Agradezco y canto al sol
porque con su luz y calor
mi salud crece y se mantiene.
Es la presencia de Dios en
nuestra vida, es su voz,
su anunciación.
Conduces el enorme carro
de nuestro espacio en el cielo
por el cosmos.
Eres la máxima explosión
nitrogénica, la elevada
temperatura del corazón de la Tierra.
Iluminas mis entrañas
en mis baños de sol,
bañas mi pituitaria.
Me has enseñado a caminar
con disciplina, a presentarme
exacto ante tus ojos.
Mientras estoy calmado
estoy en movimiento frente
a ti, tu luz, tus energías atravesándome.
Desde varios minutos de
años luz recibo tu
plácido calor a la distancia.
Sol, hermano, padre, maestro,
eres un libro abierto,
he de estudiarte.
Soy acumulador, batería,
te guardo en el Dan Tien,
en el Hara.
Ejerces tu limpieza en mí
a tres niveles: físico,
psíquico y espiritual. Pureza.
Alumbras el parto de las montañas,
eres la luz en el vientre materno
donde se gestan los dioses.
Guardas lecciones para cada día,
el camino contigo es más abierto,
más claro.
Preparas mi ruta con alegría,
cueces mis alimentos
con fuego sagrado.
Saludo también al sol de la noche,
al sol interior
y a las tres flamas.
Gracias a ti, sé que mi cuerpo
es santo, templo sagrado,
gótico, purificado con tu luz.
Penetras entre los vitrales
por las paredes oscuras
iluminando las tinieblas.
Y siendo tan grande y tan soberbio
sé que sólo eres luz magnánima
obra del hacedor, del arquitecto universal.