Desde hace algunos días, una enorme y colorida pieza ubicada en el andador Venustiano Carranza nos recuerda a un viejo juguete de la infancia, un caleidoscopio.
Se trata de la pieza Carrazcopio del artista Miguel Loyola, una obra en gran formato instalada en el corazón del Centro Histórico, y que debido a su forma similar a la de un espiral, se convierte en el marco perfecto para tomar una selfie o una foto grupal, despertando la curiosidad y creatividad de los transeúntes que inevitablemente avanzan por en medio de la obra.
En entrevista para Diario de Querétaro, Loyola señala que esta es la primera vez que realiza una pieza para ser instalada en un espacio público y se dice contento con el resultado.
Para lograr esta obra que forma parte del Festival Querétaro Experimental, que se realiza en la ciudad todos los sábados del 23 de abril al 27 de agosto, se inspiró en el clásico concepto de la selfie en espacios públicos, donde las personas que caminan por el mismo andador puedan formar parte de la foto misma.
“En la mayoría de estas piezas que vemos en espacios públicos y que se nos hacen bonitas y queremos tomarnos una selfie, estamos esperando a que pase la gente, que se quite el niño, porque crees que estorban para tu foto, entonces eso me parece un poco banal, aunque todos caemos ahí, entonces yo quería darle la vuelta a eso, que la presencia de la otra persona mejorara mi experiencia estética al momento de tomarme una foto”.
Recordando su propia infancia, el artista se inspiró además en el mecanismo de un caleidoscopio, y de esta forma reunió diversos objetos y texturas, los mezcló en la misma pieza, y el resto lo hacen los ojos de las personas, que funcionan como espejos que crean diversas perspectivas de una misma estructura.
“La idea fue simular un caleidoscopio como los que hacíamos antes, no como los que vendían en las jugueterías que tenían diamantina y cosas así, sino que lo hacíamos como un cono de papel de baño y usabas lo que encontrabas por ahí, de forma instantánea formabas una colección de objetos, un pedazo de botella, un cristal roto, un pedazo de aluminio, cosas que te llamaban la atención”.
“Claramente no es un caleidoscopio, pero la idea es que en esta pieza se pueda recorrer y hacer un museo de distintos objetos y que nuestros ojos sean los espejos que busquen distintos ángulos y todas las variables, porque cada vez que pasas te puedes fijar en una cosa diferente”.
Para realizar dicha pieza, Miguel Loyola invitó a participar a tres artistas emergentes, Violeta Arciga, especialista en trabajar con textiles, Karen Cervantes, quien trabaja con transparencias, acrílicos y micas, y Arturo Sánchez quien manejó diversas técnicas de graffiti. De esta forma, todos los artistas hicieron un trabajo individual y libre, pero que a su vez, afectó positivamente el trabajo de los demás.
Uno de los aspectos más atractivos de Carrazcopio es que los ciudadanos pueden formar parte de la obra, agregando, colgando o pegando algún objeto de valor personal, o dejando algún mensaje o leyenda en la misma. De esta forma la pieza se transforma día a día a través de pequeños detalles.
El propio Miguel Loyola señala que una característica de su trabajo como escultor, es trabajar con materiales que se transformen con el tiempo. En Carrazcopio las telas y diversos objetos se irán desgastando con el paso del tiempo y de las condiciones climáticas, lo que añadirá una nueva perspectiva a esta pieza que tendrá permanencia hasta el 23 de junio.