Aquel verano... que vio nacer al suplemento cultura Barroco

En 2004, la publicación nacía en medio de un Querétaro de tres periódicos, cuatro teatros privados, tres galerías y siete museos. Todo en el Centro Histórico

Margarita Ladrón de Guevara H | Colaborador Diario de Querétaro

  · lunes 20 de marzo de 2023

Carton: Rubén González


Meses más, meses menos, las personas que en aquel verano de 2004 protagonizaban la vida cultural de Querétaro formaban parte de un universo que, visto con el telescopio del tiempo, sigue en expansión aunque parezca estático. Es decir, en aquel verano de 2004, el suplemento cultural Barroco nacía en medio de un Querétaro de tres periódicos, cuatro teatros privados, tres galerías y siete museos. Todo en el Centro Histórico. Rosa Estela Reyes era directora del Museo Regional, Araceli Ardón del Museo de Arte, Gabriel Hörner del Museo de la Ciudad. Los museos jóvenes como el de la Restauración de la República –con Concepción Lámbarri al frente– y La Magia del pasado, se acompañaban por el Museo de la Matemática, que desde el Patio Barroco luchaba por sobrevivir.

En el Museo de la Ciudad por aquellos meses inauguraron sus primeras exposiciones individuales Edgar Vázquez y Marcela Herbert Pesquera; mientras, Tere García Besné al frente de la Galería Universitaria de Arte Contemporáneo y de Difusión Cultural de la UAQ había traído por primera y única vez a un Francis Bacon a Querétaro. El Museo de Arte celebraba su aniversario con una exposición de Gerardo Esquivel mientras Rubén Maya atraía miradas con una instalación sonora -de las primeras que hacía- en Galería Libertad.

Estaba, además, la Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia, con un fuerte y enérgico–aunque siempre enfermo– Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio. Luna 100 whats era la obra ganadora reciente y ofrecía temporada en una de las galerías del Centro Educativo y Cultural “Manuel Gómez Morín”, dirigido entonces por Antonio Loyola.

Edgardo Moreno es autor del libro “Vuelo y andanzas por los barrios de Santiago de Querétaro”, en el que hace un repaso por la historia de la ciudad. Foto: Archivo | Diario de Querétaro

En aquellos días, Luis Alberto Arellano despotricaba contra todos los poetas vivos de Querétaro, incluyendo al único que respetaba: Salvador Alcocer; y Francisco Cervantes “dirigía” la biblioteca que lleva su nombre, regañando a Manuel Naredo, que entonces era director del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes. Otro Manuel, Cedillo, dirigía la cultura municipal. Ambos repitieron con el siguiente cambio de gobierno.

Fue legendario el octavo aniversario del Museo de la Ciudad en febrero de 2005. La actualidad del arte en Querétaro fue una colectiva de más de cien piezas. A la inauguración acudimos casi 800 personas: todo el mundo estaba ahí, desde el que ya era hasta el que quería ser. Curada por Luis Carlos Emerich, juntó por primera vez a todos. Y todavía se podía fumar dentro de los edificios públicos.

Aquella primavera, el colectivo Malaleche hizo una intervención del andador 5 de Mayo y la Plaza Constitución que causó molestia y admiración al mismo tiempo: puso decenas de ataúdes y bolsas negras de basura para honrar a las que en ese entonces eran conocidas como “Las muertas de Juárez”, más de 400…

Se sumaban unas cuantas compañías de teatro independientes, que más que compañías eran grupos de actores liderados por algún valiente que se atrevía a dirigirlos porque tenía la preparación académica y no siempre los muchos años sobre las tablas con los que contaban la mayoría de artistas escénicos queretanos emergidos de las compañías tradicionales –Cómicos de la Legua y Corral de Comedias, aunque para entonces La Casona del Árbol y Sol y Luna ya estaban bien posicionadas–. Uriel Bravo con Los Desesperados; Omar Alain con Spektros, Arteatral CUT con Benjamín Cortés… Román García dirigiendo Sangre en el cuello del gato bajo el mecenazgo de Edgar Sánchez y Javier Velázquez con su aún joven Hombre de la rata.

Diario de Querétaro fue inaugurado por el entonces gobernador Manuel González Cosío, quien aparece en la foto junto a José Guadalupe Ramírez Álvarez e Ignacio Lomelí Jáuregui. Foto: Archivo | Diario de Querétaro

En la música, era cotidiano escuchar en las plazas a la Orquesta Típica Ixchel o a Julio Gándara…. José Guadalupe Flores trajo desde Xalapa a Erasmo Capilla para ser el concertino de la Orquesta Filarmónica del Estado, quizás el más talentoso y premiado que ha tenido esta institución musical –y dueño de un Guarneri–. La Escuela de Laudería era dirigida por Laura Corvera y la Galería Municipal Rosario Sánchez de Lozada, por Paulina Aguado.

Por el centenario de Rodolfo Usigli, Mauricio Jiménez vino a dirigir Corona de Sombra en la Escuela de Laudería y reunió y puso a trabajar juntos a actores de todas las compañías y que en otra circunstancia hubieran sido “enemigos”: Mariana Hartasánchez, Ana Bertha Cruces Dorantes, Román García, Uriel Bravo, Benjamín Cortés, José Luis Álvarez Hidalgo y otros que no recuerdo (¿Benito Cañada?). Si bien hoy casi todos ellos se dicen colegas y velan por el bien del gremio, hay odios que se mantienen peligrosamente.

Así un poco el universo cultural queretano, que tenía en el Museo de la Ciudad las puertas más abiertas del estado.

¿Qué ha cambiado?

Muchísimo.

¿Quiénes han cambiado?

Muy pocos.

Laura Corvera y Paulina Aguado llegaron a ser las titulares de cultura del estado; hoy una dirige un centro estatal de las artes en Guanajuato y la otra es diputada federal. Rosa Estela Reyes es delegada del INAH; el Museo de la Restauración de la República es administrado por quien en ese entonces era auxiliar de Concepción Lámbarri, Christian Arredondo; el museo La Magia del Pasado ¡depende de mí!

Manuel Naredo se pensionó otra vez, después de salir otra vez del gobierno, siendo su jefa Marcela Herbert Pesquera, que hoy es secretaria de Cultura del Estado. Y el otro Manuel, Cedillo, otra vez está en la cultura municipal pero no como titular sino bajo el mando de Tere García Besné, secretaria.

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Francisco Cervantes, Luis Alberto Arellano, Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, Gerardo Esquivel, Erasmo Capilla, Salvador Alcocer y muchos otros a quienes se les extraña todos los días, han muerto. Otros desaparecidos son el Museo de la Matemática, el Museo de Artes Gráficas, el Teatro Rafael Camacho Guzmán, el Palacio de las Sabandijas, Galería DRT, el Salón de la Plástica Queretana… Hasta Quadros Galería Café, que anidó una generación de trovadores que se aparecen de vez en cuando en los carteles de festivales gubernamentales, cerró para siempre.

Pero han nacido decenas de teatros, museos y centros culturales: el Museo Santiago Carbonell y el del Calendario son privados y boyantes, por ejemplo.

¿Y Gabriel Hörner? Él sigue siendo él. Aunque ya no fuma.

Además, ya no se puede fumar en los edificios públicos.

Primer número de Barroco. Foto: Archivo | Diario de Querétaro