Árbol de la ciudad

Vitral

Alfonso Franco Tiscareño | Colaborador Diario de Querétaro

  · miércoles 25 de diciembre de 2019

Estaba ya en el suelo, cercenado,

yacía apenas con leve movimiento,

sólo esperaba que lo levantaran

y lo aventaran al solitario agujero.

Dio su vida por muchos y nunca pidió nada,

de pie atestiguó todo tipo de eventos,

llovió, salió el sol, la luna brilló

y él siempre disfrutó como un guerrero.

Por eso lo besé antes que partiera,

tomé sus ramas entre mis frescas manos,

me embriagué con los estertores de su aroma,

le agradecí y bendije y me sentí hechicero.

Todavía verde el follaje, pero seco su tronco,

se vino abajo con un fuerte aguacero,

no le hizo daño a nadie

vivió de pie y soportó certero.

Cayó en el tiempo y el momento justos,

como cae la pincelada de acuarela,

cantando su última canción se vino abajo,

también el viento alcanzó a silbar como un jilguero.

Se convertirá en polvo y lo repartirán

por todos lados, y será nutria,

flor, vapor que eleva, garza,

gota de lluvia, nuevo cuero.

Cuando posé mi boca en su follaje,

pude captar su ser cómo latía,

sintió mi beso y supo que en ese acto

iba lo que más quiero, árbol sincero.


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