Beata otomí, poder y marginalidad en el Querétaro del siglo XVIII

Cartografía del tiempo y la memoria

  · viernes 19 de agosto de 2022

Foto: Cortesía | Edgardo Moreno.

Para fundar una esperanza no pudimos construir un país imaginario y sería demente insistir en hacerlo. México es éste, con esta población y esta historia; no podemos persistir en el empeño de sustituirlo por otro que no sea éste. La tarea es más simple: hay que hacerlo mejor. Pero desde adentro, no desde afuera. Sin negar lo que es, sino al contrario, tomándolo como lo que habrá de transformarse y desarrollarse a partir de sus propias potencialidades. Hay que reconocer de una vez para siempre al México profundo, porque si no se cuenta con él no hay solución que valga.

Guillermo Bonfil Batalla.

Punto de partida

En el desarrollo del texto apreciaremos la relación ente la oligarquía local y las clases marginales a través de un Discurso Edificante. Nos muestra los diversos roles que desempeñan los grupos sociales en estas estructuras asimétricas del poder. Por otra parte, reflexionar sobre la memoria histórica de los pueblos subordinados, nos abre la posibilidad de repensar la complejidad colectiva, comprender, trazar líneas de acción e involucrarnos con nuestra realidad en el presente. Finalmente, al considerar la diversidad multicultural que vivimos en el área metropolitana y conurbada de Querétaro nos remite a visualizar la historia “alterna” que se construye cotidianamente a la par que una identidad colectiva dispersa, dejando fuera a sectores específicos.

La construcción de la memoria histórica de los pueblos subordinados, es una tarea por hacer. Los problemas que se presentan son diversos; la selectividad de los actores sociales y los hechos. El nulo registro de los acontecimientos, donde los protagonistas históricos aparecen idealizados o reinventadnos. La manipulación e instrumentación en función del relato histórico legalizado, hasta condicionamientos internos de las comunidades que la cobijan. Otras son la escasez de testimonios y fuentes documentales e iconográficas, que nos acerquen a una interpretación de los hechos.

Alteridades

La memoria nos da la posibilidad de hacer visibles los olvidos, las historias mutiladas. Nos permite significar la memoria legalizada y contrastarla con la historia de los marginados y desplazados. Que tienen su historia subterránea, clandestina, como un proceso de resistencia de grupo o de etnia.

Para transitar por esa discursividad con conceptos y significados compartidos, hay que convenir que la rememoración, las vivencias y experiencias pasadas se actualizan en y para el momento presente.

Es en este contexto abordaremos fragmentos de la vida de Salvadora de los Santos, “india otomí, donada” que vivió el esplendor barroco de la segunda mitad del sigloXVIII en esta ciudad. Su historia ha sido enajenada por la memoria hegemónica y dominante. De tal manera que se le atribuye a los criollos y españoles las obras de urbanismo y monumentalidad de los inmuebles, dejando fuera a los verdaderos constructores, mano de obra esclavizada y vituperada por su origen étnico y color de piel. Silenciando sus saberes, creencias y cosmovisión.

Querétaro en su esplendor

En la mitad del siglo XVIII, aquella ciudad de Querétaro y su entorno contaba con una población de aproximadamente “cuarenta y seis mil cuatrocientos sesenta y dos personas”; la cual estaba constituida de: “[…] tres principales plazas que la adornan y con ciento treinta y ocho calles que la dilatan y hermosean, por lo que se hace digna de la atención de todos, circundándola asimismo doce barrios, en los que los naturales indios habitan, y en cada uno su capilla, en que los días festivos se celebra el santo sacrificio de la misa y se les enseñan los misterios de nuestra santa fe, por estar retirados de la iglesia matriz,” […] (Acosta, Esteban, (ed. Ramírez Montes, Mina). Querétaro en 1743.Gómez de. Informe presentado al rey por el corregidor. Querétaro. GEQ-AHQ. 1997).

Las primeras ordenanzas para regular el gobierno de la ciudad fueron emitidas por el cabildo; aprobadas y confirmadas por Felipe V en 1733. El acueducto surtía el agua limpia para la población por medio de una docena de pilas y un eficiente sistema de alcantarillas y cajas de agua.

Salvadora vivió en el esplendor del barroco queretano; cuando la monarquía de la línea borbónica introducía reformas estructurales. Cuando trabajaban en casas, templos y claustros decenas de doradores, canteros, albañiles, carpinteros, herreros, talladores. alarifes como Martínez Gudiño, De las Casas, Sebastián de Gary, Guerra, Sotomayor, entre muchos otros. Los obrajes, trapiches y la cría de ganado ovino al paralelo de las actividades mercantiles dinamizaban la economía regional. Un valle que atrajo la atención de muchos viajeros.

“Lo ameno de su Cañada, lo divertido de sus barrios, que llaman la otra Banda […] lo fértil de sus contornos en las muchas labores de trigo y maíz de que abunda, […] un vigilante centinela…un cerro a la banda sur, que llaman Cimatario, tan empinado, corpulento y hermoso” (Navarrete, Francisco Antonio. Relación Peregrina Querétaro. GEQ.1987.

Las élites gobernantes registran todo lo que les permite ejercitar su poder y autoridad, quedan cinceladas piedras, con la parafernalia convencional. Se mandan a la imprenta libros, hojas volantes, recitativas, composiciones, loas y salutaciones, grabados, diarios de sucesos notables, para dejar constancia de los hechos que se quieren que perduren induciendo la memoria.

Es el Querétaro en procesos de urbanización, con un incremento demográfico, la emigración del campo a la ciudad y el interés del estado absolutista por el control y la centralización del poder. Misma fenomenología que nos enfrentamos hoy por hoy.

En la próxima entrega seguiré abordando de la Carta edificante, que refiere la vida de Salvadora de los Santos.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan.

Agosto de MMXXII.