La técnica tradicional del tatuaje japonés, denominado “tebori”,sirve de inspiración a la obra del artista nacido en la Ciudad de México, Carlos Génova, que se presenta actualmente en la Galería Municipal Rosario Sánchez de Lozada, de la capital queretana.
La referida tradición asiática, originalmente plasmada en el cuerpo, mezcla tinta y dolor para plasmar sobre la piel diferentes manifestaciones y vivencias. Inspirado en ello, el artista plástico, avecindado actualmente en Mérida, toma aspectos del discurso y la forma, así como las dimensiones, pues el “tebori” generalmente abarca amplias extensiones de piel, como la espalda, el pecho, los glúteos y las piernas, que sirven de lienzo.
Y es que en “Tebori genética”, nombre que Génova ha puesto a su exposición queretana, los cuadros son de gran formato, miden 140 x 180 centímetros cada uno y en ellos hay figuras que evocan a las pieles tatuadas, como si hubieran sido desprendidas del cuerpo y luego extendidas.
“Es hermoso ver la obra terminada, pero llega a hacer doloroso, sobre todo con un pincel cero (la herramienta que utilizó). Yo estoy acostumbrado a utilizar pinceles más
gruesos y un pincel cero es como pintar con una pluma”, compartió el artista en entrevista con BARROCO, en la que aseguró que incluso el proceso, por la aflicción que representó, se asemejó a lo que los artistas de esta técnica de tatuaje realizan y los lienzos padecen.
Hay además una reflexión intimista en su obra. Carlos comparte que cada cuadro tiene algo de autobiográfico, ya que plasma sus estados de animo y un poco de su historia, “el pasado, el presente, y lo que puedo ver en el futuro, o lo que desearía que hubiera pasado”, revela.
La simbología esta más que presente en este trabajo, así lo explica el propio artista: “Hay referencias a culturas, mucha simbología, me gusta mucho la simbología, hay mezcla de religiones y paganismo, mezcla de palabras, códigos que son entendibles y otros son secretos”, refiere.
La influencia darwiniana se impone también: “Hay mucha vida animal, la parte genética es evolución, entonces que las figuras se puedan ver deformes o monstruosas no quiere decir que no se vean naturales. Nosotros podemos ver un gusarapo, y podemos ver un gusano y si vemos la teoría de la evolución terminan siendo otro tipo de animales, como la oruga ¿quién va a pensar que se va convertir en mariposa?”, añade.
Ciencia, arte, religión, superstición, paganismo, primitivismo y una especie de mirada al futuro, todo eso y más convive en la obra, la cual inventa su propio universo.
“Ahí es donde empecé toda la parte genética, empezar a generar personajes que son completamente evolutivos, y no necesariamente en la naturaleza, sino en mi naturaleza, dentro de mi cerebro, mi personalidad, mi experimentación (…) puedes
encontrar temas religiosos, palabras en hebreo, en arameo, japonés…”.
PARA QUERÉTARO CON DOLOR
La obra huele a nuevo. Los oleos, acrílicos y tintas chinas utilizados se advierten frescos, de hecho, BARROCO tuvo la oportunidad de estar presente durante su desembalaje.
El artista plástico, que ha vivido los últimos años en Mérida, comparte que se encerró en su estudio ubicado en esta ciudad del sureste mexicano para concretar esta ambiciosa exposición.
“Cuando hablamos el maestro Roberto Rosano (director de la Galería Municipal) y yo… Me había invitado, me dijo: ¿puedes? Y yo dije inmediatamente que sí; uno, porque amo Querétaro y dos, porque tenía ganas de empezar el año con otra (expo) individual”.
El proceso de concretar las piezas fue extenuante, compartió el defeño, “con cada cuadro me tardé como 15 días, 13 días promedio, pero trabajando diario, pero la otra cosa es trabajar más de 12 horas diarias”.
Este ritmo de trabajo respondió, además de la exigencia que tiene como creador, al afán por innovar constantemente.
Antes, Génova ha utilizado otras herramientas e insumos como aspiradores nasales para bebé, desarmadores, arena y ceras.
“Yo quería hacer algo diferente, siempre estoy evolucionado, respeto el trabajo de todos los artistas y todos los pintores, a parte Querétaro tiene una muestra de arte impresionante, tiene pintores y artistas de nombre muy buenos, me gusta mucho lo que hacen muchos pintores aquí, los respeto mucho, me gusta mucho Querétaro, creo que es un centro muy importante del país”, comparte.
ORIGEN
Fue en Mérida que el defeño encontró salida a su vocación artística, aún cuando estudio además Ingeniería Industrial. Los primeros acercamientos formales al arte fueron de la mano del reconocido pintor Ermilo Torre Gamboa, quien le mostró las técnicas básicas de la pintura, las cuales después se permitió exprimir y romper para experimentar con todo, como compartió el artista durante la charla.
“Siempre me llamó la atención la forma en la que podía expresarme con el dibujo. Empecé… creo que mis primeras clases de dibujo fueron como a los 8 u 11 años, con el maestro Ermilo Torre Gamboa. (….) Mis clases con él fueron sobre realismo, pero eran mis primeras formas de tratar de expresarme, dibujando, creo que es un lenguaje, dependiendo de lo que estés haciendo, un lenguaje muy avanzado o muy primitivo, pero es un lenguaje y una forma de expresar, funciona también como una terapia, un psicólogo personal en la que estableces con un diálogo permanente contigo”.
Eso se nota en la obra que ofrece en Querétaro. Durante el recorrido por la referida galería, el artista de adopción yucateca, además de ofrecer un acercamiento a su trabajo, compartió sus motivaciones y temas.
“Yo soy un artista de corazón y a eso me dedico, no me veo en mi vida haciendo otra cosa” – aclara antes de explicar la raíz de “Tebori genética”, titulo que le dio a la exposición hecha ex profeso para Querétaro.
“El tebori es una tradición de pintar la piel. El tatuaje japonés, a diferencia del tatuaje que conocemos ahora, es muy doloroso, es a golpes, hace otros efectos, se hace con mucho cuidado y más que todo no es un tatuaje que se hace solo por hacerlo, (…) se lo hacían (los guerreros) con leyendas que formaban parte de su vida o formaban parte de la historia de sus país o de donde hubieran viajado y ellos van formándose el tatuaje en el cuerpo”.
El valor estético de estos tatuajes es lo que inspiró la serie que presume en Querétaro, pero también este aspecto biográfico que exaltan y que buscó replicar en su trabajo. “No es mi amor por el tatuaje, yo no estoy tatuado, sino el amor por el arte que se fue dando en esta serie”. Refirió además, que sus pinturas son parecidas a las imágenes del test de Rorschach y en sus múltiples interpretaciones es que se encuentra el valor de la obra, “hay tanto aquí que cualquiera se puede ver reflejado”, sentenció.