La cultura se define como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico e industrial, en una época y grupo social. El arte es una de sus manifestaciones concretas.
Para el desarrollo de la cultura no se necesitan muchos recursos ya que surge y crece en el mismo sitio en donde se encuentran los individuos. Sin embargo, para que esa cultura se valore adecuadamente y su importancia obtenga significado para los individuos, es necesario proporcionar educación en arte y cultura. Y no basta con enseñar la historia del desarrollo artístico y cultural de la humanidad, ni tampoco sólo instruir en las técnicas artísticas. Educar en arte y cultura es mucho más.
Este tipo de educación proporciona grandes beneficios. Además de desarrollar habilidades intelectuales, propicia la creatividad, la búsqueda de soluciones, la sensibilidad, el aprecio por la diversidad. El mundo empresarial y laboral moderno exige creatividad, imaginación e innovación, pero pocos reconocen que esto no se logra solamente con el desarrollo de las habilidades del lenguaje y las matemáticas, sino que están íntimamente relacionadas con la formación en arte porque desarrolla el pensamiento crítico y genera vías alternativas de reflexión, pero además permite que los educandos puedan expresarse libremente y sean capaces de evaluar críticamente la realidad que los circunda.
Arte por derecho
El arte no tiene por qué estar reservado a unos pocos, a aquellos que lo ejercen profesionalmente o sólo a quienes apreciarlo y disfrutarlo es parte de su vida cotidiana. El artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dice: “Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”. Así es, el arte y la cultura son para todos y también habría que incluir a las personas que por costumbre quedan fuera: personas discapacitadas, minorías de todo tipo, inmigrantes.
A veces se cree que la educación artística sirve sólo para apreciar el arte, sin embargo, se debe ver como un medio para potenciar el aprendizaje en otras materias. Tampoco debe dirigirse únicamente a aquellos alumnos especialmente dotados en cualquiera de las diferentes disciplinas artísticas, sino utilizarlo como un elemento importante para el aprendizaje de todos los alumnos en general. La educación artística debe convertirse en una parte obligatoria de los programas educativos.
En principio, se sabe que cuando a una persona que se encuentra en un proceso educativo se le pone en contacto con elementos de su propia cultura, se estimula su imaginación, creatividad, su inteligencia emocional y la capacidad de reflexionar críticamente. Por ello, es imprescindible que la educación artística esté basada en la cultura a la que pertenece el alumno pues con ello podrá apreciarla profundamente para generar confianza en sus propias manifestaciones artísticas. Además, de esta manera, será posible que pueda explorar, respetar y apreciar otras culturas.
Cultura de paz
Por otro lado, se debe tomar en consideración que actualmente los niños ya no reciben la atención y compañía que necesitan por parte de sus padres, dada la complejidad de la vida moderna. La transmisión de las tradiciones culturales y el disfrute de las manifestaciones artísticas dentro de la familia es cada vez menos frecuente. Esta situación, aunada a que en las escuelas se da mucha mayor importancia al desarrollo de las capacidades cognitivas, sin valorar adecuadamente las capacidades y procesos emocionales, hace que necesariamente tengamos que volver los ojos hacia la educación artística, pues con ella se fomenta también el desarrollo emocional. Si esto se logra equilibrar con el desarrollo cognitivo, entonces estaremos en posibilidad de contribuir a una cultura de paz.
Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) considera: “Por lo tanto, podemos definir la educación de calidad como una educación que ofrece a los jóvenes y a todas las personas que aprenden, las capacidades útiles que necesitan para funcionar correctamente en el seno de su sociedad; se adecua a las vidas, las aspiraciones y los intereses tanto de los estudiantes como de sus familias y sociedades y, finalmente, es inclusiva y está basada en los derechos”. (Conferencia Mundial sobre la Educación Artística. Lisboa 6 al 9 de marzo de 2006, página 8).
Actualmente las artes se enseñan en materias individuales, talleres, etc. en las que se imparten distintas disciplinas artísticas. Sin embargo, es necesario que las dimensiones artísticas y culturales se incluyan en los planes generales y en los programas de todas las asignaturas. Por ejemplo, se pueden explicar muchos aspectos de la geometría, la física o las matemáticas a través de la observación y estudio de las artes visuales y la arquitectura, o bien, enriquecer asignaturas como el estudio de la lengua, psicología, sociología, aprendizaje de idiomas, etc. a través de la música, el teatro o el cine.
Al inicio de este artículo señalé que no bastaba con sólo enseñar historia del arte o técnicas artísticas. Esto es importante, pero también lo es el estudio de las obras de arte, el contacto que se tenga con ellas y la participación en actividades artísticas. Nuevamente recordemos lo que dice la UNESCO al respecto: “En otras palabras, la educación artística tiene tres dimensiones en las que el alumno adquiere conocimientos 1) mediante la interacción con un objeto o representación artísticos, con un artista y con su profesor; 2) mediante su propia práctica artística, y 3) mediante la investigación y el estudio (de una forma de arte y de la relación entre arte e historia)”. (Conferencia Mundial sobre la Educación Artística. Lisboa 6 al 9 de marzo de 2006, página 6).
Por supuesto, para que todo esto se pueda dar es necesaria la formación y capacitación del profesorado, tanto de los maestros de arte como de las asignaturas generales, pero este importante aspecto se tratará en la próxima entrega.