“La imagen ya no es una mediación de nosotros y el mundo, sino que constituye el mundo”, dice el reconocido crítico y fotógrafo español, Joan Fontcuberta, quien como parte de la segunda edición del Encuentro Fotográfico Querétaro (Enfoque) habló sobre el contexto actual de la disciplina fotográfica, así como de su dimensión documental y las transformaciones motivadas por las innovaciones tecnológicas.
“Siempre he considerado que la fotografía es una forma de pensar el mundo, una manera de constituirlo. El mundo tal como hoy lo vemos es a través de la fotografía, por lo tanto, más allá de ser un lenguaje, de ser una disciplina artística o una cultura de la visión, es lo que nos hace (...) todo pasa por la imagen” ”, afirmó el autor de libros como “El beso de Judas. Fotografía y verdad” y “La cámara de Pandora: La fotografí@ después de la fotografía”.
Para introducir en sus exploraciones teóricas citó a “Prosopagnosia”, una serie inspirada en un trastorno del mismo nombre, en el que la memoria dificulta el reconocimiento de los rostros; este estudio, explicó, ha permitido el desarrollo de programas de reconocimiento facial, que ha despuntado en la implementación de algoritmos de inteligencia artificial para la generación de fotografías que parecen auténticas.
Definió que tanto este proceso como la documentación visual de fenómenos como el agujero negro supermasivo el año pasado –que se logró a través de la traducción de datos matemáticos al lenguaje visual– conducen a una tercera fase de la revolución digital, en la que el conocimiento generado a partir de una imagen; “ya no procede de un sistema retiniano (...), y por lo tanto esto nos sitúa en un tercer estadio de las revoluciones digitales (...) en el que la cámara y el ojo son relegados por algoritmos para confeccionar imágenes que poco a poco van confeccionando el paisaje icónico en el que nos movemos”.
Por ello, para el autor, lo relevante es ir más allá del “debate de salón de si una fotografía es auténtica o no”, ya que se debe plantear qué es lo que interesa de esta disciplina, si la experiencia técnica de cómo se hizo la toma o el conocimiento que genera en sí misma.
Convencido de que para fotografiar la realidad ya no es necesaria la experiencia directa, sino que es posible hablar de ella a través de la resignificación del acervo visual existente, Fontcuberta habló sobre Googlegrames (2012), un proyecto en el que a través de fotomosaicos generó una correlación de imágenes con un concepto eje.
Este interés, también lo ha llevado a trabajar en archivos fotográficos, de donde han surgido proyectos como “Sangre y semen” –basado en fotografías de la revista mexicana Alerta–, “Trauma” –documentación de sucesos traumáticos a través de imágenes en estados traumáticos–, y “Mictlán, que comenzó en 2019 y a partir de fotografías recopiladas en archivos fotográficos de Pachuca, Mérida, Ciudad de México y de Fundación Televisa, indaga sobre lo que pasa cuando la fotografía pierde su vinculo directo con la realidad por su deterioro, considerando que esta disciplina nació siendo un dispositivo de memoria.
Para el autor, esos defectos, esos accidentes y plagas que han afectado a muchas fotografías, lejos de ser una obstrucción a la información que contienen, lo que hacen es agregar un estrato más de documentación, “porque nos habla de la vida, del sufrimiento y las cicatrices que ha recibido esa imagen a lo largo de su vida”.
En ese sentido Mictlán, una serie en la que incluye también textos de autores como el príncipe poeta Nezahualcóyotl, el autor ratifica que, aunque las fotografían han sido hechas para perdurar, “porque tenemos la esperanza de pervivir más allá del fin de nuestro tiempo, debemos de concienciarnos de que nosotros desapareceremos y también los rastros que dejamos”.
Además de haber realizado un recorrido por la historia de México, y de mostrar un mosaico rico de su pasado, de la nostalgia y de las ruinas de lo fotográfico, Mictlán también es un homenaje y una despedida contemporánea a la manera de hacer y pensar la fotografía.