/ viernes 26 de mayo de 2023

Celebración del Triunfo de la República en 1870

Cartografía del tiempo y la memoria


“Año de sesenta y siete, / Miguel López, ¡qué dolor!, / en el día quince de mayo / entregó al / Emperador. / Este fuerte de la Cruz / se rindió a discreción, / fue por haberlo vendido / Miguel López, ¡qué dolor! / El general Escobedo / a sus tropas les decía: / -Entrarle, fieles muchachos, / con todo valor y hombría. / Las cinco de la mañana, / el Emperador corría / al Cerro de las Campanas / con Miramón y Mejía.” […] Corrido del Sitio de Querétaro. Publicado por Antonio Venegas Arroyo. 1887.

Abordaje: El calendario cívico para conmemorar fechas significativas, fue impulsado por los liberales una vez que obtuvieron el triunfo sobre los conservadores aliados con los intervencionistas. Se trataba de impulsar un proyecto de patria incluyente donde, por fin, se transitará hacia una verdadera igualdad entre los ciudadanos dejando los lastres coloniales de privilegios y fueros. Después de la pérdida de muchas vidas y enfrentamiento entre compatriotas.

Primeros festejos: Querétaro 1867. Durante el Sitio a la Ciudad de Querétaro en 1867, cuando la situación para los sitiados era desesperante, se había perdido la moral y había deserciones. El 5 de mayo fue festejado en todas las líneas del ejército republicano, con ¡vivas a la república y mueras al imperio! Se tocaban dianas y se hacían disparos al aire. Un oficial saltillense, Blas Rodríguez Farías, secretario del Gral. Mariano Escobedo, refiere en una carta que se tenía preparado estallar metralla con los cañones de alto calibre recién llegados de la ciudad de Monterrey a la hora del alba. Por otra parte, el oficial francés del ejército imperial Alberto Hans, manifiesta en sus recuerdos que las salvas hicieron efecto en muchas casas de la ciudad: “[El 5 de mayo] todo el día sonaron las músicas y los clarines en el campo enemigo, oíamos sus vivas y sus gritos de mueran los traidores. Sus tiradores habían avanzado hasta muy cerca del cementerio, nos lanzaban mil vociferaciones y nos profetizaban un asalto próximo”.

Querétaro-1870. Una vez terminado el Sitio y en plena Restauración de la República, se hicieron los festejos de fechas cívicas precisas, entre otras el 5 y 15 de mayo, el 15 y 16 de septiembre, en estos primeros años fueron emotivas, pues significaban “la segunda Independencia de México”. El documento que aquí se presenta ejemplifica esta visión de los queretanos liberales en relación con el festejo de las fechas en que las “armas nacionales” se habían “cubierto de Gloria”. Son vindicaciones y reivindicaciones para conformar un sentido de identidad en una población multiétnica dispersa, separada por una agreste geografía y sometida a un secular fanatismo.

La comisión nombrada por el Ayuntamiento de la ciudad de Querétaro en mayo de 1870 dispuso un programa de seis puntos para “solemnizar” los días 5 y 15 de mayo. Firmado al calce por el presidente Pedro de Castro, Antonio Loyola y Carlos J. Moreno. El Programa disponía que “Al romper el alba” a las doce y seis del 5 y 15 de mayo, se harían repicar las campanas “a vuelo en todos los templos”, se harían salvas con la artillería, “enarbolándose el pabellón nacional en los edificios públicos”. Se convocaba a los empleados civiles y militares, así como a todos los ciudadanos que, impulsados por su patriotismo, deseen asociarse a la comitiva presidida por el C. Gobernador” para que se reunieran en el Palacio de Gobierno (Hoy Av. Francisco I. Madero # 70). El recorrido previsto eran las calles de 1ª y 2ª de Santa Clara, “el 5 de Mayo, y Alhóndiga” (Av. Francisco I. Madero entre Melchor Ocampo y Benito Juárez) a fin de a arribar al Teatro de Iturbide (hoy de la República), el cual se adornaba con festones, guirnaldas, palmas, grandes macetones y banderas tricolores cruzadas.

