Cada quien es como es, y eso no es ni bueno ni malo, que aburrido sería si todos fuéramos iguales, es la diferencia la que pone la riqueza, y esto obedece a leyes de la vida misma. Nosotros captamos e interpretamos el mundo de acuerdo a nuestra circunstancia, a lo que somos, pero la vida va mucho más allá de nuestra individualidad sin que ni siquiera nos demos cuenta. Si lo aceptas o no, ya es otra cosa, al final no te quedará más que la aceptación, si te amargas es peor. Todo esto viene a cuento por la maravillosa relectura de la novela de Nikos Kazantzakis Zorba, el griego, que como todo buen libro produce en la mente del lector un manantial de ideas, las cuales a veces chocan con las nuestras, y otras, son verdaderos alumbramientos que enriquecen. Kazantzakis publicó esta novela en 1946, justo después del término de la Segunda Guerra Mundial, episodio oscuro, siniestro, criminal, de la historia de la humanidad. Zorba responde bajo ese contexto con una forma de pararse ante la vida. Resulta extraordinario que después de un episodio tan destructor aparezca un personaje de novela como Zorba que representa la conjunción y síntesis de muchas personalidades reales y concretas existentes. Una novela no sale de la nada, brota de la vida misma, retoma y convierte en arquetipos muchas circunstancias que a veces aparecen sueltas, pero que siempre obedecen a una realidad objetiva.
Zorba, el griego, como todo obra grandiosa, debe leerse despacio, paladeando, extrayendo toda la sabiduría que posee producto de la aguda observación de parte del autor. Sólo alguien que ha vivido y ha contemplado profundamente la vida puede imaginar y narrar una historia como la de Zorba. Éste mismo dice: “Para que uno piense justa y honradamente es menester en la calma, la edad y la carencia de dientes...Para saber de la vida hay que vivir intensamente y tomar la vida como viene, con todo, alegrías, tristezas, hambre, placeres, sed, amor, con todo y a todo sacarle partido”.
El tema de la libertad está en la columna vertebral de la novela. La libertad no como resultado de luchas políticas o guerras, sino la libertad vital, existencial, profunda, la verdadera libertad del ser humano que consiste en saber qué somos y para qué estamos aquí. Los mismos personajes reconocen que no hay respuestas, la vida humana es en cierta forma o en gran medida un misterio siempre en busca de la libertad. Como dice Basil, el patrón de la mina donde Zorba es capataz: “Todo tiene un sentido oculto en este mundo… Hombres, animales, árboles, estrellas, todos son jeroglíficos”. De hecho, todo guarda un sentido más profundo del que alcanzamos a ver a primera vista, aunque como siempre, la paradoja aparece: lo simple es lo mejor, pero la estructura de lo simple es compleja. Si tomas las palabras de la plática con una persona, ubicas los conceptos claves en ella y profundizas en cada uno, encontrarás más y más fondo, empezarás a entrever ese mundo complejo que está detrás de las palabras y de las cosas, esas redes en la que está tejida la vida del individuo, de su círculo social y de la sociedad. Es decir, que, en efecto, todo tiene un sentido oculto en este mundo, algo que no aparece a simple vista o no en toda su dimensión. Y si te quieres divertir un poco resulta sumamente interesante y didáctico indagar en esos sentidos ocultos que hay detrás de las cosas, de las palabras y de los pensamientos.
Zorba, el griego es un libro que, párrafo tras párrafo, provee de material para filosofar, para reflexionar, durante horas. Refleja todas las inquietudes filosóficas, políticas e ideológicas de Nikos Kazantzakis. Por ejemplo, lo que dice Zorba respecto a que la mujer es una criatura débil, que no piensa más que en ser deseada porque sólo de esa manera puede ser feliz. Hay que entender esa idea en el contexto interno de la novela, y en el contexto externo de la época en que se sitúan los hechos narrados. Sin duda que el cariño y el amor son fundamentales para los seres humanos, también es cierto que muchas mujeres al no ser deseadas se sienten tristes, insatisfechas, traumadas. Seguramente no todas, pero en muchas sí se da ese fenómeno. Igualmente en los hombres, a quienes el hecho de no sentirse guapos o atractivos los puede traumar, y esos problemas de baja autoestima se reflejarán -tanto en hombres como en mujeres- en todas las actividades de su vida. También es importante señalar la dosis de machismo que guardan las frases y las actitudes de Zorba respecto a las mujeres, y que se van desarrollando a través del transcurso de la novela.
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Zorba es un costal de contradicciones, por un lado tiene una sensibilidad enorme y una capacidad de asombro que no posee cualquier persona, y por otro, es un hombre rudo, macho, implacable, que sabe mantener a los humanos pasados de listos bajo un cerco de dominio y dureza. Zorba es un hombre que “Con idéntico estupor plantea el interrogante en presencia de un hombre, de un árbol en flor, de un vaso de agua fresca. Zorba ve cada día a todas las cosas por vez primera.” Son esas contradicciones las que dan a Zorba su carácter único y el perfil de su atractiva personalidad. Como todos los seres humanos presenta luces y sombras, aunque siempre es necesario revisar en qué grado posee cada una de ellas. Asombro y dureza, vaya conjunción. A propósito de los obreros que trabajan en la mina de Basil, Zorba le dice a su jefe: “No indagues tanto acerca de sus historias, patrón … Se te irá el corazón tras ellos, llegarás a quererlos más de lo que la prudencia aconseja y de lo que requiere nuestro trabajo…tienes que saberlo cuando el amo es duro los obreros lo temen, lo respetan, trabajan. Cuando el amo se muestra débil, le echan la brida al cuello y ellos se refocilan como el ratón dentro del queso. ¿Comprendes?”
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