En las inmediaciones del Tepetate, uno de los barrios más antiguos y tradicionales de la ciudad, Susana del Rosario comparte un nicho creativo con otros artistas locales. Su espacio, ubicado en el número 111 de una de las arterias de la colonia Linda Vista, asemeja a aquellos estudios neoyorkinos de amplios techos, estructura industrial y decoración minimalista, que sirvieron de escenario para grandes creaciones.
“Se llama Cientoonce”, dice Susana sobre este lugar, al tiempo que conduce a sus invitados al espacio interior donde descansa su taller: mapas, literatura sobre América Latina, bocetos, catálogos de arte y un afiche de la exposición “Siluetas” de Ana Mendieta, revelan los intereses y proyectos en puerta de esta joven artista.
Desde el arte gráfico, Susana del Rosario se ha sumado recientemente a la deconstrucción histórica, filosófica y estética de México y América Latina, inspirada por las ideas de pensadores latinoamericanos como Edmundo O’Gorman y Boaventura de Sousa, y la obra de grandes artistas como Nicolás García Uriburu, Anna Bella Geiger, Alberto Borea y Joaquín Torres García, quien a través de “América invertida” (1943) reivindica la estética del sur como norte.
Luego de explorar el arte feminista, y sin alejarse de esta corriente, actualmente ha puesto en la mira de su arte, al territorio y su configuración simbólica.
Cuando se le pregunta a Susana que desde dónde parte para crear –a propósito del libro “Una Espistemología del sur”–, sin titubear responde que desde el sur de cualquier territorio. Afirma que su línea temática se mueve entre las fronteras políticas de los países, así como por los límites naturales formados por desiertos, cordilleras y ríos caudalosos, e ideologías que dividen y confrontan al mundo en dos esferas: civilización y naturaleza.
Desde esta visión es que en septiembre de este año, la artista veracruzana, pero queretana desde hace once años, representará a Querétaro y a México en Estados Unidos y Rusia, donde dos de sus piezas más recientes formarán parte de The International Graphic Art Festival UNI Graphica. Krasnodar, y de la exhibición de aniversario del Women’s Art Institute de Minneapolis.
Apuntes sobre los hidrocarburos
Tres columnas de concreto se mantienen firmes sobre la superficie, aún cuando una enorme cobija hecha de ramas y hojas parecieran devorarlas implacablemente. Se trata de “Escolín”, la primera pieza de una nueva serie que Susana ha titulado “Apuntes sobre los hidrocarburos”, y con la que formará parte de la primera edición de la exposición a la que ha sido invitada en Rusia.
La imagen entreverá los vestigios de un gran complejo petroquímico, ubicado en la zona limítrofe de los municipios de Poza Rica y Coatzintla, puesto en funciones en 1971 e inactivo desde hace más de una década. Es un dibujo a grafito sobre papel algodón, de aproximadamente 50 x 70 cm., con el que del Rosario busca dimensionar la realidad actual de un país cuya economía se encuentra petrolizada.
“Además de que son escenas que me conmueven mucho porque son parte del lugar donde crecí, son importantes para mí porque visualizan una problemática actual sobre el tema de los hidrocarburos. En algún momento toda esta infraestructura fue un símbolo de prosperidad y modernidad en la zona (…) La escena nos habla también de lo que ha pasado a partir de la reforma energética, el aumento de los precios, y con el desmantelamiento paulatino de Petróleos Mexicanos, que ha sido un tema abordado ya por varios artistas.
“Yo crecí en Poza Rica y la mayoría de las personas con las que me relacionaba ahí tenían una relación directa con Petróleos Mexicanos, ya sea porque sus papás trabajaban en esa planta, ellos laboraban ahí o pertenecían a una familia que había trabajado para ellos durante varias generaciones, entonces sí había un gran sentido de arraigo. De ahí que a partir de la noticia de que se quiere vender y rematar como chatarra, muchos ex trabajadores han hecho huelgas, en las que se preguntan siempre: ¿qué va a pasar con ese dinero? ¿Hacia dónde va a ir?”, lamenta la autora, quien además ha retratado las plataformas petroquímicas de Tuxpan –también fuera de funciones y desiertas de trabajadores–, y comparte su deseo de hacer lo mismo con otras, como la Pajaritos, en Coatzacoalcos, y una más ubicada en Tampico.
