucho más profundas o impensables, porque no tienen límites en la mente (…) Son sujetos que además de desentrañar un mensaje sin que incluso tenga moraleja, también de pronto sorprenden con las polisemias de las historias y a su vez, eso también impacta de pronto a los papás porque casi siempre elijo historias que sé que tienen una aportación temática significativa y cada quién las vive y las disfruta desde el momento que están viviendo”, compartió Azkar.
“La premisa con el público, sea infantil, juvenil o adulto siempre es concebirlos como pensantes, como capaces y libres, nunca hay que simplificar los discursos, al contrario hay que enriquecerlos y generar diálogo (…) Estamos más cerca de la anécdota que del teatro porque es algo que refleja más próximamente nuestros entornos y nuestros contextos y eso permite una mayor conexión con el público y al final, todos cuentan”
Antes de la pandemia, Angélica Azkar ofrecía todos los domingos actividades en el Centro Cultural Manuel Gómez Morín con una audiencia cautiva que semana a semana, disfrutaba de las historias y actividades que también conjuntaban teatro y música; su trabajo también ha llegado a los anexos, en los que, a través de los cuentos, ha logado conectar con audiencias con realidades complejas, trasladando la experiencia a una posibilidad poco sorteada por el gremio artístico.
Ahora, paulatinamente estará desarrollando actividades en el Museo de la Ciudad, reactivando un espacio en el que la literatura y la narrativa infantil son elementos medulares de una apuesta para todas las edades.