Una vez en el vestíbulo del Teatro, el comisionado “pronunciaría un discurso alusivo a las festividades” una muestra de esa posibilidad de ejercer un derecho ciudadano está previsto en estas celebraciones, toda vez que se daba la posibilidad de que alguna persona tomara la tribuna con libertad y expresara sus ideas, podía ser también una propuesta o panegírico en relación “al honor de las armas nacionales”. Concluido el solemne acto, la comitiva retornaba al Palacio de Gobierno recorriendo las mismas calles. El C. Gobernador recibía a la comitiva pronunciando un discurso, la guarnición se formaba en “columna de honor” y el Gobernador recibía “las correspondientes felicitaciones”. Por la tarde varias bandas de “música bélica” se distribuían por la ciudad una en la Plaza 5 de Mayo, otra en la Alameda. Las cuales permanecían hasta las 19:00 horas. A las 20:00 horas eran reemplazadas por otras, las cuales amenizaban el festejo hasta las 21:00 horas. Entre las nueve y diez de la noche eran quemados los fuegos de artificio, las bandas tocaban marchas en “honor de tan glorioso día”. Los “guarda-cuarteles” y vecinos podrían adornar, iluminar y hacer “demostraciones que les dicte su patriotismo”. Como se percibe en un ambiente de miseria y de proceso a nuevos horizontes era una oportunidad para el festejo, pero también para arraigar un sentimiento de pertenencia, de identidad, de nacionalidad.

Reflexión: Para, explicarnos o construir la mentalidad de los mexicanos de aquel entonces, hay que transitar por el proceso que va de la Independencia hasta la Reforma. Camino difícil de guerras fratricidas, de intervenciones extranjeras, de mutilación del territorio patrio. Por lo cual las nuevas generaciones que se desarrollaron en un ámbito inestable se propusieron consolidar un Estado fuerte, republicano, laico, igualitario y democrático en el último tercio del siglo decimonono. La celebración fue relevante para construir un imaginario colectivo de triunfos, ante tantos reveses. Por otra parte, en el discurso oficial se alentó la conmemoración como parte de la identidad nacional. Apoyada por la narrativa pedagógica.

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“Al patíbulo del Cerro de las Campanas / van a morir mis compañeros, […] Ya la muerte fue legando, / compañeros..., ¡qué dolor!, / que por ser Emperador / la existencia fue a perder, / y sus títulos de honor; / toditita se acabó. / ¡Adiós, Gobierno Imperial!” [Ídem.]


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Mayo de MMXXIII.




“Año de sesenta y siete, / Miguel López, ¡qué dolor!, / en el día quince de mayo / entregó al / Emperador. / Este fuerte de la Cruz / se rindió a discreción, / fue por haberlo vendido / Miguel López, ¡qué dolor! / El general Escobedo / a sus tropas les decía: / -Entrarle, fieles muchachos, / con todo valor y hombría. / Las cinco de la mañana, / el Emperador corría / al Cerro de las Campanas / con Miramón y Mejía.” […] Corrido del Sitio de Querétaro. Publicado por Antonio Venegas Arroyo. 1887.

Abordaje: El calendario cívico para conmemorar fechas significativas, fue impulsado por los liberales una vez que obtuvieron el triunfo sobre los conservadores aliados con los intervencionistas. Se trataba de impulsar un proyecto de patria incluyente donde, por fin, se transitará hacia una verdadera igualdad entre los ciudadanos dejando los lastres coloniales de privilegios y fueros. Después de la pérdida de muchas vidas y enfrentamiento entre compatriotas.

Primeros festejos: Querétaro 1867. Durante el Sitio a la Ciudad de Querétaro en 1867, cuando la situación para los sitiados era desesperante, se había perdido la moral y había deserciones. El 5 de mayo fue festejado en todas las líneas del ejército republicano, con ¡vivas a la república y mueras al imperio! Se tocaban dianas y se hacían disparos al aire. Un oficial saltillense, Blas Rodríguez Farías, secretario del Gral. Mariano Escobedo, refiere en una carta que se tenía preparado estallar metralla con los cañones de alto calibre recién llegados de la ciudad de Monterrey a la hora del alba. Por otra parte, el oficial francés del ejército imperial Alberto Hans, manifiesta en sus recuerdos que las salvas hicieron efecto en muchas casas de la ciudad: “[El 5 de mayo] todo el día sonaron las músicas y los clarines en el campo enemigo, oíamos sus vivas y sus gritos de mueran los traidores. Sus tiradores habían avanzado hasta muy cerca del cementerio, nos lanzaban mil vociferaciones y nos profetizaban un asalto próximo”.