Estas aproximaciones estéticas, le han permitido a la artista explorar y discurrir a través de la imagen sobre la relación entre territorio, naturaleza y modernización en América Latina.
Sobre su participación, detalla que además de la Unidad, el tema del encuentro es lo humano. Y aunque en su trabajo este no aparece de manera corpórea, si lo hace a través de la huella que deja sobre el espacio. “Son huellas de la humanidad sobre la naturaleza, que al final terminan uniéndose a ella”, aclara, argumentando que la escena es también una prueba de que, por más que se busque domesticar a la naturaleza, bajo preceptos occidentales como “desarrollo y progreso”, la naturaleza siempre terminará sobreponiéndose.
El paisajismo en tiempos de Google Earth
Con cámara y libreta en mano, la artista ha recorrido México y otros países sudamericanos, de donde recolecta imágenes y momentos, que luego utiliza en su taller como referencia para sus siguientes obras.
Aún con las facilidades tecnológicas de ahora, que permiten encontrar cualquier imagen, o caminar de manera virtual por diferentes parajes del mundo “sin levantarte de la silla”, para Susana siempre será importante interactuar de manera directa con los espacios, pues reconoce la poca objetividad de los mapas y lo complicado que es dimensionar la grandeza de los territorios, a través de fotografías.
No obstante, la autora ha echado mano de los programas de geolocalización digital como Google Earth, para algunas de sus obras como “Border”, con la que cuestiona la políticas migratorias y de seguridad fronteriza de Estados Unidos.
“Compartimos una frontera de 3 mil 100 kilómetros con Estados Unidos; es una frontera amplísima –desde baja california hasta Tamaulipas–, donde además de un río grandísimo y un desierto (el más grande de Norteamérica), se piensa construir un muro que llegará hasta el mar. Y aún cuando todo parece estar en contra, seguirán pasando millones de personas al año. Es terrible pero muy poético al mismo tiempo, porque es algo que no se podrá detener, así haya un maldito muro en medio, la gente seguirá pasando, pues es su derecho natural al desplazamiento”, refiere la artista sobre su pieza, para cual extrajo de Google Eart una vista satelital que muestra a escala la frontera entre México y Estados Unidos.
“What is forbidden?” (“¿Qué es lo prohibido?”, su traducción al español), es la pregunta con la que las organizadoras convocaron a las artistas, para esta exposición colectiva que celebra los 20 años de existencia del Women’s Art Institute; un espacio que desde junio de 1999, busca generar diálogo y comunión entre las creadoras.
“La frontera que separa a Estados Unidos y México es lo prohibido ahorita para mí, por eso hice esta pieza. Además, con ella busco discurrir acerca de la relación que mantenemos con el territorio a través de los mapas: ¿Por qué siempre América está a la izquierda y Europa a la derecha? ¿Y siempre a este continente se le coloca en la parte más alta del planisferio cuando en realidad el Ecuador pasa sobre África? (…) Mi trabajo busca cuestionar la poca objetividad del trazo de los mapas, así como las divisiones políticas, y reflexionar sobre las fronteras naturales como el desierto de Atacama que es una fronterota, o la misma Cordillera de los Andes, los ríos caudalosos como el Orinoco y el Amazonas que están ahí naturalmente y dividen países y zonas como la Amazonía... son fenómenos naturales que, aunque dividen también, en su inmensidad se vuelven poéticas; algo que tampoco se podrá dimensionar completamente a través de un planisferio, o un programa digital”, aseguró convencida que esta forma de ver el mundo –desde arriba– está haciendo emanar una nueva forma de paisajismo: un neopaisajismo, que cuestiona e invita a pensar desde la poética, los paisajes y sus límites naturales en constante transformación.