¡Buenas noches, señorita!

VITRAL

Alfonso Franco Tiscareño

  · miércoles 5 de junio de 2019

De salero y garbo majestuoso

la chica se paseó aquí en mi pecho

dando mil vueltas en un tiempo moroso

cual si fuera de arroz o de afrecho.


Su sonrisa es de joven bien templada

su estampa a mano construida

su actitud la más bella contemplada

desde hace mucho tiempo en la mía vida.


Dice que quiere caminar a mi lado

le advierto que aunque lobo salvaje

la distancia es muy grande, y no le importa.

Mis ojos brillan, cae la tarde.


Lobo nocturno enternecido,

sólo puedo moverme entre los matorrales,

la luna brilla entera, blanquecina,

mientras se oye un murmullo entre arrabales.


Miro sus ojos, que son dos potestades,

deseo su boca como miel que escurre,

su risa, su actitud que evoca y me provoca,

vuelvo a mirar la luna, soy aullido.


Gran Dios, tu creación es perfecta,

me has dado grandes desafíos,

he sido afortunado, pues tú me has regalado

manantiales de amor que a bien porfío.


“¿Si te robara un beso?”, me pregunta,

quieto me quedo como estatua arpía,

pues si abriera la llave loco fuera

y ya no pararía hasta desmayarla.


Guardé en silencio la respuesta,

habitará en mi corazón como un secreto,

cuando ella abra la puerta cual adarga

la noche será larga, muy larga.

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