Querétaro-1870. Una vez terminado el Sitio y en plena Restauración de la República, se hicieron los festejos de fechas cívicas precisas, entre otras el 5 y 15 de mayo, el 15 y 16 de septiembre, en estos primeros años fueron emotivas, pues significaban “la segunda Independencia de México”. El documento que aquí se presenta ejemplifica esta visión de los queretanos liberales en relación con el festejo de las fechas en que las “armas nacionales” se habían “cubierto de Gloria”. Son vindicaciones y reivindicaciones para conformar un sentido de identidad en una población multiétnica dispersa, separada por una agreste geografía y sometida a un secular fanatismo.

La comisión nombrada por el Ayuntamiento de la ciudad de Querétaro en mayo de 1870 dispuso un programa de seis puntos para “solemnizar” los días 5 y 15 de mayo. Firmado al calce por el presidente Pedro de Castro, Antonio Loyola y Carlos J. Moreno. El Programa disponía que “Al romper el alba” a las doce y seis del 5 y 15 de mayo, se harían repicar las campanas “a vuelo en todos los templos”, se harían salvas con la artillería, “enarbolándose el pabellón nacional en los edificios públicos”. Se convocaba a los empleados civiles y militares, así como a todos los ciudadanos que, impulsados por su patriotismo, deseen asociarse a la comitiva presidida por el C. Gobernador” para que se reunieran en el Palacio de Gobierno (Hoy Av. Francisco I. Madero # 70). El recorrido previsto eran las calles de 1ª y 2ª de Santa Clara, “el 5 de Mayo, y Alhóndiga” (Av. Francisco I. Madero entre Melchor Ocampo y Benito Juárez) a fin de a arribar al Teatro de Iturbide (hoy de la República), el cual se adornaba con festones, guirnaldas, palmas, grandes macetones y banderas tricolores cruzadas.

Una vez en el vestíbulo del Teatro, el comisionado “pronunciaría un discurso alusivo a las festividades” una muestra de esa posibilidad de ejercer un derecho ciudadano está previsto en estas celebraciones, toda vez que se daba la posibilidad de que alguna persona tomara la tribuna con libertad y expresara sus ideas, podía ser también una propuesta o panegírico en relación “al honor de las armas nacionales”. Concluido el solemne acto, la comitiva retornaba al Palacio de Gobierno recorriendo las mismas calles. El C. Gobernador recibía a la comitiva pronunciando un discurso, la guarnición se formaba en “columna de honor” y el Gobernador recibía “las correspondientes felicitaciones”. Por la tarde varias bandas de “música bélica” se distribuían por la ciudad una en la Plaza 5 de Mayo, otra en la Alameda. Las cuales permanecían hasta las 19:00 horas. A las 20:00 horas eran reemplazadas por otras, las cuales amenizaban el festejo hasta las 21:00 horas. Entre las nueve y diez de la noche eran quemados los fuegos de artificio, las bandas tocaban marchas en “honor de tan glorioso día”. Los “guarda-cuarteles” y vecinos podrían adornar, iluminar y hacer “demostraciones que les dicte su patriotismo”. Como se percibe en un ambiente de miseria y de proceso a nuevos horizontes era una oportunidad para el festejo, pero también para arraigar un sentimiento de pertenencia, de identidad, de nacionalidad.

Reflexión: Para, explicarnos o construir la mentalidad de los mexicanos de aquel entonces, hay que transitar por el proceso que va de la Independencia hasta la Reforma. Camino difícil de guerras fratricidas, de intervenciones extranjeras, de mutilación del territorio patrio. Por lo cual las nuevas generaciones que se desarrollaron en un ámbito inestable se propusieron consolidar un Estado fuerte, republicano, laico, igualitario y democrático en el último tercio del siglo decimonono. La celebración fue relevante para construir un imaginario colectivo de triunfos, ante tantos reveses. Por otra parte, en el discurso oficial se alentó la conmemoración como parte de la identidad nacional. Apoyada por la narrativa pedagógica.

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“Al patíbulo del Cerro de las Campanas / van a morir mis compañeros, […] Ya la muerte fue legando, / compañeros..., ¡qué dolor!, / que por ser Emperador / la existencia fue a perder, / y sus títulos de honor; / toditita se acabó. / ¡Adiós, Gobierno Imperial!” [Ídem.]


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Mayo de MMXXIII.



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