/ miércoles 15 de noviembre de 2023

Arte y discapacidad: Diana Beltrán danza por la inclusión

La joven de 25 años es la primera estudiante con síndrome de Down que es admitida en el Centro Nacional de Danza Contemporánea


Diana se quita las zapatillas y entra descalza al salón de ensayos, ya la espera su maestra. Se acerca a ella y la saluda con un enérgico abrazo antes de comenzar la práctica y 1, 2, 3… la joven bailarina transforma su gesto infantil por un semblante más serio y firme con el primer movimiento.

Este ritual lleva dos años repitiéndose en el Centro Nacional de Danza Contemporánea (Cenadac). Diana Beltrán es la primera estudiante con síndrome de Down aceptada por esta institución ubicada en Querétaro, y la docente Claudia Herrera trabaja con ella horas extras y a su ritmo para afianzar el aprendizaje visto en otras sesiones.

Aunque los profesores no cuentan aún con capacitación ni un modelo educativo especial que los oriente en esta labor, el Cenadac ha decidido abrir sus puertas a la inclusión y generar este aprendizaje.

"Diana es nuestra primera experiencia, ella toma todas sus materias junto con sus demás compañeras, la inclusión es real, no se le da ningún trato especial; nuestra especialidad es la Técnica Graham, y es por su dificultad que se decidió que Diana llevara esta clase extra como refuerzo", refiere la docente.

Claudia comparte que está en sus planes sistematizar este proceso, a fin de que otros docentes de la danza puedan hacer uso de las herramientas y estrategias que ha desarrollado de la mano de Diana; sin embargo, no descarta la necesidad de que las instituciones gubernamentales instruyan a los docentes en estos temas, para que la inclusión no se quede solo en el discurso.

Los educadores y todas las personas "nos topamos con esa diferencia y no sabemos qué hacer, pero no es un asunto de la persona [con discapacidad], es asunto de nosotros que no tenemos ni la menor idea de cómo hacerlo, no se nos enseña cómo interactuar con ellos".

Foto: Miguel Cruz | Diario de Querétaro


El reto para las instituciones educativas de hoy, puntualiza, es ampliar los modelos educativos y adaptarlos a las necesidades de los estudiantes, y no a la inversa.

"Es importante que, si la carrera dura tantos años, en este reconocimiento de su individualidad ubiquemos que hay alumnos que requerirán un tiempo y ritmo diferente al de los demás y que no es porque sean incapaces".

Asimismo, refiere que es importante establecer medidas particulares a cada caso, ya que tan solo en la danza, físicamente conlleva un riesgo diferente para las personas con síndrome de Down.

"De pronto asumimos que todos pueden brincar y no, ellos tienen una constitución muscular determinada y hay una energía vital en su cuerpo que les posibilita solo cierta velocidad", añade la docente.

Danzar para vivir

Cuando se inscribió al propedéutico, Diana ya sabía bailar. Su familia, especialmente su madre Dolores Rodríguez, desde siempre la han impulsado en su formación académica y profesional, por lo que lo mismo sabe bailar danza contemporánea que flamenco y jazz.

También es fotógrafa, educadora certificada en masaje infantil y modelo de la agencia Cambiando modelos, que busca romper con estereotipos y dar visibilidad a las personas con discapacidad a través de eventos masivos y en medios de comunicación.

Aunque se dedica a todo ello, Diana dice que lo que más le gusta hacer es bailar, es su principal lenguaje; a través del cuerpo y el movimiento ha logrado comunicarse con los otros y busca hacerlo de manera profesional, vivir de su arte como otras bailarinas.

"Lo que más me gusta es bailar, cuando escucho la música mi corazón baila al mismo ritmo", dice con una sonrisa la artista de 25 años.

En el mundo existen compañías como Anjali Dance Company (Reino Unido) que han servido de plataforma para visibilizar el trabajo profesional de personas con discapacidad intelectual, y que permiten su incursión en el mercado laboral.

Foto: Miguel Cruz | Diario de Querétaro

"Nuestros bailarines son tratados con el mayor respeto como artistas que tienen problemas de aprendizaje, no como personas con problemas de aprendizaje que bailan (...) Los bailarines de Anjali han actuado en lugares de todo el Reino Unido, incluidos el Royal Festival Hall, Sadler's Wells y la Royal Opera House de Londres, y en lugares de Europa y México", se lee en su página oficial.

En la lista también aparecen la Compañía Elías Lafuente y Expreso Danza Express, agrupaciones que apuestan por la formación artística de las personas con discapacidad, y no como terapia; sino como una forma de expresión y medio de trabajo.

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"La idea es precisamente que Diana sea una persona independiente, que ella pueda desenvolverse sola, por eso estamos dándole las herramientas que requiere para que se prepare", asiente Dolores.

Ese camino no ha sido fácil, reconoce, pues ellos mismos han tenido que abrir puertas y denunciar la discriminación de instituciones y empresas.

"Toda la vida ha sido tocar puertas y tocar puertas y ya te vas como haciendo una especie de caparazón de que te van a decir que no, e igual te dicen que no, pero pues vuelves a buscar en otra". Así fue como llegaron al Cenadac.

Foto: Miguel Cruz | Diario de Querétaro


Diana se quita las zapatillas y entra descalza al salón de ensayos, ya la espera su maestra. Se acerca a ella y la saluda con un enérgico abrazo antes de comenzar la práctica y 1, 2, 3… la joven bailarina transforma su gesto infantil por un semblante más serio y firme con el primer movimiento.

Este ritual lleva dos años repitiéndose en el Centro Nacional de Danza Contemporánea (Cenadac). Diana Beltrán es la primera estudiante con síndrome de Down aceptada por esta institución ubicada en Querétaro, y la docente Claudia Herrera trabaja con ella horas extras y a su ritmo para afianzar el aprendizaje visto en otras sesiones.

Aunque los profesores no cuentan aún con capacitación ni un modelo educativo especial que los oriente en esta labor, el Cenadac ha decidido abrir sus puertas a la inclusión y generar este aprendizaje.

"Diana es nuestra primera experiencia, ella toma todas sus materias junto con sus demás compañeras, la inclusión es real, no se le da ningún trato especial; nuestra especialidad es la Técnica Graham, y es por su dificultad que se decidió que Diana llevara esta clase extra como refuerzo", refiere la docente.

Claudia comparte que está en sus planes sistematizar este proceso, a fin de que otros docentes de la danza puedan hacer uso de las herramientas y estrategias que ha desarrollado de la mano de Diana; sin embargo, no descarta la necesidad de que las instituciones gubernamentales instruyan a los docentes en estos temas, para que la inclusión no se quede solo en el discurso.

Los educadores y todas las personas "nos topamos con esa diferencia y no sabemos qué hacer, pero no es un asunto de la persona [con discapacidad], es asunto de nosotros que no tenemos ni la menor idea de cómo hacerlo, no se nos enseña cómo interactuar con ellos".

Foto: Miguel Cruz | Diario de Querétaro


El reto para las instituciones educativas de hoy, puntualiza, es ampliar los modelos educativos y adaptarlos a las necesidades de los estudiantes, y no a la inversa.

"Es importante que, si la carrera dura tantos años, en este reconocimiento de su individualidad ubiquemos que hay alumnos que requerirán un tiempo y ritmo diferente al de los demás y que no es porque sean incapaces".

Asimismo, refiere que es importante establecer medidas particulares a cada caso, ya que tan solo en la danza, físicamente conlleva un riesgo diferente para las personas con síndrome de Down.

"De pronto asumimos que todos pueden brincar y no, ellos tienen una constitución muscular determinada y hay una energía vital en su cuerpo que les posibilita solo cierta velocidad", añade la docente.

Danzar para vivir

Cuando se inscribió al propedéutico, Diana ya sabía bailar. Su familia, especialmente su madre Dolores Rodríguez, desde siempre la han impulsado en su formación académica y profesional, por lo que lo mismo sabe bailar danza contemporánea que flamenco y jazz.

También es fotógrafa, educadora certificada en masaje infantil y modelo de la agencia Cambiando modelos, que busca romper con estereotipos y dar visibilidad a las personas con discapacidad a través de eventos masivos y en medios de comunicación.

Aunque se dedica a todo ello, Diana dice que lo que más le gusta hacer es bailar, es su principal lenguaje; a través del cuerpo y el movimiento ha logrado comunicarse con los otros y busca hacerlo de manera profesional, vivir de su arte como otras bailarinas.

"Lo que más me gusta es bailar, cuando escucho la música mi corazón baila al mismo ritmo", dice con una sonrisa la artista de 25 años.

En el mundo existen compañías como Anjali Dance Company (Reino Unido) que han servido de plataforma para visibilizar el trabajo profesional de personas con discapacidad intelectual, y que permiten su incursión en el mercado laboral.

Foto: Miguel Cruz | Diario de Querétaro

"Nuestros bailarines son tratados con el mayor respeto como artistas que tienen problemas de aprendizaje, no como personas con problemas de aprendizaje que bailan (...) Los bailarines de Anjali han actuado en lugares de todo el Reino Unido, incluidos el Royal Festival Hall, Sadler's Wells y la Royal Opera House de Londres, y en lugares de Europa y México", se lee en su página oficial.

En la lista también aparecen la Compañía Elías Lafuente y Expreso Danza Express, agrupaciones que apuestan por la formación artística de las personas con discapacidad, y no como terapia; sino como una forma de expresión y medio de trabajo.

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"La idea es precisamente que Diana sea una persona independiente, que ella pueda desenvolverse sola, por eso estamos dándole las herramientas que requiere para que se prepare", asiente Dolores.

Ese camino no ha sido fácil, reconoce, pues ellos mismos han tenido que abrir puertas y denunciar la discriminación de instituciones y empresas.

"Toda la vida ha sido tocar puertas y tocar puertas y ya te vas como haciendo una especie de caparazón de que te van a decir que no, e igual te dicen que no, pero pues vuelves a buscar en otra". Así fue como llegaron al Cenadac.

Foto: Miguel Cruz | Diario de Querétaro

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